Tomo Completo 60.8 MB - Grupo Leon Jimenes

Capítulo 3 | La confluyente continuación de un decenio |450|
|451| La confluyente continuación de un decenio | Capítulo 3
|469|
Mieses, Isaolim.
Listín Diario,
30 de noviembre
de 1992.
|470|
Valldeperes,
Manuel. El Caribe,
18 de diciembre
de 1965.
jo./Fue allá en Salcedo, viviendo con su tía Francisca R. Molins en una casa grande de
madera, donde hizo amistad con los gatos. En una extensión de dos mil metros de patio
vivían decenas de felinos. Desayunaba con ellos y desde que llegaba de la escuela
se internaba en el patio a jugar con sus amigos. Entonces todo era trepar por los árboles,
cazar y defenderlos de la caza mejor que perros».
En la misma entrevista Dionisio Rodríguez Pichardo explica que, ubicado en Santo
Domingo, «empezó a integrarse a las tertulias de los artistas, intelectuales y poetas. Se
reunían en el Parque Independencia, cuando todavía no se había convertido en una
tumba patriótica. No hablaban de política, estaba prohibido. Pero tampoco alcanzaba
el tiempo, porque entre musas, pinceles, colores, versos y amores se les iban tantas horas
que terminaban tomándose un consomé en el Restaurant Mario a las 5:00 de la
mañana».|469|
preocupación social. (…) En realidad, este joven artista ha derivado desde su inicial
expresionismo ingenuista –el representado por «Adán y Eva»– de personales figuraciones
humanas, a este otro de ahora, humano y dramático, pero revestido de sentido
espiritual y, sobre todo, de esperanza./ Es algo nuevo lo que el sentimiento produce
al contemplar sus cuadros, de simple cromatismo. La serenidad vertical se impone,
en esa revelación de esperanza, pero no desdeña la desolación que proviene de
la horizontal, que es como un eco y un temblor./ Así, lenta pero seguramente, se va
formando uno de nuestros mejores pintores jóvenes de línea expresionista. Un pintor
comprometido por la posición de originalidad adoptada y por sus propios medios
de expresión».|471|
|471|
Valldeperes,
Manuel.
El Caribe,
12 de julio
de 1964.
|472|
Valldeperes,
Manuel.
El Caribe,
noviembre
de 1967.
Las primeras obras de Dionisio, expuestas como conjunto en diciembre de 1965, mos-
Hacia el inicio de la década de 1950, Dionisio Pichardo –nombre con el que se le identifica–,
se encontraba en Santo Domingo decidido a asumir la vida artística. Después de
emprender estudios por su propia cuenta, completa su formación en la ENBA. Jaime
Colson es su orientador y de esta orientación surge el artista que desprecia lo pintoresco
para preocuparse por los verdaderos problemas de la pintura».|470| Pero esta será
una culminación de su joven trayectoria o de registros expositivos que realiza consecutivamente
en la Alianza Francesa entre 1957 y 1959.
El crítico Valldeperes ofrece esta visión del discurso inicial del pintor Pichardo: «La
obra de este joven artista está revestida de un hondo dramatismo y desde que expuso
sus primeras pinturas se advirtió en él una profunda raíz humana en la concepción
y en la realización que lo incorporaban al panorama de nuestra pintura tan amplio
y tan diverso ya. Desde luego, sus primeros pasos fueron de búsqueda, de asimilación
de su temperamento al ambiente./ Pichardo, dotado de un nervio expresionista
de acento personalísimo, se reserva a sí mismo un lugar incómodo y comprometido,
como son siempre los puestos ganados por las originalidad. Porque si es cierto
que el impulso de Colson aparece en su obra inicial, también es cierto que detrás
de esa influencia está su personal manera de ver y de interpretar pictóricamente al
hombre.Y en esta manera de ver propia está contenido el mayor compromiso./ Podía
haberse dedicado Pichardo a una temática neutra de seres aferrados a la tierra –su
pintura es esencialmente figurativa–, para lo que su paleta reunía singulares condiciones,
como se aprecia en su obra «En Trance Musical» (1959), pero prefirió tomar
beligerancia por el lado humano, que es también el de proyección más directa y viva,
para insertar en su pintura, en cierto modo, en las corrientes actuales de íntima
traron un influjo telúrico y humano, apartado de lo simplemente pintoresco. «La anécdota
envolvía en aquellas primeras obras suyas toda la dimensión del cuadro; pero dejaba
ya en sus pinturas y dibujos las huellas de su original pensamiento, adecuadas a un
quehacer puramente plástico».|472| Después de conjugado «sentido plástico original y
sentido interpretativo, humano», produce una obra en la que, inscribiendo el mundo
como un problema y rehuyendo la sensualidad, se mete en una temática «con colores
Dionisio Pichardo|Paisaje|Óleo/tela|77 x 128 cms.|1960|Col. Museo de Arte Moderno.