Tomo Completo 60.8 MB - Grupo Leon Jimenes
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Capítulo 1 | El tránsito de la década de 1940 a 1950 |176|<br />
|177| El tránsito de la década de 1940 a 1950 | Capítulo 1<br />
|195|<br />
Incháustegui<br />
Cabral, Héctor.<br />
Op. Cit.<br />
Págs. 421-422.<br />
burla a la comodidad, el sarcasmo a ponerse al servicio de los que ni saben ni sienten<br />
lo que hace y lo que pretende. /Su arte es arte en grande: oficio y sentimiento, técnica<br />
y preocupaciones, las manos hábiles y la cabeza llena de sueños. Es nada más que pintor<br />
y por eso todo le interesa, todo lo indaga, se mete hasta en lo que no le importa.<br />
Sólo aquellos que no se incurran en sí mismos se encuentran y Pichardo sabe qué es lo<br />
que quiere».|195|<br />
asimilan los ismos vanguardistas bajo selectivas influencias que son reasumidas con<br />
una inequívoca dominicanidad interpretativa. En base a estas relaciones, anota también<br />
Incháustegui que «Pichardo no llega solo. Jamás un gran artista es un producto<br />
aislado y solitario. Es parte de un conjunto, consecuencia y suma de esfuerzos, los suyos<br />
y los de sus contemporáneos, de su generación y de las que en el tiempo le precedieron…»|196|<br />
|196|<br />
Idem.<br />
Pág. 22.<br />
|197|<br />
Suro, Darío.<br />
Op. Cit.<br />
Pág. 92.<br />
Incháustegui Cabral escribe siendo el Director General de Bellas Artes hacia el segundo<br />
quinquenio de los años 1950. Sus conceptos forman parte de un breve discurso<br />
que escribiera para presentar una muestra personal de Eligio Pichardo, quien forma<br />
parte del más descollante grupo de artistas modernos, los cuales decididamente<br />
son orientados en primer lugar por maestros de igual condición moderna, y además<br />
Muy activo, el pintor Eligio Pichardo logró, en poco tiempo, potencializar un discurso<br />
diferenciado desde sí mismo, paradigmático en la decidida modernidad que reviste y<br />
además testimonial por los grados de provocación que levantan las denuncias iracundas,<br />
conmovedoras e irónicas que pronuncian los textos iconográficos. /En uno de sus mejores<br />
cuadros, «El Sacrificio del Chivo»(…), Pichardo pone de relieve sus dotes imaginativas<br />
y su sentido claro y preciso de la composición. Sus deformaciones expresionistas<br />
son visibles, con la ayuda de los mejores momentos del expresionismo de Picasso<br />
(Guérnica) y Portinari». Esta apreciación es de Suro, quien agrega que «cierto lirismo<br />
de Tamayo ha sido asimilado también, en una forma original. En este cuadro, como en<br />
la mayoría de sus obras pintadas en la República Dominicana, Eligio Pichardo muestra<br />
abiertamente su ironía pictórica con un fondo social; la figura humana es un pretexto<br />
para vaciar todo el contenido de protesta que ha caracterizado siempre su arte».|197|<br />
|198|<br />
Cartagena<br />
Portalatín, Aída.<br />
Isla Abierta,<br />
Suplemento<br />
de Hoy. 20 de<br />
noviembre<br />
de 1982.<br />
|199|<br />
Cartegana<br />
Portalatín, Aída.<br />
La Nación.<br />
9 de septiembre<br />
de 1958.<br />
En 1958 escribe Aída Cartagena P. que «nuestro Eligio Pichardo pinta con sus peculiares<br />
combinaciones de grises y negro ««Hombre con Violín». En general las motivaciones<br />
de Eligio son dominicanas. Su lenguaje pictórico lo ubica entre los maestros consagrados<br />
de nuestra plástica, y pretendiendo escribir poco alargamos el comentario al<br />
recordar al Ministro de Cultura de Francia,Andrés Malraux, quien al estrechar mi mano<br />
de dominicana me dijo: Nada tiene que envidiar un pintor como Pichardo». Frase<br />
breve y consagratoria».|198|<br />
Fue «El Sacrificio del Chivo», primer premio de pintura de la Bienal del 1958, un repunte<br />
importante para la trayectoria de Eligio Pichardo, ya que es una obra que «responde<br />
a la estatura de un pintor de meritorios logros». El presentó en dicho certamen<br />
nacional tres obras que «caben dentro de la mejor pintura moderna», cualquiera de las<br />
cuales pudo haber sido el premio debido a la calidad, a la cosmovisión y «al valor de toda<br />
verdadera creación artística», afirma Cartagena Portalatín,|199|declarándose no sorprendida<br />
por el galardón. Las otras pinturas eran «Ciclita» y «Títere Cruxificado», dos<br />
imponentes manifiestos visuales, de mensaje crítico o satirizado; pero ninguno tan contundente<br />
y representativo como «El Sacrificio del Chivo», uno de los iconos fundamentales<br />
del arte dominicano. En esta obra se reitera el humor macabro, la deformación de<br />
Eligio Pichardo|Miseria|Óleo/plywood|66 x 50.9 cms.|1959|Col. Román Ramos.