Tomo Completo 60.8 MB - Grupo Leon Jimenes
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Capítulo 1 | El tránsito de la década de 1940 a 1950 |120|<br />
|121| El tránsito de la década de 1940 a 1950 | Capítulo 1<br />
Radhamés Mejía|Nacencia|Óleo/papel|60 x 45 cms.|1960|Col. Ramón Francisco.<br />
Obra descarnada, expresionista y golpeante, «La Tortura» integra, al parecer, una serie de<br />
obras pictóricas en donde tales caracteres manifiestan un tono de opresión vivida y al<br />
mismo tiempo de denuncia social.A esta serie pertenece otro cuadro titulado «La Familia»<br />
(óleo), en el cual el desamparo, la marginalidad y el hambre se sobreentienden, sin<br />
que el tema sea un panfleto sociopolítico. Autor de obras sobrecogedoras, Radhamés<br />
Mejía puede colocarse entre los expresionistas que encabezan Darío Suro y Lothar a inicios<br />
del decenio 1950. El representa un caso singular junto a Eligio Pichardo, Giudicelli,<br />
Noemí Mella,... encabezando al mismo tiempo el expresionismo figurativo y social<br />
de los 1960.<br />
Con ejecuciones ornamentales para edificaciones oficiales y privadas, se ha sustentado<br />
que Radhamés Mejía provocó «la expectativa de una gran promesa nacional (…) sin<br />
haber realizado una obra de significación»;|108| sin embargo, las esculturas y las pinturas<br />
conocidas como suyas expresan todo lo contrario, aunque él no fuera un productor<br />
obsesivo, ni dado a frecuentes participaciones en eventos expositivos, ni afanoso de la<br />
autoproyección. Mejía, quien realizó un curso complementario en la Ciudad de México<br />
hacia el 1970, ofreció para entonces un retorno hacia el idealismo realista y romántico,<br />
ofreciendo la versión personal, de un «Duarte Joven» (óleo 1975), ejecutando trabajos<br />
murales y de igual manera obras de temas religiosos. Sin embargo, sobresale por<br />
su enfoque de mulatas desnudas, con un acabado fino, límpido y vibrante. Además, la<br />
contemplación pictórica del artista, desatada hacia asuntos más populares, capta como<br />
ninguna otra mirada el movimiento que un pambiche melodioso provoca en las cinturas<br />
de estilizados bailadores. El llega con su estampa del merengue, resuelto con economía<br />
de recursos, a un clima adentrado de dominicanidad, sin rebuscamientos ni formulismos,<br />
porque regularmente fue un pintor de pronunciamiento objetivo. Así se le reconocía<br />
también en sus ejecuciones escultóricas, hasta el momento de su fallecimiento<br />
ocurrido en 1977.<br />
Reconocido, sobre todo como escultor, pero además pintor como Radhamés Mejía,<br />
otro artista de la generación del 1940 es ANTONIO PRATS-VENTÓS, quien<br />
ofrece una sobresaliente proyección desde los años formativos, básicamente en el seno<br />
de la familia, asistiendo por brevísimo tiempo a la ENBA. Sobre todo, él aprovecha las<br />
relaciones con Manolo Pascual, Dorado Martín y Pascual Palacios, quienes contribuyen<br />
a su desarrollo artístico. Nieto de un escultor, hijo de un tallador e hijastro de un tercer<br />
artista, él se autoconfiesa diciendo «que todo el mundo sabe que yo nací en Barcelona.<br />
Mi familia estaba formada por artistas, pero no con el concepto que hoy se tiene<br />
de los artistas. Mi padre era tallista y con el tiempo la gente llegó a decir que él era un<br />
|108|<br />
Opinión en<br />
Catálogo Maestros<br />
Dominicanos.<br />
Exposición, 1980.