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PAPISMO 85<br />
LAS TRES PREGUNTAS CAPITALES<br />
(Sn. Juan cap. 21; vers. 15 al 19)<br />
Pedro negó a Cristo. Le negó tres veces. Y no sólo<br />
le negó sino que renegó de Él. Y blasfemó afirmando no<br />
conocerle. No quiso fijarse en que Cristo <strong>del</strong>ante de él<br />
tenía las manos atadas. Tenía el rostro señalado por las<br />
bofetadas de los sayones romanos y los fariseos corrompidos.<br />
No quiso fijar sus ojos en la dulzura apagada de<br />
los ojos divinos, siempre abiertos al horizonte claro <strong>del</strong><br />
futuro. Pedro no quiso pensar en nada ni en nadie más<br />
que en sí mismo, en su vida y en su muerte. Antes que<br />
el<br />
gallo cantase por tercera vez Pedro habría repetido su<br />
cobardía. ¿A dónde quedó su bravata: ''Aunque todos<br />
te abandonaren yo no te dejaré jamás"? ¿A dónde quedó<br />
el: "iré contigo hasta la muerte"? ... ¿Y a dónde se queda<br />
su primacía apostólica? Si Pedro fue el primero en<br />
afirmar solemnemente "Tu eres el Cristo, el hijo de<br />
Dios", fue también el primero en negar a su Maestro.<br />
Primacía de revelación y<br />
nos podemos quedar? . .<br />
primacía de temor. ¿Con cuál<br />
Pero, después que Cristo descendió las gradas martirizantes<br />
<strong>del</strong> palacio de Caifás y de Anás y pasó ante el<br />
viejo apóstol, y le dirigió una mirada. . . solamente una<br />
mirada. . . ¡Dios mío, qué rayo de luz tan cegadora fue<br />
el que vibró relampagueante en los ojos <strong>del</strong> Señor, al meterse<br />
hasta lo más hondo de la conciencia <strong>del</strong> desventurado<br />
apóstol! Acaso no fue una mirada de reprensión ni<br />
de menosprecio, sino de inmensa ternura y bondad. Y<br />
mirar así, con esa infinita compasión es quebrantar el<br />
espíritu <strong>del</strong> pecador más endurecido. Pedro sintió hasta<br />
lo más íntimo de su alma el amor entristecido de aquella<br />
mirada y su conciencia se levantó en pie y se retorció de