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70 CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
pista fija sus ojos en otro nombre: Pedro, posiblemente el<br />
más anciano y el más humano de todos.<br />
Roma, en efecto, hace resaltar las virtudes <strong>del</strong> apóstol y<br />
de tal modo le desliga <strong>del</strong> cuadro histórico <strong>del</strong> apostolado<br />
que llega a convertirle en héroe y en ídolo, en director espiritual<br />
y en base firme de la Iglesia y de la fe, hasta el<br />
punto de afirmar sacrilegamente que "donde está Pedro está<br />
la Iglesia",<br />
en lugar de atenerse a la tradición evangélica,<br />
que dice: "Donde está Cristo está la Iglesia".<br />
Si examinamos detenidamente y sin pasión la figura <strong>del</strong><br />
apóstol Pedro, nos daremos cuenta inmediatamente de que<br />
su naturaleza humana y carnal y su fe y espiritualidad<br />
son las menos apropiadas para situarle como jerarca único<br />
y supremo <strong>del</strong> "colegio apostólico".<br />
Pedro es el más vehemente y el menos prudente de los<br />
apóstoles. Su carácter presenta las desigualdades más espantosas.<br />
En ocasiones aparece ungido de un valor y un<br />
fervor digno <strong>del</strong> mejor elogio. Otras veces, por el<br />
contrario,<br />
se hace acreedor a las censuras más cáusticas y justificadas<br />
salidas de los labios <strong>del</strong> Maestro. Tan pronto se perfila<br />
como un héroe de leyenda como se sumerge en las som-<br />
Pedro, como<br />
bras <strong>del</strong> más desalentador paisaje espiritual.<br />
todos los creyentes, tiene alas y con ellas alcanza a escalar<br />
todas las cimas más altas, perdidas entre las nubes más<br />
distantes, pero no siempre su vuelo es caudal. También<br />
las agita al ras de tierra, tan cerca de la tierra que corre<br />
peligro de quebrarlas. Si yo tuviera que elegir la figura<br />
más humana, más imperfecta, más contradictoria de entre<br />
todos los apóstoles, elegiría a Pedro. Su simpatía es desbordante.<br />
La tragedia y la comedia, el humorismo y el pesimismo<br />
se hermanan en él con la placidez de la luz y<br />
las sombras en un encantador paisaje. Creo que, en cierto<br />
sentido, el gigantesco mundo de los creyentes lleva en su<br />
espíritu cristiano un 80% <strong>del</strong> carácter <strong>del</strong> apóstol Pedro.