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CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
los años, sigue lanzando al mundo doctrinas extrañas a<br />
la fe primitiva y al contenido evangélico.<br />
Dos son los nuevos dogmas» uno totalmente elaborado<br />
ya y otro en gestación, que el <strong>romanismo</strong> impondrá<br />
a sus fieles. Ambos relacionados con la humilde persona<br />
de María. El primero, aparecido últimamente, habla de<br />
la asunción de María. Según esa doctrina nueva, María,<br />
la Madre <strong>del</strong> Señor, [ue ascendida en cuerpo a los<br />
cielos. No ascendió como Cristo, sino que fue atraída por<br />
Dios hasta su gloria, corporalmente.<br />
Nos parece pueril intentar discutir este hecho totalmente<br />
imaginativo. A juzgar por los escasos datos sobre<br />
la "madre <strong>del</strong> Señor", sabemos que María permaneció<br />
algunos años, probablemente hasta su muerte, en }erusalem.<br />
hospedada en casa de Juan Marcos. El último dato<br />
sobre su vida nos lo da el Hbro de los Hechos en donde<br />
literalmente se dice que: "Todos perseveraban unánimes<br />
en oración y ruego, con las mujeres, y con María, la<br />
madre de Jesús y con sus hermanos."<br />
Después sigue un silencio total, no una pausa sobre<br />
su vida. Ya no se menciona su nombre más, prueba de<br />
que debió morir en Jerusalem rodeada de algunos familiares<br />
y de los discípulos de Cristo. Suponemos que su<br />
muerte acaeció de un modo natural, no sobrenatural. Creemos<br />
que, como toda criatura humana, su camino, determinado<br />
por Dios, tuvo su fin. No podemos admitir en<br />
sana doctrina nada más que lo escrito en los documentes<br />
auténticos e históricos de la fe cristiana. Por tanto, interpretamos<br />
el silencio absoluto sobre el dogma de su asunción-<br />
proclamado por la Iglesia de Roma, como falto de<br />
apoyo y de verdad. Volvemos a insistir. No hay asunto<br />
fundamental para la fe que no esté contenido en las Sagradas<br />
Escrituras. Este nuevo dogma escapa por com-