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MARIOLATRÍA 47<br />
ligiosos* incapaces de comprender la inmensa grandeza<br />
<strong>del</strong> pensamiento y la obra de Cristo. Sí, miramos con inmenso<br />
cariño a la "madre" de Jesús, el joven artesano<br />
de Galilea, el Hijo <strong>del</strong> Hombre, capacitado para juzgar<br />
a la Humanidad y para representarla ante Dios y ante<br />
la historia. Y con ella, en el silencio augusto de una plegaria,<br />
bendecimos a Dios "por el fruto de su vientre" materno<br />
y de su amor inquebrantable y de su inmenso calvario,<br />
que puede muy bien ser simbolizado por aquella espada<br />
de siete filos que el viejo sacerdote Simeón viera<br />
hundirse en el pecho noble y valeroso de la "madre" buena,<br />
de la "madre" santa.<br />
Es mejor contemplar así a María que no ensalzada<br />
sobre la corona ingente de las nubes <strong>del</strong> cielo o encaramada,<br />
por arte <strong>del</strong> fanatismo insustancial, sobre la blancura<br />
inmaculada de los altares o el rebuscado ornamento<br />
de las hornacinas. Es mejor ver en María, a la "mujermadre",<br />
que admirar en ella la mentida pompa de una<br />
diosa pagana convertida en reina de los ángeles y emperatriz<br />
<strong>del</strong> Universo. Está mucho más cerca de nuestro<br />
corazón simbolizando a todas las buenas madres <strong>del</strong> mundo,<br />
que cabalgando solitaria sobre doradas carrozas entre<br />
las columnas retorcidas <strong>del</strong> incienso pagano. Y sobre<br />
todo, esa María, "madre <strong>del</strong> Señor", vista así es la<br />
misma que vieron los ángeles de Dios en la noche silenciosa<br />
y santísima <strong>del</strong> feliz alumbramiento; la misma que<br />
contemplaron los creyentes primeros de la fe verdadera;<br />
la misma que amaron las mujeres piadosas de aquel<br />
fervoroso grupo que sirvió a Cristo y a los suyos, de sus<br />
haciendas; la misma, en fin, que se sintió acompañada<br />
por las almas buenas de campesinos y lugareños en las<br />
horas trágicas <strong>del</strong> Gólgota.<br />
Esa es la "madre" santa, cuyo nombre estampado en<br />
las páginas de las Sagradas Escrituras se ofrece a todos