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44 CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
rica. Por ejemplo: el tan repetido e incongruente título<br />
de "Madre de Dios" a todas luces opuesto al bien pensar<br />
y al bien creer. Cierto que María es la Madre de<br />
Jesucristo y cierto también que éste es Dios, pero sin<br />
olvidar que Cristo es fruto <strong>del</strong> Espíritu Santo en su naturaleza<br />
divina y María es la Madre de Cristo en cuanto<br />
a su naturaleza humana. No entenderlo así equivaldría a<br />
suponer que la Humanidad es capaz por sí misma de engendrar<br />
la Divinidad, es decir, que María, como mujer,<br />
está capacitada para engendrar a Dios que es Espíritu<br />
puro, perfecto y creador y formador de lo humano. No<br />
sabemos de caso alguno dentro <strong>del</strong> Cristianismo en que<br />
un ser humano haya podido dar lugar a un ser divino,<br />
ni ningún hombre o mujer, por muy elevada que haya<br />
podido ser su categoría moral o espiritual, capaces de<br />
figurar como progenitores de la Divinidad. Pensar de<br />
otro modo sería confundir la vergüenza <strong>del</strong> paganismo<br />
con la gloria <strong>del</strong> Cristianismo. Dios es increado y por<br />
tanto no puede tener "madre*'.<br />
Acaso para prevenir al mundo creyente de este posible<br />
peligro, Cristo jamás llamó "madre" a María. En<br />
el<br />
festín de las bodas de Canáa estas fueron sus palabras:<br />
"Mu/en ¿qué tengo yo contigo? Aun no ha venido mí<br />
hora". Y desde el árbol sagrado de la Cruz, así dijo Él:<br />
"Mujer he ahí a tu hijo. Hijo he ahí a tu madre".<br />
Cristo conoció siempre y no negó jamás el misterio<br />
augusto de su nacimiento. Él sabía que procedía de Dios<br />
directamente. Por eso a Dios le llamó siempre "Padre".<br />
Él sabía que María fue simplemente el instrumento pasivo<br />
de su nacimiento, el "receptáculo" de la voluntad divina,<br />
no la causa esencial de su venida al mundo. Para<br />
evitar,<br />
pues, estas lamentables confusiones, Cristo se abstuvo<br />
de dar el tiernísimo título de "madre" a María, "la<br />
bienaventurada entre las mujeres".