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32 CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
siblemente hoy, en el siglo xx, ha descendido mucho su<br />
cantidad; pero, todavía pueden escucharse infinidad de<br />
hechos maravillosos achacados a los ídolos que '^tienen<br />
boca pero no hablarán; ojos tienen pero no verán, orejas<br />
tienen y no oirán, pues no hay aliento o espíritu en sus<br />
bocas."<br />
La explicación de hecho tan absurdo se encuentra<br />
claramente en la idolatría ancestral, incluyendo, por supuesto,<br />
dentro de ella a las rehgiones griega y romana.<br />
Para los creyentes de la antigua paganía la imagen encerraba<br />
dentro de ella misma "el espíritu" <strong>del</strong> ser por ella<br />
representado. Por eso, decían ellos, pueden oír, responder,<br />
realizar hechos sobrenaturales, etc.<br />
Los más crédulos de entre los romanistas no participarán<br />
también de este tipo de fe? ¿No creerán también<br />
que dentro de la imagen de madera, piedra, oro o plata<br />
o barro se halla habitando el alma de quien ella representa<br />
y, por tanto, obra a través de ella desde el misterio<br />
de lo invisible? Es muy posible.<br />
Siendo esto así, se comprende que el creyente haya<br />
pasado de la admiración y la consideración a la adoración<br />
de las imágenes, es decir, que haya caído en la más<br />
grosera idolatría, rindiendo homenaje y culto religioso a<br />
tales representaciones devotas. En efecto, el romanísmo<br />
tiene reservado para las imágenes un culto especial llamado<br />
de dulía. Diríamos un culto menor, diferente en<br />
grado al rendido a María, la madre <strong>del</strong> Señor y a la Santísima<br />
Trinidad. . . pero culto religioso al fin.<br />
Podríamos preguntar al romanísmo ¿en qué lugar o<br />
pasaje de la Escritura se establece otro culto distinto a<br />
aquel que corresponde únicamente a Dios? Las palabras<br />
de Cristo sobre esto son tajantes: "Al Señor tu Dios adorarás<br />
y a Él solo servirás". Palabras que la Iglesia romana<br />
parece haber olvidado completamente, pero que