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ICONOLATRÍA 27<br />
TRIUNFO DE LA ICONOLATRÍA<br />
Más de quinientos años han transcurrido desde el día<br />
en que el Concilio de Trento, padre augusto de la Iglesia<br />
romanista, lanzara al mundo esta fatal decisión. Desde<br />
entonces las imágenes y pinturas devotas se han multiplicado<br />
con la voracidad de un incendio en plena selva.<br />
La iglesia se ha convertido en una verdadera fábrica de<br />
imágenes. Cientos de miles de esculturas, dibujos, pinturas,<br />
cuadros, etc., etc., en oro, plata, bronce, hierro, madera,<br />
barro, yeso. . . han invadido con oleadas de sacrilegio<br />
los países sometidos al yugo eclesiástico <strong>del</strong> <strong>romanismo</strong>.<br />
Como una inmensa plaga, las imágenes han asaltado<br />
los templos, los hogares, los caminos, los vehículos<br />
y en forma de amuletos o simplemente como ornato hacen<br />
su ostentación colgadas <strong>del</strong> cuello de las gentes o suspendidas<br />
de las paredes en las habitaciones humildes o<br />
hacendadas. Hay imágenes para todas las<br />
gentes y para<br />
todos los gustos. Algunas revestidas de formas patibularias<br />
y dislocadas; otras ungidas de arte y de belleza.<br />
Unas dotadas de un poder sobrenatural, milagroso y hasta<br />
peligroso para sus rivales; otras, sin poder alguno, quietas,<br />
mudas, sordas, rezagadas en las sombras <strong>del</strong> anonimato.<br />
Las más famosas se presentan aceptando toda<br />
clase de ofrendas por los milagros y servicios múltiples,<br />
dicen que por ellas realizados. Algunas de estas ofrendas,<br />
valiosísimas, de oro, plata y piedras preciosas bastarían<br />
para saciar el hambre de miles de desheredados.<br />
Otras, que no llegaron a alcanzar esta<br />
gloria terrena entre<br />
sus devotísimos fieles por carecer de suficiente potencia<br />
milagrosa, permanecen cómo ocultas cenicientas,<br />
avergonzadas de haber salido a luz ante los ojos ávidos<br />
de las gentes religiosas. La moda también es un factor