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116 CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
tes". De esta misma opinión fue Durando, quien afirmó<br />
que el matrimonio "ni confiere ni aumenta la gracia de<br />
quienes lo contraen". Durante quince siglos creyó la Iglesia<br />
romana esta verdad y la mantuvo en su doctrina hasta<br />
llegar al Concilio de Florencia en el año 1439, en que<br />
admitió la existencia de siete sacramentos, en lugar de dos,<br />
y entre ellos el <strong>del</strong> matrimonio. Con anterioridad a esta<br />
fecha el matrimonio únicamente fue considerado como una<br />
"institución divina" por su origen,<br />
digna de todo respeto<br />
y honra, pero nada más.<br />
Los apóstoles Pablo y Pedro escriben mucho sobre el<br />
particular y aconsejan sabiamente a los contrayentes haciéndoles<br />
saber sus deberes recíprocos y múltiples para el<br />
buen gobierno <strong>del</strong> hogar y de la<br />
familia.<br />
Cristo mismo santificó con su presencia el<br />
matrimonio<br />
celebrado en Canáa de Galilea, donde realizó su primer<br />
milagro en favor de los contrayentes y sus convidados.<br />
Siempre la presencia de Cristo en el matrimonio cristiano<br />
será garantía inmediata de santificación, en cuanto al<br />
vínculo matrimonial se refiere; pero no de santificación<br />
constante para los contrayentes, porque la presencia de<br />
Cristo en el hogar y en la familia está condicionada a la<br />
buena voluntad y al esfuerzo personal de los desposados<br />
y de sus familiares. En el hogar de los creyentes piadosos<br />
Cristo siempre está bendiciendo con su presencia espiritual<br />
a la familia, así como deja de estar en los hogares<br />
en donde por carencia de fe o frialdad de espíritu, la<br />
familia prefiere orientar sus vidas por otros<br />
caminos alejados<br />
de la voluntad divina. En los hogares donde el<br />
amor lo es todo, la gracia de Dios abunda y aún sobreabunda.<br />
En los hogares donde el cieno <strong>del</strong> "pecado" enloda<br />
la vida conyugal o familiar, la gracia de Dios se<br />
ausenta por incompatibilidad. De modo es que el matri-