Dominical - La Opinión de Zamora

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VIII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de enero de 2012 Una vaguada angosta, recorrida por un pequeño arroyo, sirve de asiento a la localidad de Sagallos. Allí, en los solares más bajos se ubican diversas casas, pero dejan entre sí generosos espacios dedicados a huertos. Sobre esos terrenos agrícolas, muy húmedos, prospera una pujante fronda arbórea, generándose un vínculo deleitoso entre la obra humana y el vigor espontáneo de la naturaleza. Pero no solo en esos espacios inferiores se acogen los edificios, muchos se acomodan a su vez sobre los solares de las cuestas contiguas. Se forma así un casco urbano complejo y singular, pleno de atractivos, en el que todavía perduran numerosos ejemplares de la arquitectura tradicional heredada. A modo de vía principal, la carretera que sigue hacia Manzanal de Arriba cruza por el medio formando una travesía un tanto sinuosa. A ella se abre la plaza del Doctor Romero, ámbito rectangular y bien urbanizado, que viene a ejercer de núcleo de la población y lugar de asueto. La iglesia se acomoda en un paraje alto y encrespado. Para llegar a sus puertas el acceso principal es una larga escalinata que en algún tramo hubo de cincelarse directamente sobre la roca. Remontar su graderío semeja elevarse a través de una senda iniciática, en la que el progresivo esfuerzo físico prepara para una mayor entrega espiritual. Desde allá arriba se dominan unas panorámicas más abiertas, extendidas sobre el pueblo entero y parte de su término. Eso sí, hay que buscar rincones en los que los árboles, que prosperan por todos los lados, consientan una observación general. El templo en sí es un monumento sencillo, sobrio, bastante reformado. Su espadaña destaca como eficaz señuelo. Posee dos grandes ventanales para las campanas y un vano superior más pequeño. Unas modestas bolas y pirámides vienen a ser las únicas concesiones ornamentales. Tras pasar al interior sorprende su excesiva desnudez. Una mal entendida modernización provocó hace ya varias décadas la pérdida de las riquezas escultóricas heredadas. Así es que casi todas las imágenes son modernas, carentes de valor artístico. Haciendo las veces de retablo principal se montó un frontal de piedra con nichos, en los que se colocaron las figuras actuales. En una capilla o nave lateral se halla la efigie de Nuestra Señora de la Encarnación, también representada con una escultura moderna, de yeso como todas las otras, adquirida tras haber vendido la talla antigua originaria. Esa advocación mariana veneróse intensamente en la localidad y aún recibe el fervor de las gentes. Sobre ella se cuentan diversos relatos y leyendas. Dicen que en una época de agresiones y saqueos, posiblemente en la Guerra de la Independencia o en las contiendas carlistas, las gentes ocultaron sus ganados en el paraje de Las Furnias. Una partida de soldados, en un forcejeo para hacer confesar a los vecinos donde escondían sus haciendas, apresaron a un matrimonio y colgaron a ambos cónyuges de un árbol, dejándolos abandonados en esa situación. La mujer se encomendó a la Virgen de la Encarnación e hizo rezar a su marido. Ante tal angustiada súplica la Rutas a pie por tierras DE ZAMORA ✒ Texto y fotos: Javier Sainz Desde Sagallos al Castillote (La Carballeda) ❜❜ Decididos ya a realizar el recorrido, buscamos como destino el enclave más interesante arqueológicamente de los varios que pudiéramos elegir. Acudimos así al asentamiento castreño conocido con el nombre del Castillote, enclave ubicado hacia el norte del casco urbano, a orillas del antiguo lecho del río Tera, curso ensanchado ahora por la desmesura del embalse de Valparaíso Reina de los Cielos atendió la plegaria y las ataduras se rompieron permitiendo la liberación de la pareja. En agradecimiento, pasada la época bélica, los esposos regalaron a la imagen una corona de plata. Todavía se celebra con entusiasmo la fiesta, que antaño fue el 25 de marzo y que ahora se ha trasladado al fin de semana más cercano para permitir mayor asistencia. Decididos ya a realizar el recorrido por el término, buscamos como destino el enclave más interesante arqueológicamente de los varios que pudiéramos elegir. Acudimos así al asentamiento castreño conocido con el nombre del Castillote, enclave ubicado hacia norte del casco urbano, a orillas del antiguo lecho del río Tera, curso ensanchado ahora por la desmesura del embalse de Valparaíso. Si tomamos como punto de partida la citada plaza del Doctor Romero, hemos de caminar hacia el oriente por el arcén de la carretera en ese su tramo urbano. Pasaremos a orillas de una fuente bien restaurada y dejare-

Domingo, 8 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO dominical / IX De izquierda a derecha y de arriba abajo, torre de la iglesia en Sagallos, roble en La Majada, muralla de El Castillote. mos atrás el empalme de donde arranca el ramal que lleva hacia los pueblos vecinos meridionales. Siguiendo para arriba queda un pozo con artístico brocal y un amplio cartel en el que nos podemos informar de los principales atractivos de la zona. Más allá, un tanto apartado, por detrás de los últimos edificios del pueblo, se ubica el palomar de la Ermita, arruinado en nuestros días. Desarrolla planta semicircular, marcada con unas recias paredes de piedra, pero carece de techumbre que hubo de ser de losas de pizarra. Su nombre es probable que se deba a la pretérita existencia de algún humilladero alzado en las campas inmediatas. Ya arriba del todo, rodeados de campo libre, a mano izquierda sale una pista que es la que vamos a seguir. Tras avanzar por ella unos pocos pasos, se nos presenta una bifurcación en la que hemos de optar por el camino que se dirige decididamente hacia el norte. Momentáneamente avanzamos por una zona despejada, poblada de escobas y brezos. No muy lejos, a unas decenas de metros hacia poniente y sobre un berrueco que asoma poco del suelo, reposa la llamada Cruz de los Adiles. Es un signo cristiano humilde, cincelado en piedra, que parece haber perdido parte de su brazo inferior que hubo de ser más largo. Hasta él acuden, o al menos acudían, los vecinos en años alternos, para cumplir con el rito de la bendición de los campos. Cuando la función propiciatoria no se realizaba aquí era porque se iba hacia el otro extremo del pueblo, donde estaba la llamada Cruz del Valle. Penetramos pronto en el bosque. En un principio queda formado por robles, que se espesan hasta engullirnos por completo entre sus sombras. Pronto se agregan los pinos formando en conjunto una intrincada floresta. Aunque se marcan algunos carriles que parten del que llevamos, siempre hemos de seguir la pista principal que es la que sigue a mano izquierda en todo el trayecto. Un espeso sotobosque invade todos los espacios, por lo que resultaría sumamente dificultoso el avanzar campo a través. Después de bajar por una cuesta empinada, tras acceder a un sector algo más despejado, hemos de prestar atención a las laderas que se elevan a mano derecha. Por fortuna, se ha realizado recientemente una corta de pinos, rentables para su aprovechamiento maderero, y se ha aclarado parcialmente el lugar. Hemos llegado a las proximidades del destino que nos habíamos propuesto, el citado Castillote. Con ciertas dificultades divisaremos las considerables defensas que protegieron tal asentamiento castreño. Prosperan sobre ellas ciertos robles que disimulan su efectiva realidad. Al analizar los baluartes reconoceremos la existencia de un profundo foso tras el que se alza un murallón que hubo de poseer unos cinco o seis metros de altura. Esa barrera superior llegó a nuestros días reducida a un enorme lomo térreo que oculta en sus derrumbes el paredón formado con grandes lajas pétreas. Tras pasar al interior del recinto, comprobaremos sus condiciones estratégicas. El enclave viene a ser una mesetilla dominante, protegida hacia el norte por agrestes desniveles que caen hacia el curso originario de Tera. Además, tanto por el oriente como por el oeste existen profundas vaguadas, esta segunda menos definida, pero erizada por escarpados lastrones. Al parecer sobre los solares yermos aparecían en superficie fragmentos de cerámica. Ahora nada se divisa, recubierto todo por las ramas abandonadas y la pinocha, materiales desechados tras la tala reciente de los citados pinos que todo lo ocupaban. En tiempos pasados se araban y sembraban todos esos espacios, repitiéndose leyendas sobre el hallazgo de tesoros diversos. Dicen que al arar, los bueyes de las yuntas metían la pata en cavidades desconocidas, escondrijos con ollas llenas de monedas. De otro caso relatan que hallaron una especie de brasero lleno de un polvo poco atractivo, material que arrojaron creyendo que no tenía valor alguno. Gentes de Villardeciervos recogieron lo desechado y se enriquecieron, pues eran limaduras de oro. Cuentan también sobre la existencia de una cueva o pasadizo subterráneo por el que los pobladores podían descender al curso fluvial a proveerse de agua sin ser localizados por hipotéticos enemigos. Todavía se sigue afirmando que se oculta por ahí un gran tesoro. El mito de tanta riqueza ha excitado las codicias. Bien a las claras se aprecian los destrozos de buscadores furtivos que realizaron hoyos profundos. Subidos en la zona más alta, allá donde la vegetación lo permite, podemos divisar el solitario valle del río, anegado ahora por el embalse. Por esa parte asoman crestones pizarrosos enhiestos, bravíos, que agregan al montaraz rincón un carácter hostil y salvaje. Cincelado en una de esas piedras ha de estar el que llaman el Altar de las ofrendas. Al parecer cuenta con dos escalones, pero no fuimos capaces de localizarlo. Impresiona el evocar la vida de las gentes que hubieron de residir en este lugar, incómodamente enriscadas para contar con ciertas ventajas defensivas frente a otras tribus, a su vez establecidas en parajes similares. En la base, un poco aguas abajo, a orillas del cauce fluvial se emplazó antaño el molino local, ahora anegado e invisible. El camino por el que llegamos servía para acceso hasta él, salvando la cuesta última con diversos y continuados recodos. Esta zona, en conjunto, es designada como La Fraga, denominación que ya denota su frondosidad y aspereza. Tras apreciar toda su impactante realidad, debemos iniciar el regreso. Volveremos por la misma pista por la que llegamos, remarcada en estos tiempos por el paso de camiones para la extracción de la madera. Ya recorrida media distancia, sale de frente un carril semiborrado que en disputa con los matorrales que lo invaden nos llevaría hasta el pago conocido como La Majada. En caso de no localizar ese desvío, desde cerca de la carretera podremos acceder allá en breve incursión. Merece la pena acudir porque, sobre los terrenos antes de pastos permanecen tres robles centenarios, gruesos y frondosos, de troncos nudosos y ahuecados. Son árboles bien notables, de los más sobresalientes entre todos los de su especie en la provincia.

VIII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2012<br />

Una vaguada angosta, recorrida<br />

por un pequeño arroyo, sirve <strong>de</strong><br />

asiento a la localidad <strong>de</strong> Sagallos.<br />

Allí, en los solares más bajos se ubican<br />

diversas casas, pero <strong>de</strong>jan entre sí<br />

generosos espacios <strong>de</strong>dicados a huertos.<br />

Sobre esos terrenos agrícolas,<br />

muy húmedos, prospera una pujante<br />

fronda arbórea, generándose un vínculo<br />

<strong>de</strong>leitoso entre la obra humana y<br />

el vigor espontáneo <strong>de</strong> la naturaleza.<br />

Pero no solo en esos espacios inferiores<br />

se acogen los edificios, muchos se<br />

acomodan a su vez sobre los solares<br />

<strong>de</strong> las cuestas contiguas. Se forma así<br />

un casco urbano complejo y singular,<br />

pleno <strong>de</strong> atractivos, en el que todavía<br />

perduran numerosos ejemplares <strong>de</strong> la<br />

arquitectura tradicional heredada.<br />

A modo <strong>de</strong> vía principal, la carretera<br />

que sigue hacia Manzanal <strong>de</strong><br />

Arriba cruza por el medio formando<br />

una travesía un tanto sinuosa. A ella<br />

se abre la plaza <strong>de</strong>l Doctor Romero,<br />

ámbito rectangular y bien urbanizado,<br />

que viene a ejercer <strong>de</strong> núcleo <strong>de</strong> la<br />

población y lugar <strong>de</strong> asueto.<br />

<strong>La</strong> iglesia se acomoda en un paraje<br />

alto y encrespado. Para llegar a sus<br />

puertas el acceso principal es una larga<br />

escalinata que en algún tramo hubo<br />

<strong>de</strong> cincelarse directamente sobre la<br />

roca. Remontar su gra<strong>de</strong>río semeja<br />

elevarse a través <strong>de</strong> una senda iniciática,<br />

en la que el progresivo esfuerzo<br />

físico prepara para una mayor entrega<br />

espiritual. Des<strong>de</strong> allá arriba se dominan<br />

unas panorámicas más abiertas,<br />

extendidas sobre el pueblo entero<br />

y parte <strong>de</strong> su término. Eso sí, hay que<br />

buscar rincones en los que los árboles,<br />

que prosperan por todos los lados,<br />

consientan una observación general.<br />

El templo en sí es un monumento<br />

sencillo, sobrio, bastante reformado.<br />

Su espadaña <strong>de</strong>staca como eficaz señuelo.<br />

Posee dos gran<strong>de</strong>s ventanales<br />

para las campanas y un vano superior<br />

más pequeño. Unas mo<strong>de</strong>stas bolas y<br />

pirámi<strong>de</strong>s vienen a ser las únicas concesiones<br />

ornamentales. Tras pasar al<br />

interior sorpren<strong>de</strong> su excesiva <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z.<br />

Una mal entendida mo<strong>de</strong>rnización<br />

provocó hace ya varias décadas<br />

la pérdida <strong>de</strong> las riquezas escultóricas<br />

heredadas. Así es que casi todas las<br />

imágenes son mo<strong>de</strong>rnas, carentes <strong>de</strong><br />

valor artístico. Haciendo las veces <strong>de</strong><br />

retablo principal se montó un frontal<br />

<strong>de</strong> piedra con nichos, en los que se<br />

colocaron las figuras actuales. En una<br />

capilla o nave lateral se halla la efigie<br />

<strong>de</strong> Nuestra Señora <strong>de</strong> la Encarnación,<br />

también representada con una escultura<br />

mo<strong>de</strong>rna, <strong>de</strong> yeso como todas las<br />

otras, adquirida tras haber vendido la<br />

talla antigua originaria. Esa advocación<br />

mariana veneróse intensamente<br />

en la localidad y aún recibe el fervor<br />

<strong>de</strong> las gentes. Sobre ella se cuentan<br />

diversos relatos y leyendas. Dicen que<br />

en una época <strong>de</strong> agresiones y saqueos,<br />

posiblemente en la Guerra <strong>de</strong><br />

la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia o en las contiendas<br />

carlistas, las gentes ocultaron sus ganados<br />

en el paraje <strong>de</strong> <strong>La</strong>s Furnias.<br />

Una partida <strong>de</strong> soldados, en un forcejeo<br />

para hacer confesar a los vecinos<br />

don<strong>de</strong> escondían sus haciendas, apresaron<br />

a un matrimonio y colgaron a<br />

ambos cónyuges <strong>de</strong> un árbol, <strong>de</strong>jándolos<br />

abandonados en esa situación.<br />

<strong>La</strong> mujer se encomendó a la Virgen<br />

<strong>de</strong> la Encarnación e hizo rezar a su<br />

marido. Ante tal angustiada súplica la<br />

Rutas a pie por tierras<br />

DE ZAMORA<br />

✒ Texto y fotos: Javier Sainz<br />

Des<strong>de</strong> Sagallos al<br />

Castillote<br />

(<strong>La</strong> Carballeda)<br />

❜❜<br />

Decididos ya a<br />

realizar el recorrido,<br />

buscamos como<br />

<strong>de</strong>stino el enclave<br />

más interesante<br />

arqueológicamente <strong>de</strong><br />

los varios que<br />

pudiéramos elegir.<br />

Acudimos así al<br />

asentamiento<br />

castreño conocido con<br />

el nombre <strong>de</strong>l<br />

Castillote, enclave<br />

ubicado hacia el norte<br />

<strong>de</strong>l casco urbano, a<br />

orillas <strong>de</strong>l antiguo<br />

lecho <strong>de</strong>l río Tera,<br />

curso ensanchado<br />

ahora por la<br />

<strong>de</strong>smesura <strong>de</strong>l<br />

embalse <strong>de</strong><br />

Valparaíso<br />

Reina <strong>de</strong> los Cielos atendió la plegaria<br />

y las ataduras se rompieron permitiendo<br />

la liberación <strong>de</strong> la pareja. En<br />

agra<strong>de</strong>cimiento, pasada la época bélica,<br />

los esposos regalaron a la imagen<br />

una corona <strong>de</strong> plata. Todavía se celebra<br />

con entusiasmo la fiesta, que antaño<br />

fue el 25 <strong>de</strong> marzo y que ahora<br />

se ha trasladado al fin <strong>de</strong> semana más<br />

cercano para permitir mayor asistencia.<br />

Decididos ya a realizar el recorrido<br />

por el término, buscamos como <strong>de</strong>stino<br />

el enclave más interesante arqueológicamente<br />

<strong>de</strong> los varios que<br />

pudiéramos elegir. Acudimos así al<br />

asentamiento castreño conocido con<br />

el nombre <strong>de</strong>l Castillote, enclave ubicado<br />

hacia norte <strong>de</strong>l casco urbano, a<br />

orillas <strong>de</strong>l antiguo lecho <strong>de</strong>l río Tera,<br />

curso ensanchado ahora por la <strong>de</strong>smesura<br />

<strong>de</strong>l embalse <strong>de</strong> Valparaíso.<br />

Si tomamos como punto <strong>de</strong> partida<br />

la citada plaza <strong>de</strong>l Doctor Romero,<br />

hemos <strong>de</strong> caminar hacia el oriente por<br />

el arcén <strong>de</strong> la carretera en ese su tramo<br />

urbano. Pasaremos a orillas <strong>de</strong><br />

una fuente bien restaurada y <strong>de</strong>jare-

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