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Diario de a bordo<br />
Día 23<br />
No es normal empezar una historia por el capítulo 23, aunque todos alguna vez<br />
hemos leído el final del libro antes de acabar el primer capítulo. Sin embargo yo he<br />
empezado a escribir mi diario por el capítulo 23. "Has perdido el resto", dirán unos; "el<br />
principio ha sido censurado", dirán otros... La verdad es que todos tenéis razón: el principio<br />
de mi historia ha ido deteriorándose en mis innumerables viajes, en mis idas y<br />
venidas he perdido parte de los capítulos y el poco interés del resto de la tripulación por<br />
contar nuestras memorias ha dificultado aún más el trabajo. Otra parte ha sido omitida<br />
por lo aburrido de los diálogos, o por mis propios intereses.<br />
No sabía cómo empezar y os he hecho esta pequeña aclaración para que entendierais<br />
que embarqué siendo un niño de nueve años (un señorito repipi de nueve años) y<br />
desembarqué siendo un hombre de veinticinco años (una mole fornida y curtida por mil<br />
batallas).<br />
8<br />
Se me ha olvidado deciros lo más importante: la familia Ros Puig, mi familia, se iba<br />
de viaje ya que todos sus hijos habían pasado la prueba (ya lo explicaré más adelante).<br />
No todas las familias podían permitirse un viaje en el Princesa.<br />
La más alta tecnología de navegación iba dentro de<br />
aquel buque. El día de su inauguración casi todas las personas<br />
importantes de la ciudad estaban a bordo y a ningún<br />
policía, que quisiera conservar su empleo, se le ocurriría<br />
incomodar a las damas allí presentes. La presencia policial era considerable<br />
y notoria, si bien únicamente trataban de espantar a cualquiera<br />
que pudiera aguar la feliz estancia, por la que tanto habían pagado,<br />
personajes tan importantes de la sociedad.<br />
Jasper "El puerco", temido en los siete mares, decidió correr el<br />
riesgo. Se había enrolado como cocinero y había colocado a sus<br />
lugartenientes en puestos estratégicos para tener controlada a<br />
toda la tripulación. No lo hacía por el botín que pudiera obtener,<br />
pues les había prometido a sus hombres que sacarían gran tajada:<br />
-Todo lo que encontréis y saquéis será vuestro, menos lo que<br />
hay en la segunda bodega de carga.<br />
-¡No hay segunda bodega de carga!<br />
-Sé de buena tinta que ciertos diamantes están siendo cargados<br />
ahora mismo en el barco. Son prototipos, los tienen que<br />
transportar a una isla desconocida en la cual se llevará a cabo el<br />
experimento más grande jamás contado. Según dicen, esos diamantes<br />
pueden duplicar cualquier material que esté cerca de<br />
ellos.<br />
-... si conseguimos robar uno podríamos duplicar el resto<br />
del botín.