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FICCIÓN Y REALIDAD EN “EL QUIJOTE”<br />

I. El género literario del Quijote.<br />

El autor prefiere llamar historia al libro que escribe, en el sentido, no de invención<br />

ficticia, sino de historia verdadera. Cervantes plantea su obra como una narración que<br />

pretende ser históricamente verdadera, dentro del marco de la ficción, y establece la<br />

diferencia fundamental al narrar no lo que ha ocurrido, sino lo que podría ocurrir.<br />

Américo Castro describe esta paradoja entre lo ficticio y lo real del Quijote con una bella<br />

imagen crítica: "Es como la cumbre de una montaña desde la que pueden contemplarse<br />

dos laderas, la vertiente poética y la vertiente histórica".<br />

II. El narrador.<br />

Aunque el narrador del Quijote es el propio Cervantes y, como tal, empieza en primera<br />

persona: "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...", él<br />

conoce la historia por unos manuscritos traducidos del árabe y escritos por un tal Cide<br />

Hamete Benengueli, descubiertos en el Alcaná de Toledo. Esta es, según Jean<br />

Canavaggio "la más fascinante de las máscaras inventadas por Cervantes para disimularse<br />

y excitar así nuestra curiosidad". La sucesión de narrador - traductor - escritor<br />

añade un tono de verosimilitud histórica a la ficción de fondo.<br />

44<br />

III. La acción.<br />

El Quijote narra las aventuras de Alonso Quijano, un hidalgo manchego trastornado<br />

por la lectura de libros de Caballerías, que sale de su pueblo como un<br />

renovado Amadís para "desfacer entuertos" e intenta convertirse en un héroe<br />

a la manera de los de estos libros, pero en un tiempo que ya no es el de ellos,<br />

y en un lugar, la Mancha, más propicio a ver el paso de los carreteros, las ovejas<br />

o los barberos. Así, Alonso Quijano imagina que cada cosa que le pasa o<br />

cada grupo con el que se encuentra por los caminos no son lo que parecen ser,<br />

sino seres o historias fantásticas sacadas de sus lecturas. Y cuando no halla<br />

justificación para tales cambios afirma que todo es obra de encantamientos.<br />

Cervantes intercala en el libro historias que no tienen una conexión clara con el<br />

resto de la trama y alguna, como la del Capitán Cautivo, presenta claros tintes autobiográficos<br />

y despierta el recuerdo de Lepanto y el posterior cautiverio de Cervantes en<br />

Orán (Cap. XXXIX a XLI). Así, al intercalar historias y mezclar datos autobiográficos<br />

nos pone en ese límite entre la verdad y la mentira y hace aparecer la novela dentro<br />

de la novela.<br />

El libro se estructura en dos partes, de las cuales la segunda, aunque continuación<br />

en todo de la primera, presenta elementos más realistas y asiste a la<br />

mutación de caracteres de los dos protagonistas por la que la locura de uno<br />

contagia la cordura del otro y viceversa. Además, la aparición de El Quijote de<br />

Avellaneda da pie a Cervantes para introducir un nuevo elemento de falsedad<br />

disfrazado de verdad. Ha llegado a oídos de D. Quijote de boca del<br />

bachiller Sansón Carrasco que, tras su segundo retiro en su pueblo, un tal<br />

Avellaneda ha publicado sus aventuras. Tanto el caballero como su escudero,<br />

acompañados en esto por el propio narrador, insisten en la falsedad<br />

de este libro y en el hecho de que el único Quijote verdadero es el de Cide<br />

Hamete. Así, la falsa novela del Quijote se introduce en la propia historia<br />

de Cervantes, renovando el desconcierto entre verdad y falsedad.

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