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38 en Nati; la quería por su simpatía, su sentido del humor, su pelo, pero sobre todo, por su sonrisa. Ella era más bien una persona seria y quizás Nati era de las pocas personas que la hacía reír en los momentos más oportunos. El autobús paró. Una señora mayor con un montón de bolsas subió jadeando. A Nati le parecía raro que a aquellas horas, hubiese tan poca gente, solo ellas, la señora, el conductor y el hombre de la corbata que seguía mirándolas. A esas horas tendría que haber un montón de niños con mochilas gritando, pero ya habían bajado en la anterior vuelta, en la parada del colegio. Nati apretó la mano de Mai y apoyó la cabeza en su hombro. A Nati le encantaba el suave olor del pelo rubio y ondulado de Mai, tanto que podría pasarse la vida oliéndolo. Mai levantó la mano y empezó a acariciar el pelo de Nati mientras olía las rosas que le había regalado. El autobús paró pero no subió ni bajó nadie. La señora de las bolsas hablaba animadamente con el conductor, que volvía la cabeza cada vez que se reía. El hombre de la corbata seguía mirándolas, quizás con más rabia. Nati seguía pensando en decirle algo, pero estaba muy a gusto allí sentada con Mai, que continuaba pensado en el día en que se conocieron. De repente, algo arrancó a Mai de sus pensamientos e hizo a Nati levantar la cabeza de su hombro. Sólo sintió un fuerte pitido, un frenazo y un camión que se acercaba de frente. No les dio tiempo a pensar; se oyó un fuerte golpe, unos gritos; el autobús dio tres vueltas de campana y quedó boca abajo como si fuese chatarra. Mai abrió los ojos como pudo e intentó moverse. Vio al conductor empotrado contra la luna del autobús; el hombre de la corbata intentaba levantarse. Mai buscó a Nati. Cuando la encontró se arrastró hacia ella entre los cristales del autobús y cogió su cabeza entre las manos, pero su pelo ya no era suave, sino que estaba empapado en sangre. Mai gritó a Nati para que abriese los ojos; entonces vio las rosas rojas, que se confundían con la sangre que salía de la cabeza de Nati, o ¿quizás era suya la sangre? Mai volvió a mirar a Nati y mientras oía sirenas a lo lejos, lo comprendió y se dio cuenta de todo lo que iba a suceder. Entonces, la besó en los labios y le dijo: ¿volveremos a vernos?, luego dejó caer su cabeza junto a aquella cabellera antes tan suave y cerró los ojos. Las rosas rojas desaparecieron para siempre entre la sangre de Nati, que poco o a poco se mezclaba en el suelo con los cabellos rojos de Nati y los rubios de Mai. El hombre de la corbata logró salir del autobús. Ya no iba tan limpio como antes. Cuando logró llegar a la acera, se aflojó el nudo se su horrible corbata y volvió a mirar fijamente a Nati y a Mai, pero ahora por otra razón distinta (supongo). Mientras tanto, Nati seguía sonriendo. ISABEL CASTELAO SÁNCHEZ (1º BACH - A) Accésit - Prosa - C

PENA DE MUERTE: ¿JUSTICIA O ASESINATO? ¿Ha de morir un asesino o asesina para suplantar la pérdida de su víctima? ¿No hará esto que el culpable se convierta en víctima dando así lugar a un proceso cíclico inacabable? La pena de muerte no es más que un homicidio legal considerado justo por quienes lo practican y con el que disfrutan, aunque no lo confiesen abiertamente, viendo cómo sufre el condenado durante la ejecución, al tiempo que se brinda un espectáculo público. Pero, ¿es justo que, a finales de 1997, el 37% de los ejecutados en EE.UU. fueran negros, pese a que estos constituyen apenas el 12% de la población? ¿Es justo que, siendo la mitad de las víctimas de homicidio de raza negra, el 83% de las personas ejecutadas fueran acusados de la muerte de una persona blanca? ¿Es justo que desde 1976 hayan sido ejecutados seis blancos por matar a un negro y 112 negros por matar a un blanco? ¿Es justo que el 83% de los condenados a muerte en Filadelfia sean afroamericanos? Quizás, la aplicación de la pena de muerte no sea del todo equitativa, quizás podría percibirse cierto racismo en ella. Quienes apoyan la pena de muerte afirman que el sistema jurídico medita intensamente este tipo de decisiones, pero ¿qué pasa si la persona ejecutada o condenada al corredor de la muerte no es culpable? Desde 1973, 73 hombres y dos mujeres condenados a muerte han sido puestos en libertad tras comprobarse su inocencia. Ante esto la justicia alegará que son fallos del sistema necesarios para que funcione con corrección, pero ¿quién devuelve a esa gente inocente todos los años que ha estado encerrada esperando a que acabasen con su vida, o quién le devuelve la vida a los que han sido ejecutados sin haberse demostrado su culpabilidad? Quienes apoyan la pena de muerte afirman que los presos no sufren mientras están encerrados, incluso he llegado a escuchar afirmaciones como "es que en la cárcel se vive realmente bien, les dan comida y todo". Otros, en cambio, se oponen a la pena de muerte porque creen que los presos no sufrirán lo suficiente y proponen la cadena perpetua en condiciones tan lamentables que los condenados permanezcan en la cárcel muriéndose poco a poco y sin dejar de sufrir. En ambos casos se pretende que la cárcel sea un castigo que implique sufrimiento y no un lugar en el que tratar de reeducar a quienes han delinquido para su reinserción en la sociedad. Cuando se condena a alguien a muerte, se le niega totalmente la posibilidad de una reinserción social. El principal argumento de las personas que están a favor de la pena capital es: "tú estás en contra de la pena de muerte, pero si la víctima de un asesinato fuera alguien de tu familia, ¿no querrías que fuese castigada al mismo destino que tu ser querido?". Esta opinión es suscitada por el deseo de venganza ante la pérdida de alguien importante en nuestra vida, pero ¿va a volver a tu lado esa persona si le quitas la vida a quien la asesinó?, ¿vas a sentir menos tristeza viendo cómo sufre la familia del condenado? La pena de muerte es una medida vengativa, irreversible cuando se aplica de forma equivocada y que atenta contra uno de los derechos humanos universales: el derecho a la vida. ANA PÉREZ MARTÍN (1º BACH - B) 39

PENA DE MUERTE:<br />

¿JUSTICIA O ASESINATO?<br />

¿Ha de morir un asesino o asesina para suplantar la pérdida<br />

de su víctima? ¿No hará esto que el culpable se convierta<br />

en víctima dando así lugar a un proceso cíclico inacabable?<br />

La pena de muerte no es más que un homicidio legal considerado<br />

justo por quienes lo practican y con el que disfrutan, aunque no lo<br />

confiesen abiertamente, viendo cómo sufre el condenado durante la ejecución, al<br />

tiempo que se brinda un espectáculo público.<br />

Pero, ¿es justo que, a finales de 1997, el 37% de los ejecutados en EE.UU. fueran<br />

negros, pese a que estos constituyen apenas el 12% de la población? ¿Es justo<br />

que, siendo la mitad de las víctimas de homicidio de raza negra, el 83% de las personas<br />

ejecutadas fueran acusados de la muerte de una persona blanca? ¿Es justo<br />

que desde 1976 hayan sido ejecutados seis blancos por matar a un negro y 112<br />

negros por matar a un blanco? ¿Es justo que el 83% de los condenados a muerte<br />

en Filadelfia sean afroamericanos? Quizás, la aplicación de la pena de muerte no<br />

sea del todo equitativa, quizás podría percibirse cierto racismo en ella.<br />

Quienes apoyan la pena de muerte afirman que el sistema jurídico medita intensamente<br />

este tipo de decisiones, pero ¿qué pasa si la persona ejecutada o condenada<br />

al corredor de la muerte no es culpable? Desde 1973, 73 hombres y dos mujeres<br />

condenados a muerte han sido puestos en libertad tras comprobarse su inocencia.<br />

Ante esto la justicia alegará que son fallos del sistema necesarios para que funcione<br />

con corrección, pero ¿quién devuelve a esa gente inocente todos los años que<br />

ha estado encerrada esperando a que acabasen con su vida, o quién le devuelve la<br />

vida a los que han sido ejecutados sin haberse demostrado su culpabilidad?<br />

Quienes apoyan la pena de muerte afirman que los presos no sufren mientras<br />

están encerrados, incluso he llegado a escuchar afirmaciones como "es que en la<br />

cárcel se vive realmente bien, les dan comida y todo". Otros, en cambio, se oponen<br />

a la pena de muerte porque creen que los presos no sufrirán lo suficiente y proponen<br />

la cadena perpetua en condiciones tan lamentables que los condenados permanezcan<br />

en la cárcel muriéndose poco a poco y sin dejar de sufrir. En ambos<br />

casos se pretende que la cárcel sea un castigo que implique sufrimiento y no un<br />

lugar en el que tratar de reeducar a quienes han delinquido para su reinserción en<br />

la sociedad. Cuando se condena a alguien a muerte, se le niega totalmente la posibilidad<br />

de una reinserción social.<br />

El principal argumento de las personas que están a favor de la pena capital es:<br />

"tú estás en contra de la pena de muerte, pero si la víctima de un asesinato fuera<br />

alguien de tu familia, ¿no querrías que fuese castigada al mismo destino que tu ser<br />

querido?". Esta opinión es suscitada por el deseo de venganza ante la pérdida de<br />

alguien importante en nuestra vida, pero ¿va a volver<br />

a tu lado esa persona si le quitas la vida a quien la<br />

asesinó?, ¿vas a sentir menos tristeza viendo cómo<br />

sufre la familia del condenado?<br />

La pena de muerte es una medida vengativa, irreversible<br />

cuando se aplica de forma equivocada y que<br />

atenta contra uno de los derechos humanos universales:<br />

el derecho a la vida.<br />

ANA PÉREZ MARTÍN (1º BACH - B)<br />

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