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LAS FLORES<br />

DEL JARDíN<br />

36<br />

Es un día de enero de 1983; Nati se<br />

levanta de la cama (como puede ya que<br />

es muy temprano) y sube la persiana a la<br />

vez que vuelve la cara. La claridad de la<br />

mañana le molesta en los ojos, que aún<br />

lleva entreabiertos por el sueño. Pero esta<br />

mañana algo la hace despejar antes de lo<br />

normal: debe ir a buscar a Mai. Nati mira<br />

el reloj, tiene el tiempo justo, como siempre.<br />

Sale de su habitación con el paso<br />

apurado y se mete en la ducha. En menos<br />

de cinco minutos ya está fuera secándose<br />

el pelo. Nati tiene el pelo rojo como un<br />

atardecer y muy rebelde, y cara de niña;<br />

nunca aparenta la edad que tiene. Nati<br />

vuelve a mirar el reloj, "!joder!", dice, mientras<br />

abre rápidamente el armario buscando<br />

qué ponerse.<br />

Normalmente no se puede decir que<br />

llegue siempre tarde, pero sí casi siempre;<br />

aunque con Mai siempre trata de ser puntual.<br />

"Vísteme despacio que tengo prisa",<br />

dice, mientras intenta ponerse esos<br />

vaqueros recién lavados que tanto cuesta<br />

subir más allá de la cadera. Al tiempo que<br />

busca una camiseta, se da cuenta de que<br />

al salir goteando del baño, ha dejado el<br />

pasillo lleno de agua, "¡Mai me mata!",<br />

piensa mientras va corriendo a por la fregona.<br />

Mientras tanto, Mai ya ha salido de<br />

casa y va pensando si hoy Nati será puntual.<br />

Lleva los ojos sin pintar y las ojeras<br />

casi hasta los tobillos. Es un crimen tener<br />

que levantarse tan temprano. Por un<br />

momento mira al cielo, es un día extraño,<br />

hay demasiada claridad para un día tan<br />

frío y gris. Al bajar la vista se da cuenta de<br />

que tiene un mancha en su camisa,<br />

"¡mierda!", se queja, al darse cuenta de<br />

que ya es demasiado tarde para ir a casa<br />

a cambiarse.<br />

Nati espera el ascensor, pero alguien<br />

está hablando en las escaleras y no le da<br />

la gana de cerrar la puerta. Nati baja apresurada<br />

las escaleras de dos en dos.<br />

Cuando llega al segundo piso se da cuenta<br />

de quién es la que no deja que nadie<br />

use el ascensor, la vieja e hipócrita vecina<br />

del primero. Seguramente subió a cotillear<br />

de alguien y lleva media hora despidiéndose<br />

de su envidiosa "amiga". Nati las<br />

mira y les sonríe falsamente. "Adiós<br />

Renata", le dice la vecina. Nati les dice<br />

adiós ocho escalones más abajo. Piensa<br />

en lo mucho que odia que la llamen<br />

Renata y en la de veces que sorprendió a<br />

las vecinas criticándola por su forma de<br />

vestir o por ser tan joven y vivir sola. "Si no<br />

fuera porque tengo más educación que<br />

ellas y mucha prisa, les diría cuatro cosas<br />

ahora mismo", murmura mientras recuerda<br />

cómo la miran las vecinas cuando sube<br />

a algunos amigos o amigas a su casa.<br />

Nati por fin llega al portal y sale a toda<br />

prisa de él.<br />

Mai espera sentada en el taburete del<br />

bar de siempre. Ha pedido un agua y un<br />

pincho de pollo. A su lado hay un hombre<br />

mal vestido, que huele a vino que apesta<br />

y que seguro venía a tomarse la última<br />

copa antes de irse a dormir. Mira continuamente<br />

a la puerta y al reloj que hay en la<br />

pared. La camarera, Raquel, comenta con<br />

ella lo que pasó el fin de semana. Mai, aún<br />

dormida, no tiene muchas ganas de<br />

hablar. Por fin ve entrar a Nati. De repente,<br />

sus ojos se iluminan y parece que haya<br />

dormido doce horas. Nati le sonríe (siempre<br />

hace lo mismo cuando está con ella),<br />

quizás sea una de las cosas que más le<br />

guste a Mai, la sonrisa de Nati, una dulce<br />

sonrisa,... su eterna sonrisa.<br />

Nati llega a su lado y sus miradas se<br />

cruzan una vez más; quizás se hubieran<br />

besado pero había demasiada gente allí<br />

que no estaba preparada como para ver,<br />

según ellas, un espectáculo tan bonito.<br />

Nati le ha traído dos rosas rojas de su<br />

precioso jardín, que tanto le gusta a Mai;<br />

besa los pétalos y se las da a Mai que las

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