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REVISTA 2007.qxd - educastur.princast

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No me gustó. Para nada. Y dolió muchísimo, pero me aguanté y no les dije nada.<br />

Así día tras día, semana tras semana, mes tras mes… Hasta que me di cuenta de<br />

que aquello que me desagradó se había convertido en algo fundamental para mí,<br />

hasta tal punto que cuando no tenía dinero para comprarlo les robaba descaradamente<br />

cantidades enormes de dinero a mis padres. Ellos por supuesto que se dieron<br />

cuenta, querían hablar conmigo, pero yo no oí ni una sola palabra de lo que me<br />

dijeron. Sólo pensaba en una única cosa, estaba obsesionado. Por aquella cosa<br />

dejé el instituto. Era lo único en el mundo que me hacía sentir bien, despreocupado,<br />

capaz de hacerlo todo. No podía dejar ese aparentemente insignificante polvo<br />

blanco por nada y por nadie…<br />

Un día, cuando volvía a casa del Túnel, me encontré a Mónica, que se me quedó<br />

mirando fijamente, como si hubiese visto a un fantasma.<br />

-Hola, Carlos -me dijo con un hilillo de voz.<br />

-Hola, Moni -le contesté. Pensé que si era amable se largaría más rápido y yo<br />

me podría ir a casa a toda prisa, ya que mi cabeza estaba dando vueltas.<br />

-Bueno… ¿qué tal te va todo? ya no se te ve por el instituto -seguía ella.<br />

-Pssé… no sirve para nada -dije.<br />

Entonces algo se me cayó del bolsillo haciendo mucho ruido. Miré al suelo y vi<br />

mi móvil dividido en trocitos. Solté una palabrota y me puse como loco. Cuando me<br />

tranquilicé un poco, miré a Moni, que se había quedado callada. Estaba agachada<br />

recogiendo algo parecido a una bolsita. ¡Mi bolsita! Me di cuenta de que se me había<br />

caído lo que más apreciaba en el universo .Fui hasta ella con intención de quitarle<br />

la bolsita. Cuando llegué justo delante de su cara me quedé mudo y paralizado.<br />

Mónica estaba llorando silenciosamente.<br />

-Carlos… ¿qué haces con esto? -me preguntó con voz temblorosa.<br />

-Dame eso -le dije en voz muy baja.<br />

-N... no puedo, lo siento, p...pero no puedo… -seguía llorando.<br />

-Escucha..., estoy perfectamente, puedo dejarlo cuando quiera, ¿sabes? -nunca<br />

había dicho una mentira más grande.<br />

-¿Quién eres? Porque tú no eres el Carlos que yo conocía, no eres ni su sombra<br />

-me dijo muy lentamente y casi susurrando.<br />

Después, me tiró la bolsita a las<br />

manos, se dio la vuelta despacio y se<br />

marchó. Vi su silueta alejarse y me<br />

sentí mal. Después de mucho tiempo<br />

sin reaccionar, me sentí realmente mal.<br />

Volví a casa. Mis padres ya estaban<br />

durmiendo. No me oyeron entrar poque<br />

consumen fuertes somníferos para<br />

poder dormir. Me fui a la cama con un<br />

solo pensamiento, el de tirar por la ventana<br />

la bolsita que acababa de dejar en<br />

el cajón. Estaba seguro de que podría,<br />

claro que podría, ¡si solo era una insignificante<br />

bolsita llena de polvo blanco!<br />

No me acuerdo cuándo me fui a la<br />

cama, solo sé que saqué la bolsita del<br />

cajón, la dejé encima de la mesa y…<br />

cuando me desperté, aún estaba allí. GIEDRÉ RICKUTE (3º ESO - D)<br />

Accésit - Cuento - B<br />

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