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gentes que pasaban cerca del edificio<br />
en el que vivía decían que del interior<br />
salían tremendos alaridos. Por esto a<br />
nadie le extrañó oír la noticia que<br />
seguidamente se publicó en los periódicos<br />
del pueblo: él también se había<br />
suicidado. Lo que ninguna persona en<br />
el lugar sabía era que lo había hecho<br />
para dominar el espíritu de María. El<br />
relato de mi abuela terminaba diciendo<br />
que, desde entonces, el espíritu de<br />
María sigue yendo al cementerio para<br />
hablar con su querido Adolfo, ya que<br />
su marido sigue impidiéndole irse de<br />
su lado.<br />
IV<br />
Pedro se propuso volver a ver a<br />
María esa noche. Quería ayudarla a<br />
escapar de su marido.<br />
Bebió unas cuantas tazas de café y<br />
esperó hasta más o menos las cinco<br />
de la mañana, entonces vio llegar al<br />
espíritu y se escondió tras una lápida.<br />
-Hola -dijo cuando María acabó de<br />
pronunciar las mismas palabras que le<br />
había oído la noche anterior.<br />
La mujer se volvió rápidamente,<br />
asustada. Quizás porque sabía quién<br />
era o porque solo le asustaba la idea<br />
de encontrar allí a su marido, la mujer<br />
se tranquilizó al ver que era Pedro<br />
quien le hablaba.<br />
-¿Sabes? -empezó a decirle<br />
Pedro- Sé lo que te pasa, sé que te<br />
quieres escapar de tu marido.<br />
-¡No! ¡Mi marido no! -exclamó<br />
María con una mirada de terror dirigida<br />
por encima del hombro de Pedro.<br />
Entonces el enterrador se giró y vio<br />
a un hombre detrás de él que sujetaba<br />
un puñal. El hombre, que Pedro había<br />
deducido que era el marido de María,<br />
la cogió por el brazo y se la llevó.<br />
Pedro habría intentado detenerlo<br />
pero sentía un terrible dolor en un costado.<br />
Se llevó una mano hacía él y<br />
cuando la retiró la pudo ver llena de<br />
sangre.<br />
Mientras se le nublaba la vista,<br />
Pedro pensaba por qué se había metido<br />
en ese lío, por qué se había empeñado<br />
en ayudar a una mujer que no<br />
conocía de nada cuando él era el solitario<br />
enterrador, ¡ah! Ya sabía por qué.<br />
La mujer era muy hermosa… o eso le<br />
parecía recordar… la imagen de esa<br />
mujer se volvía cada vez más borrosa…<br />
hasta que desapareció. Solo<br />
había oscuridad. En esos momentos,<br />
en la tumba de Adolfo aparecía escrito:<br />
"No te volveré a ver". Al pie de ella<br />
había una rosa roja.<br />
21<br />
ELIANA ÁLVAREZ REIG (4º ESO - B)<br />
1 er Premio - Cuento - B