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Texedores<br />

de<br />

Lletres<br />

Dpto. Lengua Castellana y Literatura - IES “Carreño Miranda”<br />

Nº 6 - Avilés 2007


TEXEDORES DE LLETRES<br />

Revista del Departamento de Lengua Castellana y Literatura<br />

IES “Carreño Miranda” - Avilés<br />

Nº 6 - 2007<br />

Coordinación y diseño:<br />

Jorge Lueje Espina<br />

SUMARIO<br />

2<br />

Consejo de redacción:<br />

Elena González Fernández<br />

José Ramón Iglesias Cueva<br />

Carlos Álvarez Botamino<br />

Mercedes Ruisánchez Gtrrez<br />

Ana Roces Suárez<br />

Deli García Lobo<br />

Agustina Uña Lobato<br />

José Manuel Granda Díaz<br />

Maite Tellechea Palomares<br />

María Macías Martínez<br />

Verónica García Vidal<br />

Portada y contraportada:<br />

Xurde Espina<br />

Departamento LCL<br />

Ilustrador:<br />

Alberto Corcho Taboada<br />

Edita: IES “Carreño Miranda”<br />

Imprime: Ecoprint<br />

Depósito Legal: AS 22632001<br />

Avilés - 2007<br />

Samuel Suárez Murias: John William Polidori........................... 3<br />

Daniel Mayor Álvarez : La caza del guante............................... 4<br />

Raúl Gorostiaga García: Calcetines rellenos............................. 4<br />

Diego Fernández Tobarra: Mamá, ¿vamos a Los Telares?....... 5<br />

Daniel Suárez Díaz: Calcetines al pie tres delicias..................... 5<br />

Ana Vesperinas Castro: ¿Quién soy?........................................ 6<br />

Ramón Verano Pérez: Diario de a bordo.................................... 8<br />

Minerva Peláez Rodríguez: Mi abuela....................................... 11<br />

Patricia Bermúdez Pérez: La tribu............................................. 12<br />

Ana Vesperinas Castro: Brilla el sol.......................................... 14<br />

Beatriz Justel Pardavila: Sirena................................................. 15<br />

Andrea Arduengo Romero: ¿Yo quién soy?............................. 16<br />

Lorena García Vieiro: El problema del agua.............................. 17<br />

Eliana Álvarez Reig: Rosas rojas............................................... 18<br />

Claudia Pérez González: La voz de la soledad.......................... 22<br />

Sandra González Rodrigo: Qué piensan los sapos de las ranas..25<br />

Giedré Rickute: Mi vida y ella..................................................... 26<br />

Laura de la Campa: La felicidad está en ti................................. 28<br />

María Amorín Bayón: Lo que empieza como un juego.............. 29<br />

Laura González Ortiz: Eres tú.................................................... 30<br />

Andrea Arduengo Romero:Carta a Catalina.............................. 31<br />

Yaiza Arias Álvarez: La nariz y el moco.......................................... 31<br />

Samuel Suárez Murias: La muerte del arte................................ 32<br />

Ramón Iglesias Rionda: Feliz Navidad, Juan............................ 35<br />

Isabel Castelao Sánchez: Las flores del jardín.......................... 36<br />

Ana Pérez Martín: Pena de muerte, ¿justicia o asesinato?....... 39<br />

Laura Pérez López: Érase una vez un hombre.......................... 40<br />

Cristina Arango Sánchez : La vida sin sueños no es vida........ 41<br />

Ramón Iglesias Rionda: L’asaltu al castiellu............................. 42<br />

Elena Domínguez Robles: Ficción y realidad en “El Quijote”... 44<br />

Cristina Martín Amorín: Moda: publicidad engañosa................ 46<br />

Premios del Concurso de Fotografía Matemática 2005-2006..... 47


John William Polidori<br />

fue el médico que acompañó al romántico inglés Lord<br />

Byron en sus numerosos viajes por Europa.<br />

En el año 1816, Lord Byron y Polidori pasan una temporada<br />

instalados en Ginebra, Suiza. Allá por el mes de<br />

junio, Byron celebró una reunión que contaba con invitados<br />

ilustres como Percy Shelley y Mary Shelley, su<br />

futura esposa.<br />

En una de esas numerosas reuniones, Byron<br />

propuso el reto de crear la novela más terrorífica de<br />

todos los tiempos. Solo dos de ellos cumplirían el reto,<br />

Mary Shelley, con Frankestein, y Polidori, con El Vampiro.<br />

Tres años más tarde será publicado el relato de Polidori en el New Monthy<br />

Magazine, pero atribuido a Lord Byron. Incluso Goethe lo considerará como una<br />

de las mejores obras de Byron.<br />

Meses más tarde se rectificaría el error y sería puesto bajo el nombre de<br />

Polidori, aunque con las protestas y reclamaciones de Byron.<br />

Nace con esta obra el primer vampiro romántico, que abandonaba así la<br />

imagen folclórica. Se dice que Polidori se inspiró en la vida juerguista de Byron<br />

y que el personaje representaría a un vampiro psíquico, tal y como era Byron con<br />

Polidori. Con este relato, y a través del protagonista, al que presentó con rasgos<br />

aristocráticos, sofisticados y misteriosos, Polidori hace una metáfora de su relación<br />

con el Lord, en la que su personalidad era vampirizada por Byron.<br />

Este cambio de visión y la originalidad del relato, causó un gran impacto<br />

en la sociedad, lo que provocó la producción de numerosas traducciones y ediciones,<br />

aunque nunca consiguió hacer sombra a la obra de Shelley, Frankestein.<br />

El vampiro de Polidori servirá de inspiración y base para autores como<br />

Bram Stoker (Drácula), Edgar Allan Poe (Berenice), Tolstoi (La familia<br />

Vourdalak)…<br />

La obra posee todos los rasgos característicos<br />

de la literatura romántica. El autor, influenciado por las<br />

obras de Byron y por su afición a esta nueva corriente<br />

literaria, se esmera no solo en recrear escenas típicamente<br />

románticas, sino en dar vida a un protagonista,<br />

Lord Ruthven, que posee muchas características de<br />

los personajes románticos.<br />

Lord Ruthven aparte de tener muchas cualidades<br />

de los héroes románticos, es, como ya he dicho<br />

Lord Byron<br />

antes, prácticamente el mismísimo Byron pasado a la<br />

literatura. Lord Ruthven refleja la vida juerguista de Byron, pero también sus<br />

pasiones y sus aventuras amorosas, tanto con bellas mujeres, como con apuestos<br />

hombres.<br />

Con este corto relato Polidori no solo hizo una obra que recoge todos los<br />

rasgos románticos, sino que revolucionó el mito del vampiro y reflejó en él al<br />

grandísimo escritor Lord Byron.<br />

SAMUEL SUÁREZ MURIAS (2º BACH - B)<br />

3


RECETAS<br />

LITERARIAS<br />

LA CAZA DEL GUANTE<br />

Los guantes son unas criaturitas de cuatro patas y una cola, popularmente<br />

llamada pulgar, que siempre van en parejas. Su hábitat natural son las tiendas<br />

y, aunque pequeños, son inteligentes, pues está demostrado que saben<br />

contar hasta cinco.<br />

Para cazar a este preciado animal en su entorno natural se coloca un billete<br />

de diez o de veinte euros en el suelo (está demostrada la irresistible atracción<br />

que sienten por el dinero). Cuando los guantes estén distraídos mirando<br />

los billetes, limítese a escoger los que más le gusten y lléveselos para casa.<br />

4<br />

Por último, con los guantes a buen recaudo, ya puede empezar a<br />

prepararlos. Hay numerosas recetas: a la plancha, fritos, al horno...<br />

pero también puede quedárselos como animales de compañía que<br />

cuando advierten que su dueño tiene las manos frías corren presurosos<br />

a calentárselas.<br />

DANIEL MAYOR ÁLVAREZ (4º ESO - A)<br />

CALCETINES RELLENOS<br />

El calcetín es un fruto exquisito. Sobre todo si es de pura lana.<br />

Se cuece al pie, que no al dente, durante dos o tres días, en agua<br />

con una gota de mimosín dulce, para así obtener una textura más suave.<br />

Se rellenan al gusto, nunca con queso, porque la mezcla resulta algo<br />

desagradable.<br />

Una vez relleno, se reboza en cánfor y se cuelga en el tendal hasta<br />

solidificar.<br />

Una o dos semanas después, servir frío y con ensalada de bolitas.<br />

RAÚL GOROSTIAGA GARCÍA (4º ESO - D)


MAMÁ, ¿VAMOS A “LOS TELARES”?<br />

Últimamente mis padres están algo enfadados conmigo, pues dicen que,<br />

aunque esté en la edad, como demasiado y pico a deshora.<br />

Pero es que una irresistible tentación me invade cuando miro la tele y<br />

siento el delicioso tacto de los cojines.<br />

No puedo remediarlo y poquito a poco muerdo las esquinitas hasta devorarlos<br />

enteros.<br />

Como podréis imaginar, duermo sin almohada y paso frío por las noches.<br />

Apenas tengo ropa porque me vuelvo loco al ver una chaqueta de lana bien<br />

cuidada o unos vaqueros nuevos.<br />

Por eso, en mi casa me tienen prohibido acercarme al tendal o a la lavadora.<br />

DIEGO FERNÁNDEZ TOBARRA (4º ESO - D)<br />

5<br />

CALCETINES AL PIE<br />

TRES ESTACIONES<br />

El calcetín también es un roedor comestible de<br />

hasta más de medio m e t r o d e l a r g o .<br />

No es recomendable hacerlo en verano, salvo que<br />

sea de hilo y se aliñe con sandalias de diferente color,<br />

pero resulta mejor en las otras estaciones del año.<br />

Para esto se toma el calcetín con ambas manos y se introduce el<br />

pie por la abertura. Dependiendo de la forma hay que introducir el pie derecho<br />

o el pie izquierdo, vigilando siempre el tamaño de las u ñ a s .<br />

Aunque al principio su carne es fibrosa, se irá ablandando y aromatizando<br />

según vaya pasando el t i e m p o.<br />

En el otoño, invierno y primavera está exquisito, sobre todo por<br />

las mañanas.<br />

DANIEL SUÁREZ DÍAZ (4º ESO - A)


¿QUIÉN SOY?<br />

>, pensaba mientras caminaba entre la multitud. Su mente<br />

se fue despejando como la niebla se disipa después de permanecer largo tiempo<br />

envolviendo un lugar, salvo que ignoraba cuánto podía haber sido ese largo<br />

tiempo, ¿horas?, ¿días?, ¿quizá semanas?<br />

6<br />

Intentó frenar, pero la marea de gente entre la que se hallaba, no se lo permitía.<br />

Los observó, hombres y mujeres avanzaban lenta, pero inexorable-mente<br />

hacia alguna parte, saltando, gritando, con enormes pancartas que les hacían<br />

parecer un mar de colores cuyas olas, avanzando siempre en un mismo sentido,<br />

protestaban al chocar contra las rocas.<br />

Se miró las manos por primera vez desde que despertara:<br />

>, recordó. Intentó seguir rememorando algo más, pero<br />

le resultó imposible, tenía la mente en blanco.<br />

>, pensó desolada.<br />

, susurró.<br />

Miró a su alrededor, curiosa, buscando algo que le diera alguna pista sobre<br />

su identidad. No encontró nada.<br />

Siguió avanzando, intentando ignorar las voces de la gente entre la que se<br />

encontraba, que se acumulaban en sus oídos y amenazaban con trastornar aún<br />

más su débil mente. Pero una voz dio al traste con todos sus esfuerzos, una que<br />

se alzó sobre todas las demás.<br />

-¡Sue!<br />

Aquella voz dulce, melodiosa y tan sumamente familiar se coló en sus oídos<br />

y se hundió en su corazón, despertando así emociones olvidadas. Aque-lla voz<br />

que provocaba en ella sentimientos tan contradictorios: por una parte deseaba<br />

correr a su lado porque sospechaba que ella tenía las respuestas a todas sus<br />

preguntas. Por otra, se asustó de la intensidad de lo que despertaba en su interior.<br />

Pero no tuvo tiempo de decidir qué hacer, porque la voz decidió por ella,<br />

encarnada en la figura de un muchacho castaño que sorteaba a la gente para


conseguir acercársele. Cuando llegó a su lado clavó en ella sus ojos azules,<br />

unos ojos misteriosos y fascinantes que la cautivaron desde el primer momento.<br />

-¡Hola, Sue! -su cálida sonrisa se borró inmediatamente de su cara nada<br />

más ver la palidez de la muchacha y el estado en el que se encontraba.<br />

La recogió justo a tiempo para evitar que cayera al suelo. Ella se lo agradeció<br />

con una cansada sonrisa.<br />

-¡Sue! ¿Qué te ha pasado?<br />

Ella abrió mucho los ojos mientras imágenes borrosas cruzaban su mente.<br />

Se llevó una mano a la cabeza.<br />

-Un autobús… accidente… un golpe en… ¡mi<br />

cabeza! - gimió.<br />

El chico comprendió.<br />

-¿Quién soy?<br />

-¿Has perdido la memoria? ¿No<br />

te acuerdas de nada? -Ahora era<br />

él el que estaba sorprendido.<br />

Sue se apoyó en él para<br />

poder incorporarse.<br />

-Tengo que llevarte a un hospital,<br />

Sue, tiene que verte un<br />

médico.<br />

7<br />

-¡No! Ahora recuerdo que me<br />

llamo Sue, pero quiero saber más.<br />

¿Qué hago aquí? ¿Quién eres tú?<br />

Él suspiró, resignándose:<br />

-Yo soy Erik, tu novio y habíamos<br />

quedado aquí para ir juntos a<br />

esta manifestación.<br />

“Cuando se es amado, no se duda de nada,<br />

cuando se ama se duda de todo.”<br />

Gabrielle Sidonie (Colette)<br />

-Mi… ¿novio?<br />

Ella parecía muy aturdida.<br />

Por toda respuesta él se inclinó y la besó con suavidad, con la esperanza de<br />

hacerle recordar algo de esta manera. Así, aquellas emociones que llenaban su<br />

corazón resurgieron con más fuerza que hasta entonces, y fue en aquel beso en<br />

el que comprendió con más claridad que nunca qué era aquello que estaba sintiendo:<br />

amor, y supo que habiendo encontrado este sentimiento, no necesitaba<br />

nada más: ella era Sue y estaba enamorada.<br />

Por su parte, Erik entendió la angustia de su amiga, porque no hay peor tortura<br />

para una persona que desconocerse a sí misma.<br />

ANA VESPERINAS CASTRO (2º ESO - A)<br />

1 er Premio - Cuento - A


Diario de a bordo<br />

Día 23<br />

No es normal empezar una historia por el capítulo 23, aunque todos alguna vez<br />

hemos leído el final del libro antes de acabar el primer capítulo. Sin embargo yo he<br />

empezado a escribir mi diario por el capítulo 23. "Has perdido el resto", dirán unos; "el<br />

principio ha sido censurado", dirán otros... La verdad es que todos tenéis razón: el principio<br />

de mi historia ha ido deteriorándose en mis innumerables viajes, en mis idas y<br />

venidas he perdido parte de los capítulos y el poco interés del resto de la tripulación por<br />

contar nuestras memorias ha dificultado aún más el trabajo. Otra parte ha sido omitida<br />

por lo aburrido de los diálogos, o por mis propios intereses.<br />

No sabía cómo empezar y os he hecho esta pequeña aclaración para que entendierais<br />

que embarqué siendo un niño de nueve años (un señorito repipi de nueve años) y<br />

desembarqué siendo un hombre de veinticinco años (una mole fornida y curtida por mil<br />

batallas).<br />

8<br />

Se me ha olvidado deciros lo más importante: la familia Ros Puig, mi familia, se iba<br />

de viaje ya que todos sus hijos habían pasado la prueba (ya lo explicaré más adelante).<br />

No todas las familias podían permitirse un viaje en el Princesa.<br />

La más alta tecnología de navegación iba dentro de<br />

aquel buque. El día de su inauguración casi todas las personas<br />

importantes de la ciudad estaban a bordo y a ningún<br />

policía, que quisiera conservar su empleo, se le ocurriría<br />

incomodar a las damas allí presentes. La presencia policial era considerable<br />

y notoria, si bien únicamente trataban de espantar a cualquiera<br />

que pudiera aguar la feliz estancia, por la que tanto habían pagado,<br />

personajes tan importantes de la sociedad.<br />

Jasper "El puerco", temido en los siete mares, decidió correr el<br />

riesgo. Se había enrolado como cocinero y había colocado a sus<br />

lugartenientes en puestos estratégicos para tener controlada a<br />

toda la tripulación. No lo hacía por el botín que pudiera obtener,<br />

pues les había prometido a sus hombres que sacarían gran tajada:<br />

-Todo lo que encontréis y saquéis será vuestro, menos lo que<br />

hay en la segunda bodega de carga.<br />

-¡No hay segunda bodega de carga!<br />

-Sé de buena tinta que ciertos diamantes están siendo cargados<br />

ahora mismo en el barco. Son prototipos, los tienen que<br />

transportar a una isla desconocida en la cual se llevará a cabo el<br />

experimento más grande jamás contado. Según dicen, esos diamantes<br />

pueden duplicar cualquier material que esté cerca de<br />

ellos.<br />

-... si conseguimos robar uno podríamos duplicar el resto<br />

del botín.


-Demasiado peligro para uno solo.<br />

-Os necesito distrayendo a todos los demás. Recordad: tapaos la cara y no dejéis<br />

huellas.<br />

A media noche no podía dormir. Como me aburría decidí que era el momento de<br />

amortizar el dinero que se habían gastado mis padres y me dejé caer por el cine a ver<br />

una sesión continua. Para mi mala fortuna, al volver, cansado y somnoliento, me di<br />

cuenta de que me había perdido. Para acabar con la racha de mala suerte, me vi en<br />

un sitio que no conocía de nada puesto que leí: “segunda bodega de carga”. Pensé que<br />

estaba en un sueño y para acabar de reafirmar mis elucubraciones vi a un hombre. Sí,<br />

aquel hombre me sonaba de algo, ¡claro que me sonaba! Era el chef. Lo que me había<br />

confundido era no verlo embutido en aquel delantal blanco, sino en ropa negra y en<br />

vez de moverse como el pato mareado que era en la cocina, se me había presentado<br />

moviéndose con el sigilo de un gato.<br />

-¡Eh tú, chico! ¿Qué haces levantado a estas horas?<br />

-Ehhh..., ummm..., yoooo...<br />

Sentí un objeto contundente que me golpeaba en la<br />

cabeza. Todo era una nube confusa, el cocinero, el camarero,<br />

... hacía frío.<br />

Día 26. La venganza de la reina Ana y el capitán Jasper<br />

Como habréis notado faltan tres días, pero esta vez es<br />

que del golpe tan fuerte que me habían dado me creyeron<br />

muerto. Cuando desperté todos se llevaron un buen susto<br />

menos aquel hombre, que, pese a todos los años que luego<br />

pasé con él, sigue siendo para mí un misterio. A diferencia<br />

de los demás piratas era culto, sabía leer y escribir, tenía<br />

varias carreras; desde un primer momento pensé que era<br />

de noble cuna y vosotros también lo habríais creído si lo<br />

hubierais visto. Se diferenciaba del resto de la tripulación por<br />

su elegancia, sus maneras en la mesa y en el combate. Era Jasper y la única razón<br />

para apodarse "el puerco" era infundir miedo.<br />

9<br />

Sus ataques eran temidos en los cinco océanos y en los siete mares. Desde Bering<br />

hasta El Cabo, desde Bahamas hasta El Bósforo cualquier ciudad costera o nave debía<br />

temer divisar la bandera de Jasper. Pero él no era de esos piratas que ganaban la fama<br />

por sus innumerables batallas, saqueos o matanzas, ni de los que se jactan ante los<br />

inferiores, no. Sus ataques se temían por su semejanza a los de un parásito: dejaba los<br />

barcos como conchas vacías con lo suficiente para llegar hasta el puerto más cercano<br />

(otra prueba más de su extraña humanidad, despreciada por unos pocos y admirada<br />

por la mayoría). Sin embargo, en las ciudades era más complicado: nunca las agotaba<br />

en el saqueo, siempre dejaba algo para que pudieran recuperarse.<br />

Él sabía que yo no estaba muerto y, según me contaron después, había evitado<br />

varias veces que el resto de la tripulación me tirara por la borda.<br />

Lo primero que pensé al ver que estaba en otra embarcación fue que el Princesa<br />

se había hundido y éramos los únicos supervivientes. Fue tanta la impresión que mi<br />

cerebro se refugió de nuevo en la inconsciencia.<br />

Sentí cómo me echaban un cubo de agua fría por la cabeza. Estaba en el camarote<br />

del capitán. Lo que entonces se dijo quedó grabado a fuego en mi memoria, allí se


decidiría mi futuro. ¿Sería pasto de los tiburones? ¿Me canjearían<br />

como rehén?<br />

-Por favor, no me haga daño, no diré nada.<br />

-Lo siento, hijo, me has visto a mí y a la tripulación y<br />

no voy a quebrantar mi regla de oro: "ser un fantasma".<br />

-Pero…, no me mate por favor.<br />

-Oh no, por supuesto que no. No me gustaría<br />

mancharme las manos con un asesinato. Aquí tienes<br />

las llaves de tu camarote, dentro tienes todo lo<br />

que un pirata puede necesitar. Antes de irte quiero contarte<br />

una cosa: seguro que has visto esa película tan<br />

antigua en la cual el capitán de un barco hace un trato<br />

con una especie de demonio de mar para que le saque su precioso<br />

barco del fondo. Yo no he hecho tratos con ningún<br />

demonio pero este barco perteneció al mayor pirata de<br />

todos los tiempos: "Barba Negra". El barco, La Venganza de la Reina Ana, se dio por<br />

desaparecido cuando "Barba Negra" abandonó a sus lugartenientes tras encallar cerca<br />

de la costa y… nadie sabe que la nave se salvó.<br />

Había visto la película: al final un pulpo gigante se come al capitán. Vana esperanza.<br />

Desde ese momento decidí el lema para el resto de mi vida: "La vida es un asco,<br />

pero hay que buscar la manera de sonreír" y yo la tenía…<br />

10<br />

Día... Reykjanes<br />

Jasper, nieto de Barba Negra, era el último de su dinastía de piratas y el que remataría<br />

una tarea iniciada ochenta años atrás: evitar alterar el equilibrio natural de las<br />

cosas: duplicar porque sí es tontería y además es peligroso, por mucho poder que se<br />

consiga con ello.<br />

Tras abandonar el Princesa, con los diamantes duplicadores en su poder, Jasper<br />

ordenó rumbo hacia la costa oeste de Islandia. Frente al cabo Reykjanes fondeó La<br />

Venganza de la Reina Ana y allí desembarcaron el capitán y sus hombres de más confianza.<br />

Tras ganar tierra sin ser vistos, alcanzaron una cueva en la parte baja de los<br />

acantilados a la que sólo se podía llegar por mar, a riesgo de que las olas del Atlántico<br />

norte los triturasen contra las rocas.<br />

Con el medallón que había heredado de su abuelo consiguió abrir la trampilla construida<br />

ochenta años atrás, que daba acceso a una sala en la que un géiser de barro hirviente<br />

ocupaba todo el espacio central y en la que, por fin, Jasper pudo concluir la tarea<br />

iniciada por Barba Negra: destruir los diamantes duplicadores tirándolos dentro de<br />

aquella especie de inmensa olla borboteante de barro grisáceo que, por su composición<br />

y temperatura, era la única<br />

forma en que el extraño carbono<br />

multiplicador pasase a formar parte<br />

de la energía general de la tierra sin<br />

posibilidad de recuperar las características<br />

que tantos problemas<br />

había causado.<br />

Fueron piratas y comieron de<br />

todo menos ratas.<br />

RAMÓN VERANO PÉREZ (1º ESO - D)<br />

2 º Premio - Cuento - A


Mi abuela<br />

Mi abuela<br />

nació el 19<br />

de enero de<br />

1932. Eran siete<br />

hermanos.<br />

Su familia era<br />

pobre. Su padre<br />

era maestro de escuela (de aquella se decía: "Ganas menos que un<br />

maestro de escuela").<br />

Ella y sus hermanos intentaban conseguir dinero de muchas maneras,<br />

subiéndose a los árboles para tirar piñas, cogiendo carbón de una<br />

fábrica sin que los vieran los obreros y también recogiendo frutos<br />

del eucalipto para venderlos en farmacias. Pero vendiendo todo eso<br />

sólo podían comer berzas con calabaza o sangre de las vacas que iban<br />

a buscar al matadero, o también caracoles que iba a recoger muy<br />

temprano, hiciera frío o calor.<br />

11<br />

Sólo tenía un vestido y unas zapatillas, no había abrigos para el<br />

invierno, y al volver a casa, cuando hacía mucho frío, su abuelo le<br />

metía las manos en agua templada y ella gritaba de dolor.<br />

Dormían cuatro hermanos en una cama, dos para la parte de la<br />

cabecera y otros dos para los pies. El colchón de las camas era de<br />

hoja de maíz y el forro de la tela, de saco.<br />

Como su padre era maestro, vivieron en varios sitios de Asturias,<br />

pero cuando estaban en Bayo tenía que recorrer ocho kilómetros,<br />

hasta Grado, para comprar el pan. Iban una vez cada ocho días, y ese<br />

era el pan que tenían.<br />

En la única fecha que comían un poco mejor era en las Navidades, y<br />

por esa razón todo el mundo las esperaba con gran entusiasmo.<br />

MINERVA PELÁEZ RODRÍGUEZ (1º ESO - A)


La<br />

tribu<br />

Nos dirigíamos a buscar alimentos cuando de pronto oímos los<br />

llantos de un bebé. Corrimos hacia el sitio de donde venían los sonidos.<br />

Cuando llegamos, nos encontramos un bebé de piel blanca.<br />

Parecía como si lo hubieran dejado allí para que alguien lo recogiera.<br />

Nosotros no sabíamos qué hacer, nunca habíamos dejado entrar<br />

en nuestra tribu a nadie que no fuera de nuestra raza.<br />

12<br />

En la tribu de los Masai teníamos unas normas y una de ellas<br />

era que jamás se podría dejar entrar en la tribu a nadie que no fuera<br />

de nuestra raza. Pero sólo era un bebé, no podía ser malo. Así que<br />

decidimos llevarlo con nosotros.<br />

Una mujer de nuestra tribu decidió quedársela y la bautizó con<br />

el nombre de Trinidad. Así pasaron dieciséis años.<br />

Trinidad era ya toda una mujer y, por extraño que parezca,<br />

heredó un don que sólo lo pueden tener personas de la tribu de<br />

los Masai. Este don permite convertirse en cualquier<br />

tipo de animal con tan solo mirarlo a los<br />

ojos fijamente.<br />

Trinidad utilizaba este don cuando otra tribu<br />

nos atacaba. Lo utilizaba como camuflaje y de<br />

esta manera muchas veces salvó nuestros alimentos<br />

y armas.<br />

Cada cien años una nueva persona<br />

tenía este don y recibía el nombre de: El<br />

Narackna<br />

Cuando los aventureros e investigadores<br />

se enteraron de esto, deci-


dieron ir a capturarla, principalmente un aventurero<br />

llamado Kater, que en realidad no<br />

tenía interés en capturarla, sino más<br />

bien en verla.<br />

Cuando Kater llegó a nuestro<br />

poblado, todos empezamos a correr<br />

a por nuestras armas y Trinidad fue a<br />

buscar un león para transformarse en<br />

él.<br />

Kater decía que no nos iba a hacer<br />

daño, pero ninguno de nosotros le creíamos. Dos hombres de la tribu<br />

corrieron hacia él para matarle, cuando de pronto... un león gigantesco<br />

se acercó lentamente y se lanzó sobre Kater sin pensarlo dos<br />

veces. Una vez encima de él se dio cuenta de que no tenía intención<br />

de hacerles nada y le dejó en paz. Trinidad se levantó y se convirtió<br />

en mujer.<br />

Kater se quedó asombrado. Sabía que acababa de encontrar a<br />

El Narackna. Cuando se levantó lo primero que hizo fue preguntarle<br />

cómo había hecho la transformación, pero ella no le quiso decir<br />

nada. De pronto unos coches con gente armada se acercaron al<br />

poblado. No venían con intención de ver a El Narackna, sino para<br />

matarla. Nosotros nos intentamos defender, pero<br />

muchas personas de la tribu acabaron muertas o<br />

mutiladas y al final consiguieron atrapar al El<br />

Narackna.<br />

13<br />

La mantuvieron encerrada en una jaula durante<br />

tres noches sin darle de comer ni de beber, y cada<br />

poco, como diversión, le pegaban unos cuantos latigazos.<br />

Trinidad casi se muere, pero al pasar<br />

un elefante frente a la jaula donde la tenían<br />

encerrada, se convirtió en él y consiguió escapar.<br />

De pronto apareció Kater y se convirtió otra<br />

vez en mujer. Kater y algunos hombres de la<br />

tribu consiguieron matar a todos los hombres<br />

que la habían capturado y regresaron al poblado.<br />

Unos años más tarde Kater y Trinidad<br />

se casaron y tuvieron cinco hijos. Nunca nos<br />

abandonaron y siempre nos ayudaron en los<br />

momentos más difíciles.<br />

PATRICIA BERMÚDEZ PÉREZ (1º ESO - D)<br />

Accésit - Cuento - A


B R I L L A E L S O L<br />

Brilla el sol,<br />

enorme esfera ardiente<br />

sobre la gran cúpula azul<br />

que aleja las tinieblas<br />

regalándonos su luz.<br />

Y ahora, triste estás,<br />

porque el cielo tiene una herida<br />

que no se puede sanar.<br />

14<br />

Mira en aquel bosque.<br />

Corre un animal<br />

sobre un manto de flores<br />

que dejan el tiempo pasar,<br />

sin intentar dar vuelta<br />

dejándose llevar.<br />

Y observa ahora ese árbol,<br />

que arroja en llanto todo su pesar,<br />

porque el cielo tiene una herida<br />

que no se puede sanar.<br />

Y en algún pueblo pequeño<br />

un niño juega al balón,<br />

derrama lágrimas frías<br />

ahogando así su dolor,<br />

porque la naturaleza tiene una herida<br />

que no se puede sanar<br />

y el día que ésta se muera<br />

¿adónde se irá a jugar?<br />

ANA VESPERINAS CASTRO (2º ESO - A)<br />

1 er Premio - Poesía - A


S i r e n a<br />

Soy una sirena,<br />

vivo en el fondo del mar,<br />

soy una sirena,<br />

a la que le gustaría bailar.<br />

Pero tengo envidia,<br />

envidia me da,<br />

tanta gente con piernas,<br />

y yo sin poder bailar.<br />

Un día conocí a un chico,<br />

navegando en alta mar,<br />

era tan apuesto,<br />

que el baile me hizo olvidar.<br />

15<br />

Me llevó por muchos mares,<br />

y en una isla tropical,<br />

me enseñó con detalle,<br />

que sin baile, se es feliz igual.<br />

Ya no tengo envidia,<br />

de no poder bailar,<br />

porque el chico que amo,<br />

me llena de felicidad.<br />

BEATRIZ JUSTEL PARDAVILA (1º ESO - C)<br />

2º Premio - Poesía - A


¿Yo? ¿Quién soy?<br />

Soy un gato, una naranja y un parchís.<br />

También unos pendientes de estrella<br />

como los que lleva ella,<br />

y a veces un ratón<br />

que se transforma en un camión.<br />

Soy la autovía<br />

por la que circula tu tía.<br />

Me pongo el abrigo y la bufanda<br />

y me voy al Carreño Miranda.<br />

16<br />

ANDREA ARDUENGO ROMERO (1º ESO - C)<br />

Accésit - Poesía - A


EL PROBLEMA<br />

DEL AGUA<br />

17<br />

“Mira, Manolo, en pueblu ficieron munches<br />

cases nueves y a dellos vecinos<br />

fálta-yos el agua. ¿Qué podemos facer?<br />

LORENA GARCÍA VIEIRO (1º ESO - B)<br />

Accésit - Llingua Asturiana - A


18<br />

ROSAS ROJAS<br />

oy, al levantarme, me he acordado<br />

de una vieja historia que<br />

me contó un enterrador de un pequeño<br />

cementerio de Sevilla.<br />

Yo me había dirigido allí al enterarme<br />

de que había muerto la madre de<br />

un amigo, pero cuando llegué ya no<br />

quedaba nadie en el cementerio aparte<br />

del enterrador, por lo que le tuve<br />

que preguntar al hombre en cuestión<br />

dónde estaban las personas que<br />

debían haber ido al entierro.<br />

-¿Un entierro? ¿Aquí? Es imposible,<br />

aquí no viene nadie desde que se<br />

descubrió muerto a un antiguo enterrador.<br />

Era invierno, hacía frío, un frío que<br />

paralizaba y helaba la sangre de todo<br />

aquel que se atreviese a salir de su<br />

casa. En el cementerio casi nunca<br />

había nadie, aparte del solitario enterrador.<br />

Por eso le extrañó a Pedro, el<br />

joven que desarrollaba ese trabajo,<br />

ver cómo una mujer se abría paso<br />

entre la niebla de ese lugar hasta llegar<br />

a una tumba, sobre la que depositó<br />

una rosa roja.<br />

Pedro no pudo evitar fijarse en<br />

ella: era hermosa, muy hermosa, pero<br />

transmitía una tristeza sobrecogedora.<br />

En sus ojos, atentos a todo lo que se<br />

I<br />

movía en la niebla que se había posado<br />

delicadamente sobre las lápidas,<br />

se podía ver el miedo que le producía<br />

estar en ese lugar.<br />

El enterrador se quiso acercar a<br />

ella pero, en cuanto la mujer oyó el<br />

ruido de sus pisadas, salió corriendo<br />

con una expresión de terror en el rostro.<br />

Movido por la curiosidad, Pedro se<br />

acercó a la tumba sobre la que la hermosa<br />

mujer había dejado la rosa. La<br />

lápida no tenía ningún nombre grabado,<br />

únicamente constaba una frase:<br />

"Pronto estaremos juntos".<br />

II<br />

Desde aquella noche, Pedro no<br />

podía dejar de pensar en la misteriosa<br />

mujer y en la tumba en la que no aparecía<br />

nombre alguno. Esperaba todas<br />

las noches cerca del lugar en el que<br />

se encontraba cuando vio a la mujer,<br />

con la esperanza de que volviese,<br />

pero ella no aparecía.<br />

La curiosidad por saber quién era<br />

la mujer y qué hacía allí se acabó convirtiendo<br />

en obsesión. Muchos vecinos<br />

iban al cementerio a visitar la<br />

tumba de algún ser querido; Pedro<br />

aprovechaba la ocasión y preguntaba<br />

a todo el que a la tumba se acercaba<br />

si sabía quién reposaba en ella.<br />

De todos los vecinos obtenía la<br />

misma respuesta:<br />

-No lo sé, esta tumba lleva aquí<br />

desde que tengo uso de razón.<br />

Pedro empezaba ya a creer que<br />

nunca podría saber nada de la mujer,<br />

cuando una de las más ancianas vecinas<br />

del pueblo, al hacerle la pregunta<br />

que tenía por costumbre formular, le<br />

respondió algo que alimentó más su<br />

curiosidad:


formularse nuevas preguntas:<br />

¿la mujer de la rosa de la historia<br />

de la anciana sería la<br />

misma que él había visto?<br />

¿Cómo era posible que cambiase<br />

la escritura de una lápida?<br />

Al no poder encontrar la<br />

respuesta a ninguna de estas<br />

preguntas, se prometió mantenerse<br />

despierto toda la noche<br />

para ver a la mujer, pues, aunque<br />

no la había visto ninguna<br />

de los días anteriores, estaba<br />

convencido de que la mujer<br />

acudía siempre. Esa noche la<br />

volvería a ver.<br />

III<br />

-Esta tumba lleva aquí muchos<br />

años y nunca nadie ha sabido decir el<br />

nombre de la persona aquí enterrada<br />

-le dijo la anciana como el resto de<br />

vecinos-. Cuando yo era niña mi abuela<br />

me contaba una historia sobre la<br />

inscripción que consta en ella, pero<br />

me parece recordar que la frase era<br />

"Siempre te querré"… perdona hijo, mi<br />

memoria no es lo que era… pero de lo<br />

que sí estoy segura es de que, en la<br />

historia de mi abuela, aparecía una<br />

mujer que dejaba todas las noches<br />

una flor en…<br />

-¿Una mujer? -dijo sorprendido<br />

Pedro- y dígame usted, señora, esa<br />

flor que dejaba, ¿no sería por casualidad<br />

una rosa roja?<br />

-Pues… no estoy segura, pero<br />

ahora que lo dices… creo que sí… ¡Sí!<br />

Sin ninguna duda te puedo decir que<br />

la flor era una rosa roja.<br />

Pedro le dio vueltas a la conversación<br />

con la vecina durante muchos<br />

días, pero lo único que conseguía era<br />

Consiguió quedarse despierto<br />

bebiendo varias tazas<br />

de café durante todo el día y,<br />

al caer la noche, se situó en el<br />

lugar desde donde la había<br />

visto. Esperó y esperó, pero la mujer<br />

no aparecía.<br />

Pasaron las dos de la mañana, las<br />

tres, las cuatro, y nadie llegaba al<br />

cementerio. De pronto, Pedro escuchó<br />

un sonido de pisadas, y allí estaba<br />

ella, tan hermosa como la recordaba.<br />

Esta vez Pedro se acercó más<br />

silenciosamente que la otra vez, por lo<br />

que no le oyó, y se escondió tras una<br />

lápida al oír que decía algo.<br />

-No te preocupes querido, un día<br />

mi marido se cansará de tenerme atrapada<br />

sin poder ir contigo y me dejará<br />

marchar, te lo aseguro. Y así tú y yo,<br />

Adolfo y María, después de esperar<br />

tanto y tanto tiempo, podremos estar<br />

juntos para toda la eternidad.<br />

Y diciendo esto, la mujer, María,<br />

depositó la rosa y se alejó sin darle a<br />

Pedro la oportunidad de decirle nada.<br />

Pero Pedro ya tenía algo, sus nombres:<br />

María y Adolfo. Un poco apena-<br />

19


do por no haber podido hablar con<br />

María, Pedro se fue a dormir, pues ya<br />

eran las seis de la mañana.<br />

Al día siguiente Pedro fue a ver los<br />

archivos de los enterramientos. El<br />

único Adolfo que constaba en ellos<br />

había sido enterrado hacía más de<br />

noventa años, y decía que había<br />

muerto a manos del marido de su<br />

amante.<br />

que prácticamente no la dejaba salir<br />

de casa, salvo para comprar la comida.<br />

Un día el marido descubrió a los<br />

dos amantes juntos y, en un ataque de<br />

rabia, mató al muchacho. La joven,<br />

María creo que se llamaba, intentó<br />

escapar, pero su marido la alcanzó y<br />

la encerró en casa sin dejarla salir<br />

para nada en absoluto. Aún así, María<br />

se escapaba todas las noches para<br />

20<br />

El enterrador pensó que su amante<br />

había sido María, aunque parecía<br />

imposible ya que la muchacha que él<br />

había visto no tendría más de veinticinco<br />

años.<br />

Como no le encontraba mucho<br />

sentido a sus razonamientos, decidió<br />

ir en busca de la vecina que le había<br />

dicho que sabía una historia acerca de<br />

la tumba para que se la contase. La<br />

encontró en su casa dando de comer<br />

a su gato.<br />

-Perdóneme usted, señora, pero<br />

me preguntaba si no podría contarme<br />

la historia que me dijo el otro día que<br />

le contaba su abuela.<br />

-¿A qué historia te refieres? ¡Ah,<br />

ya sé! A la de la tumba del cementerio<br />

¿no es así? -Pedro asintió-, Pues<br />

bien, mi abuela me solía contar que<br />

allí está enterrado el amante de una<br />

hermosa joven casada con un bruto<br />

hablar con su amado, le prometía que<br />

algún día estarían juntos sin necesidad<br />

de preocuparse por nada, y, al<br />

marcharse, María dejaba una rosa<br />

roja en la tumba. Según pasaban los<br />

días, María sufría más la marcha de<br />

su amante. Su marido, que no era<br />

tonto, enseguida se dio cuenta y,<br />

mientras la tristeza de la joven se<br />

hacía mayor, también empeoraba el<br />

comportamiento de su marido hacia<br />

ella.<br />

Una noche, al llegar a casa, María<br />

no aguantó más y se suicidó para así<br />

poder ir en busca de su amado, pero<br />

cuando el marido despertó al día<br />

siguiente y la vio muerta lo comprendió<br />

todo. Tenía muy claro que no<br />

podía dejar que los dos amantes se<br />

saliesen con la suya: ¡María le pertenecía!<br />

En los días que siguieron a la<br />

muerte de su esposa, se volvió loco.<br />

No quería enterrar el cadáver, ¡lo<br />

seguía encerrando en la casa! Las


gentes que pasaban cerca del edificio<br />

en el que vivía decían que del interior<br />

salían tremendos alaridos. Por esto a<br />

nadie le extrañó oír la noticia que<br />

seguidamente se publicó en los periódicos<br />

del pueblo: él también se había<br />

suicidado. Lo que ninguna persona en<br />

el lugar sabía era que lo había hecho<br />

para dominar el espíritu de María. El<br />

relato de mi abuela terminaba diciendo<br />

que, desde entonces, el espíritu de<br />

María sigue yendo al cementerio para<br />

hablar con su querido Adolfo, ya que<br />

su marido sigue impidiéndole irse de<br />

su lado.<br />

IV<br />

Pedro se propuso volver a ver a<br />

María esa noche. Quería ayudarla a<br />

escapar de su marido.<br />

Bebió unas cuantas tazas de café y<br />

esperó hasta más o menos las cinco<br />

de la mañana, entonces vio llegar al<br />

espíritu y se escondió tras una lápida.<br />

-Hola -dijo cuando María acabó de<br />

pronunciar las mismas palabras que le<br />

había oído la noche anterior.<br />

La mujer se volvió rápidamente,<br />

asustada. Quizás porque sabía quién<br />

era o porque solo le asustaba la idea<br />

de encontrar allí a su marido, la mujer<br />

se tranquilizó al ver que era Pedro<br />

quien le hablaba.<br />

-¿Sabes? -empezó a decirle<br />

Pedro- Sé lo que te pasa, sé que te<br />

quieres escapar de tu marido.<br />

-¡No! ¡Mi marido no! -exclamó<br />

María con una mirada de terror dirigida<br />

por encima del hombro de Pedro.<br />

Entonces el enterrador se giró y vio<br />

a un hombre detrás de él que sujetaba<br />

un puñal. El hombre, que Pedro había<br />

deducido que era el marido de María,<br />

la cogió por el brazo y se la llevó.<br />

Pedro habría intentado detenerlo<br />

pero sentía un terrible dolor en un costado.<br />

Se llevó una mano hacía él y<br />

cuando la retiró la pudo ver llena de<br />

sangre.<br />

Mientras se le nublaba la vista,<br />

Pedro pensaba por qué se había metido<br />

en ese lío, por qué se había empeñado<br />

en ayudar a una mujer que no<br />

conocía de nada cuando él era el solitario<br />

enterrador, ¡ah! Ya sabía por qué.<br />

La mujer era muy hermosa… o eso le<br />

parecía recordar… la imagen de esa<br />

mujer se volvía cada vez más borrosa…<br />

hasta que desapareció. Solo<br />

había oscuridad. En esos momentos,<br />

en la tumba de Adolfo aparecía escrito:<br />

"No te volveré a ver". Al pie de ella<br />

había una rosa roja.<br />

21<br />

ELIANA ÁLVAREZ REIG (4º ESO - B)<br />

1 er Premio - Cuento - B


LA VOZ DE LA SOLEDAD<br />

22<br />

Tranquila, en el ordenador... ya llega. De repente, sin venir a cuento, oigo sus<br />

pasos enfurecidos. Bruscamente se abre la puerta... ahí está ella. Desde el pasillo<br />

ya se oía su respiración agitada y nerviosa. Me quedo callada, sus palabras<br />

bastan. Intento hacer como si no pasara nada, pero me es imposible... su voz<br />

desgarradora va clavándose cada vez más y más adentro... No puedo más,<br />

siento que exploto por dentro, aguantando. Me dirijo a alguna habitación solitaria,<br />

buscando refugio. Cierro de un fuerte golpe y seguidamente arranco a llorar.<br />

Por un lado por rabia e impotencia.... no puedo hacer nada frente a ella. Por otro<br />

lado, es una presión insoportable, que me hace cada vez más fuerte... pero también<br />

más débil. Me consumo por dentro, un día temo hacer alguna locura...<br />

Realmente es muy triste y desesperante llevar esta relación, al fin y al cabo, tras<br />

esos gritos y esos golpes... está mi madre.<br />

Mi madre.... siempre he envidiado esas maravillosas relaciones que salen en<br />

la televisión, madres abrazando y besando continuamente a sus hijas... Vuelvo<br />

a la realidad, yo, los ojos encharcados en lágrimas, mi cara roja, el espejo roto<br />

y mi mano rajada, roja... la furia la descargué arremetiendo contra el espejo... mi<br />

imagen me ponía furiosa... ¿qué hice para merecer esto? Es lo peor que puede<br />

pasarte, llevarte así con aquella persona con la que más has compartido, incluso<br />

el momento en que nací… ¡ella me dio la vida! Estoy aquí por ella... ¿por qué<br />

hace esto ahora? ¿Tan mal me he portado?...<br />

Aparece con los ojos inyectados en sangre... sé que ha llorado. A ella también<br />

la consume esta relación... Si las dos estamos igual... ¿por qué no poner<br />

remedio? Me derrumbo, no puedo más...<br />

Busco ayuda, refugio, pero... ¿dónde? ¿A quién voy a contarle esto? ¿Quién<br />

me va a poder ayudar? Es un tema demasiado complicado, además... es mi<br />

madre, yo la quiero, no la voy a denunciar. Mucha gente busca salida y olvido<br />

en las drogas...No, esa no es la solución... ¿Qué hago? Mil preguntas recorren<br />

mi cabeza.<br />

* * *


Tengo catorce años, esta situación se da desde que tenía once, tengo dos<br />

hermanos pequeños... Mi padre falleció en el momento más inoportuno... Mi<br />

madre está sola, intenta sacar tres hijos adelante... sé que es difícil, pero yo no<br />

tengo la culpa. Sí, soy la hermana mayor y mi madre necesita apoyo... pero tan<br />

solo soy una niña, no puedo con esta carga que desde los once años se hace<br />

cada vez más y más pesada...<br />

¿Cuándo se acabará esto? ¿Qué solución tendrá? Busco y no encuentro<br />

respuesta. Con catorce años, ¿es normal pensar esto?<br />

Me voy a mi habitación, rompo a llorar de nuevo, demasiada presión para<br />

desahogar en un momento.<br />

Oigo pasos pero sé que no es ella, son pasos ligeros y tranquilos, es mi hermano<br />

más pequeño. Debo dejar de llorar, no puede verme así. Actúo como si<br />

no pasara nada, juego y bromeo con él... Tiene siete años y no merece pasar<br />

por lo mismo que yo, así que se lo oculto. Me da un beso en agradecimiento, sé<br />

que no es consciente de lo que pasa, pero aun así intuye que las cosas no van<br />

bien, se nota en el ambiente y él me agradece que no se lo cuente.<br />

Le quiero mucho, en estos momentos es una de mis más grandes ayudas y<br />

se lo agradeceré siempre, es un gran apoyo moral. Le abrazo muy fuerte y entre<br />

sonrisas me dice que pare que no le dejo respirar... Me dedica una cómplice<br />

sonrisa y se marcha. ¡Ojalá pudiera ser como mi hermano...! Pero la realidad es<br />

que no, no soy como él y tengo que seguir con ello...Necesito ayuda, una escapatoria...<br />

¿me voy de casa?...<br />

* * *<br />

23<br />

Decido contarle esto a mi mejor amigo... un amigo abstracto. Hablo con él<br />

por el Chat, pero no lo conozco en persona, está lejos, muy lejos y es uno de mis<br />

grandes apoyos morales. Se lo cuento, acabo llorando y no me apetece seguir<br />

hablando de eso, aún así, sigo, me cuesta mucho, pero debo hacerlo... No<br />

puedo seguir y me voy, me echo en la cama, a oscuras...Me quedo dormida.<br />

Al día siguiente marcho al colegio, vuelvo con miedo, sé que a la vuelta, la<br />

historia será la misma. No quiero volver, pero es algo que debo hacer. Abro la<br />

puerta y subo con miedo, nos saludamos, todo parece normal...No acabo de<br />

comer y ya comienzan las voces, los gritos...<br />

Como cada tarde, la comida se me atraganta, no me apetece comer, me<br />

debilito poco a poco, las discusiones me consumen y el no comer es destructivo.<br />

Estoy muy cansada, tengo que estudiar, me siento en el escritorio, todo parece<br />

tranquilo... por desgracia solo era una apariencia, al rato, ya oigo sus pasos<br />

enfurecidos que se dirigen hacia mí. Esta vez no, solo iba hacia la cocina.<br />

Vuelve y yo siento cómo mi corazón se acelera... ahora sí, abre la puerta y<br />

comienza la misma historia. Cada vez la herida se hace más y más grande. Sin<br />

tan siquiera mirarla, me calzo y me voy. Salgo a la calle.<br />

Vagando como un cuerpo sin alma, camino, no sé adónde voy ni hacia dónde<br />

me dirijo, pero yo camino, huyo de esa pesadilla que me está matando poco a<br />

poco. Quiero alejarme lo más posible, pero después de un rato me doy cuenta


24<br />

de que no merece la pena seguir andando, la vuelta se acerca y la historia continuará<br />

como siempre... ¿Y si no vuelvo a casa? Tal vez sería lo mejor. Pero me<br />

parece una reacción egoísta, no puedo dejar a mis hermanos solos, tampoco a<br />

mi madre, ella me necesita... igual que yo a ella.<br />

Vuelvo a casa, tarde o temprano tendría que hacerlo. Por el camino, rezo<br />

para que la casa esté solitaria, pero la suerte no está conmigo, la luz está<br />

encendida.<br />

Entro en el portal y me seco las lágrimas, no quiero que me vean así. Subo<br />

las escaleras y sin decir nada, me dirijo a mi habitación.<br />

No pido nada más que soledad, pero al poco tiempo, ya oigo esos pasos<br />

característicos. Un fuerte golpe abre la puerta y seguidamente entra ella. La historia<br />

se repite.<br />

Yo no digo nada, espero a que acabe de gritar y entonces de un fuerte golpe,<br />

cierro la puerta y empiezo a gritar cosas que nunca pensé que diría. Ella se da<br />

la vuelta, viene a mi habitación y enfurecida me golpea. Yo, por la rabia contenida<br />

tanto tiempo, reviento y respondo con algo que nunca me creería capaz de<br />

hacer... También la golpeo. Se queda quieta, sin saber ni poder reaccionar.<br />

Las lágrimas empiezan a surgir por parte de las dos. Se va.<br />

Yo, todavía sin saber qué hacer, me dirijo al baño y sin pensarlo dos veces<br />

cojo esa cuchilla que tanto temí durante este tiempo.<br />

Un grito ahogado se oyó en la casa. Seguidamente, la impresión de ver<br />

aquella cantidad de sangre salir de mis muñecas, fue suficiente. Perdí el conocimiento<br />

y me desplomé en el suelo.<br />

Mi hermano pequeño entró y gritó desesperadamente, la imagen de su hermana<br />

tirada en el suelo,<br />

cubierta de sangre, era<br />

demasiado para él. Mi<br />

madre, llorando, llamó a<br />

la ambulancia.<br />

Yo aún me mantenía<br />

con vida y podía oír sus<br />

voces a pesar de todo. La<br />

ambulancia no llegó a<br />

tiempo al hospital y ahora<br />

ya no estoy con ellos.<br />

Ésta fue la decisión<br />

más cobarde que podía<br />

haber tomado. Los he<br />

dejado solos y me arrepentiré<br />

siempre.<br />

Lo siento.<br />

No os olvidéis nunca<br />

de que os he querido y<br />

que os querré siempre.<br />

Gracias.<br />

CLAUDIA PÉREZ GONZÁLEZ (4º ESO - C)<br />

2º Premio - Cuento - B


Qué<br />

piensan los sapos<br />

de las ranas<br />

…Sentía la humedad en su piel; notaba el<br />

agua, estaba fría.<br />

Acababa de despertarse, aunque todavía no<br />

había abierto los ojos, ya que le gustaba despertarse escuchando lo que le rodeaba<br />

sin vislumbrar nada.<br />

Aquella cloaca había sido su hábitat desde hacía cinco años. Era bastante grande<br />

y estaba rodeada por unas tuberías, lo que la hacía estar apartada del resto<br />

del campo. Allí había unos seis charcos. Cada uno de ellos era la casa de un sapo<br />

o de una rana. Concretamente, tres eran de sapos y dos de ranas. Él llevaba en<br />

aquella cloaca desde que tenía memoria y cada vez le gustaba menos, porque se<br />

iba haciendo más grande que su propio charco. Pero no quería abandonarla, porque<br />

si lo hacía eso supondría dejar de verla a ella.<br />

Hace dos años fue a dar un paseo en busca de agua porque estaban en una<br />

época de sequía. Orientándose por el ruido de un río cercano, llegó hasta el centro<br />

de un bosque en el que vio a una preciosa rana tumbada en el suelo muriéndose<br />

de calor. La rana iba en busca de una charca en la que poder vivir, porque<br />

allí ya no aguantaba más, cada vez hacía más calor. Él sin dudarlo la guió hasta<br />

su charca, que estaba casi vacía. Desde entonces ella sigue viviendo allí. '<br />

Quería decirle lo que pensaba de ella, pero temía que, si se lo decía, abandonase<br />

la cloaca. Era una rana inteligente, guapa, simpática y cazaba las moscas muy<br />

rápido. Era una rana perfecta. Tanto, que él no entendía por qué no se había ido<br />

ya. Una rana así ya tendría que haber encontrado un sapo cualquiera para irse a<br />

vivir con él.<br />

Una mañana, mientras él tenía los ojos cerrados y se abstraía en los ruidos de<br />

su alrededor, ella fue hacia allí saltando lo más sigilosamente posible (para ser<br />

rana) y al llegar depositó sobre el suelo húmedo una montaña de moscas muertas.<br />

Se había pasado toda la noche cazando para recompensarle lo que hacía<br />

justo dos años había hecho por ella, pero no tenía intención de decírselo.<br />

Él no estaba dormido. Aquella parte del día era en la que más afinaba su oído,<br />

por lo que sin ver una sola imagen se enteró de todo lo que ocurría. Cuando ella<br />

estaba a punto de tumbarse en su charco y dar por finalizado el trabajo, él dio un<br />

brinco y se puso en pie. Ella al verlo dio otro brinco y no precisamente para saludar,<br />

sino por el susto que le había dado. ¡Qué vergüenza! Él simplemente le dio<br />

las gracias y le preguntó algo que llevaba días dándole vueltas en la cabeza. ¿Por<br />

qué seguía allí? La rana, muy verde, se detuvo un instante a buscar las palabras<br />

adecuadas para contestarle, pero lo único que croó fue la razón por la no se quería<br />

ir: por él.<br />

Como lo único que les impedía irse a los dos era el temor a separarse, decidieron<br />

irse a otra cloaca en la que pudieran vivir mejor y por supuesto juntos.<br />

25<br />

SANDRA GONZÁLEZ RODRIGO (3º ESO- D)


MI VIDA Y ELLA<br />

26<br />

Se acabó. No pienso volver nunca más con ellos. Fue lo primero que<br />

pensé después de la enésima discusión con mi grupo de amigos.<br />

Estaba decidido a no dirigirle la palabra a ninguno de sus componentes<br />

nunca más, a pesar de que sean mis únicos amigos. Y todo por<br />

proponerles fumar un cigarrillo; ni que fuera algo del otro mundo; son<br />

una panda de estúpidos… Esto era lo que opinaba sobre lo sucedido<br />

y sin pensarlo mucho decidí olvidarme de ellos.<br />

Al día siguiente, ya me había relajado un poco y estaba reflexionando<br />

sobre mi decisión, aunque no sabía si debía hablar con<br />

ellos o no… Al final decidí que ya era hora de pasar del tema y así<br />

lo hice. Estaba preocupado porque no sabía con quién salir el<br />

sábado, aunque pronto me llegaría la solución.<br />

En biología, a mi lado, se sentaba el chico más popular<br />

de la clase y de todo el curso y no era precisamente por<br />

algo bueno. El Chino era conocido por sus continuas peleas, sus compañías más<br />

que sospechosas y sus problemas de todo tipo. Era el chaval menos recomendable<br />

para elegir como amigo y aún así…<br />

-Eh, Carlos, ¡Tsss! ¿Tienes un boli? -me preguntó.<br />

-Sí, espera. Toma.<br />

En ese momento, Mónica, una de mis ex amigas, se echó a llorar porque sacó<br />

un 6. El Chino después de observarla un rato me dijo:<br />

-Oye, ¿cómo andas con estos frikis? -lo dijo en tono medio burlón .<br />

-Ya no ando con ellos -le contesté y por dentro sentí algo que no había sentido<br />

nunca, algo parecido a melancolía mezclada con rabia.<br />

-¡Haces bien tío, son patéticos! -comentó divertido- ¿Y con quién andas ahora?<br />

-Pues… ahora mismo estoy en busca de un nuevo grupo.<br />

Yo no me podía creer que estaba hablando con El Chino y parecía que nos<br />

entendíamos.<br />

-Este sábado vamos al Túnel, si te apetece venir, ya sabes… -me soltó.<br />

-¿Vais al Túnel? ¡Vaya! ¡Claro, claro que me apetece ir! -le contesté emocionado.<br />

-Pues a las nueve en punto en la entrada, tío. ¡Hasta luego! -me dijo marchándose.<br />

-¡Ahí estaré! -le grité todavía con el pulso a cien. Ya me estaba imaginando<br />

cómo de bien debía de estar el Túnel, que era una especie de bar con música heavy<br />

muy frecuentado por tipos duros como El Chino.<br />

Justo en ese instante empezó todo. Mi vida dio un giro de 180º y yo ni siquiera<br />

me di cuenta. Me sentía bien en el grupito de mi nuevo amigo. Aunque al principio<br />

me parecían todos muy raros, acabé haciendo lo que ellos hacían y pensando lo<br />

que ellos pensaban y todo eso solo por querer integrarme…<br />

Pero lo que principalmente me llevó al fondo fueron estas palabras: . Las pronunció mi gran amigo, mi ídolo y<br />

el culpable de que yo haya arruinado mi vida, haciendo una raya de polvo blanco.


No me gustó. Para nada. Y dolió muchísimo, pero me aguanté y no les dije nada.<br />

Así día tras día, semana tras semana, mes tras mes… Hasta que me di cuenta de<br />

que aquello que me desagradó se había convertido en algo fundamental para mí,<br />

hasta tal punto que cuando no tenía dinero para comprarlo les robaba descaradamente<br />

cantidades enormes de dinero a mis padres. Ellos por supuesto que se dieron<br />

cuenta, querían hablar conmigo, pero yo no oí ni una sola palabra de lo que me<br />

dijeron. Sólo pensaba en una única cosa, estaba obsesionado. Por aquella cosa<br />

dejé el instituto. Era lo único en el mundo que me hacía sentir bien, despreocupado,<br />

capaz de hacerlo todo. No podía dejar ese aparentemente insignificante polvo<br />

blanco por nada y por nadie…<br />

Un día, cuando volvía a casa del Túnel, me encontré a Mónica, que se me quedó<br />

mirando fijamente, como si hubiese visto a un fantasma.<br />

-Hola, Carlos -me dijo con un hilillo de voz.<br />

-Hola, Moni -le contesté. Pensé que si era amable se largaría más rápido y yo<br />

me podría ir a casa a toda prisa, ya que mi cabeza estaba dando vueltas.<br />

-Bueno… ¿qué tal te va todo? ya no se te ve por el instituto -seguía ella.<br />

-Pssé… no sirve para nada -dije.<br />

Entonces algo se me cayó del bolsillo haciendo mucho ruido. Miré al suelo y vi<br />

mi móvil dividido en trocitos. Solté una palabrota y me puse como loco. Cuando me<br />

tranquilicé un poco, miré a Moni, que se había quedado callada. Estaba agachada<br />

recogiendo algo parecido a una bolsita. ¡Mi bolsita! Me di cuenta de que se me había<br />

caído lo que más apreciaba en el universo .Fui hasta ella con intención de quitarle<br />

la bolsita. Cuando llegué justo delante de su cara me quedé mudo y paralizado.<br />

Mónica estaba llorando silenciosamente.<br />

-Carlos… ¿qué haces con esto? -me preguntó con voz temblorosa.<br />

-Dame eso -le dije en voz muy baja.<br />

-N... no puedo, lo siento, p...pero no puedo… -seguía llorando.<br />

-Escucha..., estoy perfectamente, puedo dejarlo cuando quiera, ¿sabes? -nunca<br />

había dicho una mentira más grande.<br />

-¿Quién eres? Porque tú no eres el Carlos que yo conocía, no eres ni su sombra<br />

-me dijo muy lentamente y casi susurrando.<br />

Después, me tiró la bolsita a las<br />

manos, se dio la vuelta despacio y se<br />

marchó. Vi su silueta alejarse y me<br />

sentí mal. Después de mucho tiempo<br />

sin reaccionar, me sentí realmente mal.<br />

Volví a casa. Mis padres ya estaban<br />

durmiendo. No me oyeron entrar poque<br />

consumen fuertes somníferos para<br />

poder dormir. Me fui a la cama con un<br />

solo pensamiento, el de tirar por la ventana<br />

la bolsita que acababa de dejar en<br />

el cajón. Estaba seguro de que podría,<br />

claro que podría, ¡si solo era una insignificante<br />

bolsita llena de polvo blanco!<br />

No me acuerdo cuándo me fui a la<br />

cama, solo sé que saqué la bolsita del<br />

cajón, la dejé encima de la mesa y…<br />

cuando me desperté, aún estaba allí. GIEDRÉ RICKUTE (3º ESO - D)<br />

Accésit - Cuento - B<br />

27


La felicidad está en ti<br />

28<br />

Párate, y escucha el silencio<br />

muchas veces, dice más que las palabras.<br />

Párate y disfruta el momento,<br />

no permitas que te agobie la velocidad que nos embarga.<br />

Párate, vive y deja vivir.<br />

Emociónate, sonríe y da la cara.<br />

Sé consecuente en tus actos,<br />

llora si te da la gana.<br />

No disimules tus miedos,<br />

no vuelvas nunca la espalda.<br />

Camina al compás del viento<br />

que con fuerza nos abraza<br />

y comprobarás que existe<br />

y sabrás que, en ti se halla<br />

la FELICIDAD que ansías<br />

y que tanto tú buscabas<br />

en un mundo equivocado,<br />

que en ti mismo se gestaba.<br />

LAURA DE LA CAMPA SCHWEICEZ (3º ESO - D)<br />

1 er Premio - Poesía - B


Lo que empieza como un<br />

juego...<br />

Dos niños pequeños, jugando, riendo,<br />

experimentando, creciendo.<br />

Y en el suelo, la navaja les espera,<br />

sola, quieta, brillante y cauta.<br />

Lo que empieza como un juego,<br />

ya es mucho más que eso.<br />

Y los niños pequeños se perdieron,<br />

en este cruel mundo imperfecto.<br />

Una moneda, una tentación,<br />

la navaja, la llave y la perdición.<br />

Lo que empieza como un juego,<br />

ya es mucho más que eso.<br />

29<br />

El dinero, respeto, sumisión,<br />

se consiguen con dolor.<br />

Un pinchazo, tres o cuatro,<br />

para conseguir el trato.<br />

Lo que empieza como un juego,<br />

ya es mucho más que eso.<br />

A los que eran compañeros<br />

se les trata con respeto.<br />

Fantasmas, con careta,<br />

sin que nadie les entienda.<br />

Lo que empieza como un juego,<br />

ya es mucho más que eso.<br />

MARÍA AMORÍN BAYÓN (4º ESO - A)<br />

2º Premio - Poesía - B


Eres tú,<br />

la noche y el día,<br />

el frío y el calor,<br />

la tristeza y la alegría,<br />

la esperanza y el temor.<br />

Eres tú,<br />

la luz que brilla de noche,<br />

el sol que calienta mi invierno,<br />

el valor que afronta mis temores,<br />

la esperanza que invade mi cuerpo.<br />

Eres tú,<br />

la persona más maravillosa<br />

que jamás he conocido,<br />

contigo no me importa<br />

el pasado ya perdido.<br />

30<br />

Eres tú,<br />

quien brinda la alegría<br />

para afrontar el nuevo día,<br />

que en este mundo irreal<br />

existe un amigo de verdad.<br />

Eres tú,<br />

mi mejor amigo,<br />

y, a pesar del infierno vivido,<br />

no me importa arriesgarme<br />

pues me siento a salvo contigo.<br />

Eres tú,<br />

quien siempre tendrá<br />

una amiga en quien confiar<br />

y ,aunque la vida nos separe ,<br />

nunca, jamás te olvidará.<br />

Eres tú,<br />

el que nunca se hundirá,<br />

el héroe de mis cuentos,<br />

la espada que lucha,<br />

el protagonista de mis versos.<br />

Serás tú,<br />

quien la noche verá caer.<br />

Sin embargo, no agachará la cabeza,<br />

pues muy malo no puede ser,<br />

si el cielo está lleno de estrellas.<br />

LAURA GONZÁLEZ ORTIZ (3º ESO - D)<br />

Accésit - Poesía - B


Hola, Catalina:<br />

Casi nunca te veo, solo a veces en las noches despejadas. Te ilumino para<br />

que te vean bonita, con tus hermosos cráteres.<br />

Aunque nadie más lo sepa, tu parte oculta es preciosa. Yo te iluminaré y<br />

te calentaré para siempre, por tus dos partes.<br />

Sabes que estoy aquí para todo; cuando quieras algo ya sabes lo que tienes<br />

que hacer.<br />

Los dos somos astros y vivimos en la misma galaxia.<br />

Lorenzo<br />

ANDREA ARDUENGO ROMERO (1º ESO - C)<br />

* * *<br />

La nariz y el moco verde<br />

31<br />

Me llamo Rosalía y soy una nariz pequeña, respingona y, aunque<br />

esté mal decirlo, muy atractiva. Desde hace un día vuelvo<br />

a estar locamente enamorada y esta vez espero que por<br />

mucho tiempo. Él se llama Alfredo y es un atractivo moco<br />

verde pradera, tan sexy que podría mirarlo durante el resto de mi vida y no<br />

me cansaría.<br />

Estoy segura de que a él también le gusto, porque desde que nos conocimos<br />

es incapaz de dejarme sola ni un minuto.<br />

Si no fuera un moco vírico en plena ebullición gripal diría que no me reconozco.<br />

¿Cómo es posible que una nariz como Rosalía me atraiga tanto? Estoy<br />

enamorado...enamorado... enamorado... y no paro de decir: ¡Rosalía, Rosalía,<br />

amada mía!<br />

Acabo de sentir un taponamiento que me llega a lo más hondo de mi fosa<br />

nasal y estoy deseando sonarme para ver a Alfredo otra vez. Cada vez que<br />

sale colgando como un hombre haciendo puenting me ruborizo y me pongo<br />

rojísima. ¡Qué emoción al sentirlo resbalar por mi piel.<br />

Rosalía y Alfredo quieren que su amor sea eterno, pero temen la llegada<br />

de un antibiótico que destruya su apasionada historia de amor.<br />

YAIZA ARIAS ÁLVAREZ (1º ESO - A)


“Con el poder de<br />

la verdad,<br />

mientras viva<br />

habré conquistado<br />

el universo”<br />

LA MUERTE DEL ARTE<br />

32<br />

Vagué por la ciudad durante la noche, desesperado, aterrorizado por el temor a<br />

la Ira Divina, nervioso. Caminé hacia los acantilados. La soledad me embargaba,<br />

sólo se oía el ulular del viento recorriendo los caminos solitarios y oscuros. Allí el<br />

viento fuerte y gélido que al silbar helaba la sangre, recorría la zona como si de un<br />

espectro se tratase. Ante el borde me sitúo, miro al vacío, escucho el estruendoso<br />

rumor del mar al chocar contra las rocas, una tormenta se avecina, las lágrimas<br />

recorren mi fría cara. Con la tormenta ya encima de mí, avanzo un pie, estalla el primer<br />

rayo iluminando el cielo y creando formas fantasmagóricas a lo largo de la<br />

costa. Doy otro paso, mis pies están en el borde del acantilado, un último paso, todo<br />

mi sufrimiento acabará. Miro al horizonte oscuro plagado de las lágrimas del cielo<br />

y los rayos iluminan la noche. Grito de desesperación, adelanto un poco más mi pie,<br />

avanzo el otro, ya casi está, flexiono las piernas, me embarga el miedo, respiración<br />

agitada, la sangre resuena en mi cuerpo, tomo aire, un grandísimo estruendo recorre<br />

el cielo y el mundo, el sonido de mis huesos al estamparse contra las rocas se<br />

une al de la tormenta.<br />

Despierto sudoroso, asustado. Aún reina el silencio, me alzo. Creí que estaba<br />

muerto. Ante mí se extiende un paisaje desolador, árboles sin hojas y marchitos,<br />

aguas negras y sulfurosas, el aire está viciado, hace frío.<br />

Todo está marchito hasta donde alcanza la vista. No muy lejos veo una pequeña<br />

colina. Me dirijo hacia ella. Al coronarla, veo a mis pies una muchedumbre de<br />

gente, que camina sin rumbo, desorientada. Me dirijo hacia ellos con voz potente<br />

como si fuese su soberano y les pregunto:<br />

-¿Dónde estoy?<br />

Nadie responde a mi pregunta, pero todos los ojos clavan sus miradas en mi<br />

cuerpo como si de lanzas se tratase. Una voz emerge de la muchedumbre:<br />

-¡Es él! Él es el que lo hizo, él es el culpable de la muerte de muchos de nuestros<br />

amigos.<br />

-Yo no he matado a nadie soy inocente -respondí.<br />

Al instante de pronunciar esas palabras de falsa inocencia, a mis espaldas escuché<br />

una voz gastada por el tiempo, pero imponente y aterradora a la vez que firme.<br />

-Tú eres el culpable, muchacho, gracias a ti he conseguido mucha población en<br />

mis reinos caducos, pero no trates de evadirte del problema, eso no es nada valiente.<br />

Tras escuchar la desgarrada voz, un escalofrío recorrió mi espinazo, la muche-


dumbre dio un paso adelante y otra voz diferente se alzó en el aire:<br />

-¡Tú eres el que acabó con la vida de la musa!<br />

Esa noticia golpeó mi cabeza del mismo modo que un herrero machaca el<br />

cobre. Me arrodillé. El odio me volvió a embargar, las lágrimas recorrían mi rostro,<br />

me repugnaba. Si pudiese volver a matarme lo haría, y ahora sin duda ni demora<br />

ya que no cometí un asesinato cualquiera. Decidí alzarme y tratar de demostrar mi<br />

inocencia, pues siempre conté con el poder de la verdad: que no había sido más<br />

que un terrible y desafortunado accidente y lo haría con orgullo aunque con el corazón<br />

encogido por el odio que sentía hacia mi persona.<br />

- Amigos, sé que lo que hice fue horrible, me repugno y ahora me detesto más<br />

aún al saber el origen divino de mi víctima, porque no sólo me he condenado a mí<br />

por partida doble, sino que he condenado a los artistas. Pido clemencia y perdón y<br />

os contaré cómo ocurrió.<br />

Yo en vida era un artista fracasado, mis obras no atraían a la belleza, eran<br />

mediocres, ni siquiera eran bellas para alimentar los fuegos del hogar, pero eso<br />

tiene una explicación, yo era una persona ruin y mezquina, era de alma detestable,<br />

pero un día mientras trabajaba en el taller, recibí una visita inesperada, abrí la puerta<br />

y tras ella había una mujer más hermosa que el amanecer. Sin mediar palabra<br />

entró en mi taller y se sentó en una pequeña silla. Traté de que me dijese qué hacía<br />

allí, pero no medió palabra. Tras haberlo intentado, hice caso omiso y seguí con mi<br />

trabajo, aunque cada poco tiempo me giraba para contemplar su belleza que rivalizaba<br />

con la de Afrodita. Su tierno semblante me transmitía una cordialidad y tranquilidad<br />

inmensas, pero en un fatídico momento me giré y descubrí que se había<br />

marchado. Entristecido, dejé mi trabajo y me acosté.<br />

Al día siguiente cuando iba a continuar con mi escultura vi que era hermosa,<br />

perfecta, bella, no tenía comparación con ninguna otra de mis pésimas obras, parecía<br />

hecha por la mano de un dios. Emocionado y con el corazón henchido de orgullo<br />

y felicidad comencé a trabajar. Al final de la jornada había hecho arte, por primera<br />

vez en mi patética vida había hecho algo digno de llamarse arte. A los pocos<br />

días, otra vez, durante la noche, golpearon mi puerta.<br />

La abrí contento y vislumbré aquella hermosa<br />

cabellera aterciopelada y radiante como el mismísimo<br />

Helios. La dejé pasar, le cedí una silla decente,<br />

la agasajé con mis mejores manjares, pero hizo lo<br />

mismo que en la anterior visita, mirarme. Me volví furioso<br />

hacia ella y le pregunté que qué era lo que deseaba de mí.<br />

Ella respondió con una voz dulce como la miel, suave como<br />

el tacto de las plumas. En ese momento incluso me asusté,<br />

sabía que era perfecta, pero no tanto. La miré a los ojos,<br />

unos hermosos ojos dignos de ser comparados con las<br />

esmeraldas más perfectas, que transmitían una inteligencia<br />

brillante como la de la misma Atenea. Sentí una sensación<br />

que me embargaba al volver a verla, era amor, algo<br />

que nunca había sentido antes, algo que me estaba<br />

maravillando, algo dulce, pasional. Ella me pidió algo<br />

insólito, me pidió a mí, al peor escultor de toda Grecia,<br />

que hiciese una escultura suya. Me quedé patidifuso.<br />

Sin dudarlo acepté el trabajo. Me dijo que vendría todos<br />

los días por la noche para seguir con la escultura.<br />

Día tras día esperaba con impaciencia el sonido de sus<br />

33


ellas y delicadas manos al chocar contra la impura madera de mi puerta; día tras<br />

día remodelaba mi taller para que fuese digno de su belleza; día tras día lloraba por<br />

ser tan afortunado; día tras día la amaba.<br />

34<br />

Así fue día a día hasta que culminé mi obra, mi obra maldita. En el taller di las<br />

últimas cinceladas al mármol. Había encargado que me trajesen el mejor mármol<br />

de toda Grecia para esta colosal misión digna de un dios, ya que reflejar esa belleza<br />

era tarea para un héroe. Ahí estaba el problema, yo no era ni dios ni héroe. Al<br />

acabar la escultura, la observé con detenimiento. Luego la observé a ella, posando<br />

para mí con su centelleante belleza, con una luminosidad tormentosa. Se fue levantando<br />

con tranquilidad y me preguntó si ya había acabado.<br />

Con la voz temblorosa, pero con sinceridad le<br />

dije que sí. Cada paso que daba hacia la horrenda<br />

estatua, más nervioso estaba. Un paso más, sentía la<br />

sangre en las sienes; otro paso, dolores en el pecho;<br />

otro, el terror me empequeñecía, hasta que a punto de<br />

verla, me interpuse entre ambas, le dije que era mejor<br />

que no la viese. Ella insistió en que me apartase, yo<br />

persistí en no hacerlo. Con rabia trató de apartarme,<br />

yo entristecido continué el forcejeo, un forcejo fatal.<br />

Ella con la velocidad del rayo y la fuerza de las montañas,<br />

me empujó, yo me tambaleé y finalmente caí al<br />

suelo. Ella cayó conmigo y mi mano, mi maldita mano,<br />

guiada en todo momento por los hados, no soltó el cincel.<br />

Con un grito que desgarró mi alma exhaló su último<br />

aliento. Sobre mi cuerpo yacía su hermoso cuerpo<br />

ahora sin vida. Sus ojos de color esmeralda se quedaron<br />

clavados en mí, penetrando mi mente hasta clavarse<br />

en mi afligido corazón.<br />

* * *<br />

Al finalizar mi relato, comencé a llorar como un<br />

niño, me golpeé el pecho, me odié, quería pagar por lo<br />

que hice y de una manera rápida, como si hubiese<br />

leído mis pensamientos, la desgastada voz me ofreció<br />

un castigo:<br />

-Pues sí que pareces afligido, muchacho. Si quieres,<br />

ya que sientes que no has pagado tu crimen, te<br />

invito a pasar el resto de la eternidad como cuentacuentos<br />

en mi palacio, entreteniendo a las masas y<br />

recordando una y otra vez el dolor que sentiste al<br />

matar a tu amada.<br />

Acepté, como es obvio, y aunque se me retuerce el<br />

cuerpo de dolor cada vez que lo recuerdo, creo que es<br />

lo justo por haber hecho tanto daño a todo el mundo.<br />

Por mi culpa, el arte ya nunca volvió a ser lo que una<br />

vez fue y los artistas murieron.<br />

Así acaba mi historia, aquí en el siniestro y macabro<br />

palacio del que más tarde me enteré que era el<br />

dueño de estas ponzoñosas tierras y de la marchita<br />

voz que ató mi alma a este Averno sin fin, el solitario<br />

Hades.<br />

SAMUEL SUÁREZ MURIAS (2º BACH - B)<br />

1 er Premio - Prosa - C


Querido Juan:<br />

FELIZ NAVIDAD, JUAN<br />

¡Hola tío! ¿Qué tal estás? Yo por aquí muy bien, con muchas ganas de que acabe<br />

el trimestre. Perdona que no te haya escrito antes pero es que he estado muy<br />

liado con los exámenes de final de evaluación, pero bueno, qué te voy a contar, tú<br />

estarás en las mismas... ¿Qué tal las notas? Como siempre ¿no? ¡Todo sobresalientes!<br />

Yo también he conseguido aprobar todas, así que este año los Reyes van a ser<br />

estupendos.<br />

Espero que me traigan una guitarra, porque llevo pidiéndola cinco años seguidos<br />

y todavía no me la han comprado. También pido las nuevas botas de Ronaldo, ya<br />

sabes, esas Nike doradas. Claro que a mí no me lo van a traer. Nunca me traen lo<br />

que quiero, sólo me regalan cosas útiles, no como a ti que te hacen los mejores<br />

regalos del mundo, ¡ya quisiera yo tener una camiseta de Brasil firmada por<br />

Ronaldinho..!<br />

Por cierto, podías haberme dicho que te habías mudado a la gran ciudad. Llevo<br />

más de un mes intentando averiguar tu nueva dirección. Houston debe ser impresionante,<br />

con todos sus rascacielos y sus avenidas. ¡No veas cómo te envidio! Me<br />

gustaría tanto estar en tu lugar...<br />

Eso me recuerda que mis padres siguen esperando que os decidáis a aceptar<br />

nuestra invitación y vengáis a pasar unos días a España. Estoy seguro de que os<br />

encantará Asturias. Además, en el centro han abierto un hotel de lujo que tiene<br />

muy buena pinta... Me han dicho que te diga que trates de convencer a tu madre<br />

para venir en verano.<br />

35<br />

Por cierto, ¿qué tal está? Me habías dicho que se había puesto peor de su<br />

enfermedad. Menos mal que el médico la visita todas las semanas. Espero que ya<br />

se haya recuperado por completo. Acúerdate de darle recuerdos de mi parte.<br />

Cambiando de tema, ¿te he contado que Sandra se ha marchado de casa? Se<br />

ha ido a vivir a Madrid con su novio, porque él dice que allí es mucho más fácil<br />

encontrar trabajo. Mi hermana, por su parte, está terminando de estudiar la<br />

carrera de Derecho, y dice que después quiere ir a hacer un máster a Estados<br />

Unidos, así que igual se escapa y os hace una visita. Papá no quiere que se vaya de<br />

casa con sólo dieciocho años pero...<br />

En ese momento una lágrima cayó en mitad del<br />

manuscrito, e impidió a Juan continuar la lectura. Su<br />

padre ni siquiera había llegado a conocerlo. Los había<br />

abandonado a los pocos días de nacer él, y su madre<br />

nunca había llegado a reponerse del golpe. Había muerto<br />

hacía un mes.<br />

Miró su camiseta de Brasil, firmada por él mismo, y rota y<br />

desgastada por el uso. ¡Cómo le gustaría poder tener un jersey<br />

con el que abrigarse en las noches frías...!<br />

De pronto, un bocinazo del capataz le devolvió a la realidad y,<br />

escondiendo rápidamente la carta, cogió la aguja y el hilo de color<br />

dorado. Con cuidado empezó a bordar el signo de Nike en el playero.<br />

RAMÓN IGLESIAS RIONDA (2º BACH - C) 2º Premio - Prosa - C


LAS FLORES<br />

DEL JARDíN<br />

36<br />

Es un día de enero de 1983; Nati se<br />

levanta de la cama (como puede ya que<br />

es muy temprano) y sube la persiana a la<br />

vez que vuelve la cara. La claridad de la<br />

mañana le molesta en los ojos, que aún<br />

lleva entreabiertos por el sueño. Pero esta<br />

mañana algo la hace despejar antes de lo<br />

normal: debe ir a buscar a Mai. Nati mira<br />

el reloj, tiene el tiempo justo, como siempre.<br />

Sale de su habitación con el paso<br />

apurado y se mete en la ducha. En menos<br />

de cinco minutos ya está fuera secándose<br />

el pelo. Nati tiene el pelo rojo como un<br />

atardecer y muy rebelde, y cara de niña;<br />

nunca aparenta la edad que tiene. Nati<br />

vuelve a mirar el reloj, "!joder!", dice, mientras<br />

abre rápidamente el armario buscando<br />

qué ponerse.<br />

Normalmente no se puede decir que<br />

llegue siempre tarde, pero sí casi siempre;<br />

aunque con Mai siempre trata de ser puntual.<br />

"Vísteme despacio que tengo prisa",<br />

dice, mientras intenta ponerse esos<br />

vaqueros recién lavados que tanto cuesta<br />

subir más allá de la cadera. Al tiempo que<br />

busca una camiseta, se da cuenta de que<br />

al salir goteando del baño, ha dejado el<br />

pasillo lleno de agua, "¡Mai me mata!",<br />

piensa mientras va corriendo a por la fregona.<br />

Mientras tanto, Mai ya ha salido de<br />

casa y va pensando si hoy Nati será puntual.<br />

Lleva los ojos sin pintar y las ojeras<br />

casi hasta los tobillos. Es un crimen tener<br />

que levantarse tan temprano. Por un<br />

momento mira al cielo, es un día extraño,<br />

hay demasiada claridad para un día tan<br />

frío y gris. Al bajar la vista se da cuenta de<br />

que tiene un mancha en su camisa,<br />

"¡mierda!", se queja, al darse cuenta de<br />

que ya es demasiado tarde para ir a casa<br />

a cambiarse.<br />

Nati espera el ascensor, pero alguien<br />

está hablando en las escaleras y no le da<br />

la gana de cerrar la puerta. Nati baja apresurada<br />

las escaleras de dos en dos.<br />

Cuando llega al segundo piso se da cuenta<br />

de quién es la que no deja que nadie<br />

use el ascensor, la vieja e hipócrita vecina<br />

del primero. Seguramente subió a cotillear<br />

de alguien y lleva media hora despidiéndose<br />

de su envidiosa "amiga". Nati las<br />

mira y les sonríe falsamente. "Adiós<br />

Renata", le dice la vecina. Nati les dice<br />

adiós ocho escalones más abajo. Piensa<br />

en lo mucho que odia que la llamen<br />

Renata y en la de veces que sorprendió a<br />

las vecinas criticándola por su forma de<br />

vestir o por ser tan joven y vivir sola. "Si no<br />

fuera porque tengo más educación que<br />

ellas y mucha prisa, les diría cuatro cosas<br />

ahora mismo", murmura mientras recuerda<br />

cómo la miran las vecinas cuando sube<br />

a algunos amigos o amigas a su casa.<br />

Nati por fin llega al portal y sale a toda<br />

prisa de él.<br />

Mai espera sentada en el taburete del<br />

bar de siempre. Ha pedido un agua y un<br />

pincho de pollo. A su lado hay un hombre<br />

mal vestido, que huele a vino que apesta<br />

y que seguro venía a tomarse la última<br />

copa antes de irse a dormir. Mira continuamente<br />

a la puerta y al reloj que hay en la<br />

pared. La camarera, Raquel, comenta con<br />

ella lo que pasó el fin de semana. Mai, aún<br />

dormida, no tiene muchas ganas de<br />

hablar. Por fin ve entrar a Nati. De repente,<br />

sus ojos se iluminan y parece que haya<br />

dormido doce horas. Nati le sonríe (siempre<br />

hace lo mismo cuando está con ella),<br />

quizás sea una de las cosas que más le<br />

guste a Mai, la sonrisa de Nati, una dulce<br />

sonrisa,... su eterna sonrisa.<br />

Nati llega a su lado y sus miradas se<br />

cruzan una vez más; quizás se hubieran<br />

besado pero había demasiada gente allí<br />

que no estaba preparada como para ver,<br />

según ellas, un espectáculo tan bonito.<br />

Nati le ha traído dos rosas rojas de su<br />

precioso jardín, que tanto le gusta a Mai;<br />

besa los pétalos y se las da a Mai que las


acerca a su rostro cariñosamente. Un<br />

"espectáculo" aún más bonito.<br />

-¿Qué tal está tu abuela? -pregunta<br />

Mai.<br />

-Bien -contesta Nati- iré a verla después<br />

de comer, ¿quieres venir?<br />

-Me encantaría -dice Mai.<br />

La abuela de Nati no es en realidad su<br />

abuela, sino una simpática anciana a la<br />

que Nati encontró un día en el ascensor;<br />

hablaron del tiempo y la anciana la invitó a<br />

tomar un chocolate casero con churros;<br />

más que invitarla, la secuestró. Nati pensó<br />

que sería la típica vieja pesada, pero<br />

enseguida cambió de opinión. Era una<br />

señora increíble, y quizás era de las pocas<br />

personas con las que Nati podía hablar de<br />

todo. Un día Nati comenzó a llamarla<br />

abuela y al día siguiente llevó a Mai a<br />

conocerla. Cuando la anciana las vio<br />

mirarse, enseguida se dio cuenta de todo,<br />

las cogió de la mano, les dio un beso en la<br />

frente y les dijo: "tened lo que hay que<br />

tener, salid ahí afuera y comeos el<br />

mundo".<br />

Mai apuró el agua y Nati su café. Se<br />

despidieron de Raquel y, después de<br />

esquivar a aquel hombre que olía a vino,<br />

salieron a la calle y se fueron a la parada<br />

del autobús. Una vez sentadas, se cogieron<br />

discretamente de la mano sin ni siquiera<br />

mirarse. Quien sí las miraba era un<br />

hombre de unos 30 años, muy bien vestido,<br />

pero con una corbata de colores horrible.<br />

Nati nota esa mirada que se clava en<br />

ellas, mira a aquel hombre que parece que<br />

las va a traspasar con esos ojos fríos. Nati<br />

lo mira y sin soltar la cálida mano de Mai<br />

piensa en levantarse y decirle al hombre,<br />

que por la pinta que lleva seguro que es un<br />

banquero o un abogado, que deje de<br />

mirarlas y que se mire al espejo, a ver si<br />

cambia el surtido de corbatas.<br />

Mai mira fijamente a Nati y recuerda<br />

cómo se conocieron: salía de casa corriendo<br />

para ir a la biblioteca cuando tropezó<br />

con un escalón. De repente, una mano<br />

que ella notó suave pero segura la agarró<br />

por un brazo y la salvó de darse un buen<br />

golpe.<br />

-¿Estás bien? -dijo Nati sonriendo dulcemente.<br />

-Sí, muchas gracias -contestó ella. Y<br />

siguió su camino.<br />

Unos días más tarde, Mai entró en<br />

el bar de siempre y se sentó en el sitio de<br />

siempre, pidió un agua y un pincho de<br />

pollo. Poco después, una chica de pelo<br />

rojizo entró y saludó a Raquel. Las dos se<br />

quedaron mirando fijamente.<br />

-¿Te conozco de algo? -dijo Nati.<br />

-No lo sé -contestó Mai sin apartar sus<br />

ojos de los de Nati.<br />

-Creo que ya nos hemos visto antes;<br />

parecía que tenías mucha prisa cuando<br />

salías del portal -dijo Nati.<br />

-Si, ya te recuerdo. Muchas gracias por<br />

salvarme de esa caída -respondió Mai.<br />

-Me llamo Nati -le dijo sonriendo.<br />

-Yo soy Mai.<br />

-Diminutivo de Marisa ¿no? -preguntó<br />

Nati.<br />

-Sí, pero me gusta más Mai. ¿Nati es el<br />

diminutivo de Natalia? -preguntó Mai.<br />

-No, de Renata, pero por favor llámame<br />

Nati -contestó Nati sin dejar de sonreír.<br />

¿Paras mucho por aquí? -preguntó a su<br />

vez.<br />

Desde aquel día, hacía ya un año, no<br />

habían vuelto a separarse. Mai pensaba<br />

37


38<br />

en Nati; la quería por su simpatía, su sentido<br />

del humor, su pelo, pero sobre todo,<br />

por su sonrisa. Ella era más bien una persona<br />

seria y quizás Nati era de las pocas<br />

personas que la hacía reír en los momentos<br />

más oportunos.<br />

El autobús paró. Una señora mayor con<br />

un montón de bolsas subió jadeando. A<br />

Nati le parecía raro que a aquellas horas,<br />

hubiese tan poca gente, solo ellas, la<br />

señora, el conductor y el hombre de la corbata<br />

que seguía mirándolas.<br />

A esas horas tendría que haber un<br />

montón de niños con mochilas gritando,<br />

pero ya habían bajado en la anterior vuelta,<br />

en la parada del colegio.<br />

Nati apretó la mano de Mai y apoyó la<br />

cabeza en su hombro. A Nati le encantaba<br />

el suave olor del pelo rubio y ondulado de<br />

Mai, tanto que podría pasarse la vida<br />

oliéndolo. Mai levantó la mano y empezó a<br />

acariciar el pelo de Nati mientras olía las<br />

rosas que le había regalado.<br />

El autobús paró pero no subió ni bajó<br />

nadie. La señora de las bolsas hablaba<br />

animadamente con el conductor, que volvía<br />

la cabeza cada vez que se reía. El<br />

hombre de la corbata seguía mirándolas,<br />

quizás con más rabia. Nati seguía pensando<br />

en decirle algo, pero estaba muy a<br />

gusto allí sentada con Mai, que continuaba<br />

pensado en el día en que se conocieron.<br />

De repente, algo arrancó a Mai de sus<br />

pensamientos e hizo a Nati levantar la<br />

cabeza de su hombro. Sólo sintió un fuerte<br />

pitido, un frenazo y un camión que se<br />

acercaba de frente. No les dio tiempo a<br />

pensar; se oyó un fuerte golpe, unos gritos;<br />

el autobús dio tres vueltas de campana<br />

y quedó boca abajo como si fuese chatarra.<br />

Mai abrió los ojos como pudo e intentó<br />

moverse. Vio al conductor empotrado contra<br />

la luna del autobús; el hombre de la<br />

corbata intentaba levantarse. Mai buscó a<br />

Nati. Cuando la encontró se arrastró hacia<br />

ella entre los cristales del autobús y cogió<br />

su cabeza entre las manos, pero su pelo<br />

ya no era suave, sino que estaba empapado<br />

en sangre. Mai gritó a Nati para que<br />

abriese los ojos; entonces vio las rosas<br />

rojas, que se confundían con la sangre<br />

que salía de la cabeza de Nati, o ¿quizás<br />

era suya la sangre?<br />

Mai volvió a mirar a Nati y mientras oía<br />

sirenas a lo lejos, lo comprendió y se dio<br />

cuenta de todo lo que iba a suceder.<br />

Entonces, la besó en los labios y le dijo:<br />

¿volveremos a vernos?, luego dejó caer<br />

su cabeza junto a aquella cabellera<br />

antes tan suave y cerró los ojos.<br />

Las rosas rojas desaparecieron<br />

para siempre entre la sangre<br />

de Nati, que poco o a<br />

poco se mezclaba en el<br />

suelo con los cabellos<br />

rojos de Nati y los<br />

rubios de Mai.<br />

El hombre de la corbata logró salir del<br />

autobús. Ya no iba tan limpio como antes.<br />

Cuando logró llegar a la acera, se aflojó el<br />

nudo se su horrible corbata y volvió a<br />

mirar fijamente a Nati y a Mai, pero ahora<br />

por otra razón distinta (supongo). Mientras<br />

tanto, Nati seguía sonriendo.<br />

ISABEL CASTELAO SÁNCHEZ (1º BACH - A)<br />

Accésit - Prosa - C


PENA DE MUERTE:<br />

¿JUSTICIA O ASESINATO?<br />

¿Ha de morir un asesino o asesina para suplantar la pérdida<br />

de su víctima? ¿No hará esto que el culpable se convierta<br />

en víctima dando así lugar a un proceso cíclico inacabable?<br />

La pena de muerte no es más que un homicidio legal considerado<br />

justo por quienes lo practican y con el que disfrutan, aunque no lo<br />

confiesen abiertamente, viendo cómo sufre el condenado durante la ejecución, al<br />

tiempo que se brinda un espectáculo público.<br />

Pero, ¿es justo que, a finales de 1997, el 37% de los ejecutados en EE.UU. fueran<br />

negros, pese a que estos constituyen apenas el 12% de la población? ¿Es justo<br />

que, siendo la mitad de las víctimas de homicidio de raza negra, el 83% de las personas<br />

ejecutadas fueran acusados de la muerte de una persona blanca? ¿Es justo<br />

que desde 1976 hayan sido ejecutados seis blancos por matar a un negro y 112<br />

negros por matar a un blanco? ¿Es justo que el 83% de los condenados a muerte<br />

en Filadelfia sean afroamericanos? Quizás, la aplicación de la pena de muerte no<br />

sea del todo equitativa, quizás podría percibirse cierto racismo en ella.<br />

Quienes apoyan la pena de muerte afirman que el sistema jurídico medita intensamente<br />

este tipo de decisiones, pero ¿qué pasa si la persona ejecutada o condenada<br />

al corredor de la muerte no es culpable? Desde 1973, 73 hombres y dos mujeres<br />

condenados a muerte han sido puestos en libertad tras comprobarse su inocencia.<br />

Ante esto la justicia alegará que son fallos del sistema necesarios para que funcione<br />

con corrección, pero ¿quién devuelve a esa gente inocente todos los años que<br />

ha estado encerrada esperando a que acabasen con su vida, o quién le devuelve la<br />

vida a los que han sido ejecutados sin haberse demostrado su culpabilidad?<br />

Quienes apoyan la pena de muerte afirman que los presos no sufren mientras<br />

están encerrados, incluso he llegado a escuchar afirmaciones como "es que en la<br />

cárcel se vive realmente bien, les dan comida y todo". Otros, en cambio, se oponen<br />

a la pena de muerte porque creen que los presos no sufrirán lo suficiente y proponen<br />

la cadena perpetua en condiciones tan lamentables que los condenados permanezcan<br />

en la cárcel muriéndose poco a poco y sin dejar de sufrir. En ambos<br />

casos se pretende que la cárcel sea un castigo que implique sufrimiento y no un<br />

lugar en el que tratar de reeducar a quienes han delinquido para su reinserción en<br />

la sociedad. Cuando se condena a alguien a muerte, se le niega totalmente la posibilidad<br />

de una reinserción social.<br />

El principal argumento de las personas que están a favor de la pena capital es:<br />

"tú estás en contra de la pena de muerte, pero si la víctima de un asesinato fuera<br />

alguien de tu familia, ¿no querrías que fuese castigada al mismo destino que tu ser<br />

querido?". Esta opinión es suscitada por el deseo de venganza ante la pérdida de<br />

alguien importante en nuestra vida, pero ¿va a volver<br />

a tu lado esa persona si le quitas la vida a quien la<br />

asesinó?, ¿vas a sentir menos tristeza viendo cómo<br />

sufre la familia del condenado?<br />

La pena de muerte es una medida vengativa, irreversible<br />

cuando se aplica de forma equivocada y que<br />

atenta contra uno de los derechos humanos universales:<br />

el derecho a la vida.<br />

ANA PÉREZ MARTÍN (1º BACH - B)<br />

39


40<br />

ÉRASE UNA VEZ UN HOMBRE<br />

Érase una vez un hombre<br />

dueño sólo de su nombre,<br />

campesino pobre, feo,<br />

bajo, gordo, sin esmero,<br />

sin ninguna cualidad<br />

más que sentir de verdad<br />

de la vida el zarandeo.<br />

Y, cómo no, una princesa<br />

de esas que el viento no besa<br />

por sentir gran humildad<br />

ante tal grandiosidad.<br />

De belleza, de frescura,<br />

hecha con trozos de luna<br />

estaba su majestad.<br />

Es difícil de explicar:<br />

la princesa, sin pensar,<br />

le dio un beso al campesino<br />

que, por mandato divino,<br />

en príncipe azul y apuesto,<br />

gallardo y valiente, presto<br />

a transformarse vino.<br />

Sin dudar de tal momento<br />

me atrevo a dar mi argumento,<br />

que quizá fuese el amor<br />

quien hiciese la labor<br />

de cambiar al campesino<br />

sin haber suerte ni sino<br />

a los ojos de los dos.<br />

Quiso un día la fortuna<br />

que la princesa, oportuna,<br />

al campo fuese a parar;<br />

y, por ser casualidad,<br />

allí estaba el campesino<br />

que, sin falta del destino,<br />

de ella se fue a enamorar.<br />

LAURA PÉREZ LÓPEZ (3º - M Nocturno)<br />

1 er Premio - Poesía - C


LA VIDA SIN SUEÑOS,<br />

NO ES VIDA<br />

Qué sería de mí si esa puerta se cerrase,<br />

si la llave hacia los sueños se desvaneciera.<br />

No, estoy segura, no podría vivir sin ella.<br />

¿Qué haría yo cada noche antes de dormirme?<br />

Qué sería de mí si nunca más pudiese imaginarte,<br />

si nunca jamás pudiese pensarte, desearte.<br />

Adiós al aliciente de mi vida,<br />

a pensar en ti antes de quedarme dormida.<br />

Si pasara el tiempo y la llave no encontrase,<br />

recordaría los felices días en que en ti pensaba.<br />

Si bien eso tampoco podría<br />

sin la llave, nunca más te pensaría.<br />

41<br />

¿Qué te quiero decir con esto, dulce sueño?<br />

Que si algo me privase de pensarte<br />

lo más fácil es que pereciera,<br />

pues la vida sin sueños, no es vida.<br />

CRISTINA ARANGO SÁNCHEZ (1º Bach.- D)<br />

2º Premio - Poesía - C


L’ASALTU AL CASTIELLU<br />

42<br />

Cargó l'arma y esperó escondíu<br />

detrás d'unes caxes. Sintió pasos que<br />

s'acercaben y unes voces que falaben<br />

nun idioma desconocíu. Nun podía<br />

permitir que lu descubrieren. La so<br />

misión yera demasiao importante pa<br />

correr esi riesgu. Arrastrándose pel<br />

suelu, llegó a un puntu de l'habitación<br />

dende'l que podía ver a los recién llegaos.<br />

Yeren tres. Toos diben vistíos colos<br />

sos uniformes de militar. Polos galones<br />

pudo distinguir qu'ún d'ellos, el más<br />

vieyu, yera un sarxentu. Falaba por un<br />

walky con otra persona y anque nun<br />

pudo entender lo que dicíen, suponía<br />

que simplemente comprobaba que too<br />

taba n’orde. Los otros dos yeren<br />

mozos muncho más nuevos, anque<br />

supunxo que seríen mayores qu'elli.<br />

Los tres diben armaos con ametralladores,<br />

y miraben a los llaos, como si<br />

supieren que dalguien taba mirándolos.<br />

Taben en metá del so camín. Tenía<br />

que cruzar la puerta que taba al otru<br />

llau del cuartu y yá casi tendría algamao'l<br />

so oxetivu. Nun podía consentir<br />

que naide lu viera y diera l'alarma,<br />

pero'l tiempu agotábase, y los sos<br />

superiores contaben con él p'abrir les<br />

puertes d'aquel castiellu y facilitar la<br />

entrada de la infantería.<br />

Volvió a comprobar que tenía la pistola<br />

cargada. Si disparaba a los tres y<br />

los mataba, tendría tiempu abondu<br />

p'activar el mecanismu antes de que<br />

los refuerzos enemigos pudieran llegar...<br />

De repente un ruíu sacólu de los<br />

sos pensamientos. Ún de los soldaos<br />

daba vueltes a l'habitación. Examinólu<br />

rápidamente. Yera altu y fuerte, y tenía'l<br />

pelo prieto. Llevaba una barba de<br />

varios díes, pero a pesar del so aspeutu<br />

descuidáu nun tenía pinta de tar<br />

cansáu o tener fame, y eso que l'asediu<br />

durara un mes enteru.<br />

El soldáu xiró y caminó hacia les<br />

caxes onde él taba escondíu. Si siguía<br />

acercándose diba descubrilu, y nun<br />

paecía tener intención de cambiar de<br />

rumbu. Lo más sixilosu que pudo, echó<br />

mano al so cuchiellu y sacó un cargador<br />

vacíu que tenía nel bolsu.<br />

Xusto nel momentu nel que'l soldáu<br />

llegaba al so escondite, llanzó'l cargador<br />

a la otra esquina del cuartu. Los<br />

tres enemigos xiraron rápidamente<br />

naquella dirección. Llevantose entós y<br />

enantes de que naide se diera cuenta<br />

cortó-y el gargüelu al soldaú que taba<br />

al so llau.<br />

El cadabre cayó al suelu, y los otros<br />

dos volviéronse asustaos. El sarxentu<br />

recibió dos impactos de bala nel pechu<br />

y el so cuerpu derrumbóse, pero l'otru<br />

soldáu consiguió parapetase volcando<br />

una mesa, xunto a la puerta qu'él tenía<br />

que cruzar.<br />

Amatagáu detrás de les caxes consultó<br />

la hora. Quedáben-y menos de<br />

tres minutos y la rabasera de tiros que<br />

taba recibiendo nun invitaba a pensar<br />

que'l so enemigu diba rendise. Notó<br />

les gotes de sudu que recorríen la so<br />

frente. Tenía qu'abrir les puertes yá o


l'exércitu nun podría entrar nel castiellu,<br />

y polo tanto él cayería nes manes<br />

de los enemigos.<br />

Nun segundu pensó en tolo que<br />

pasara hasta llegar ellí. Fora un día<br />

mui duru, y ya dende'l desembarcu na<br />

playa tuviera qu'avanzar mui rápido y<br />

en silenciu hasta llegar al castiellu. Nun<br />

diba dexar que nada ni naide-y impidiera<br />

algamar el so<br />

oxetivu y convertise<br />

nun héroe de guerra.<br />

Cuando quixo dase<br />

cuenta yá taba de pie y<br />

corría hacia la puerta<br />

disparando ensin<br />

parar escontra la mesa<br />

na que taba'l so enemigu.<br />

Alcanzólu cuando<br />

esti intentaba recargar<br />

la pistola. El soldáu<br />

cayó al suelu desarmáu,<br />

y Fred, ensin<br />

dexar d'apuntalu,<br />

echó-y un vistazu.<br />

Yera'l típicu mozu alemán:<br />

roxu, altu y de<br />

güeyos azules. Nun-y<br />

prestó más atención.<br />

Descargó-y tres tiros na<br />

cabeza, y continuó'l so<br />

camín.<br />

Dirixóse a la puerta. Taba pesyada<br />

con llave, pero nun paecía mui resistente,<br />

asina qu'emburriola un par de<br />

veces col hombru y consiguió tirala<br />

abaxo. Delantre d'él había un cuartu<br />

perpequeñu, y nel centru una máquina<br />

que debía ser la qu’abría y zarraba la<br />

puerta.<br />

De sópitu oyó un ruíu atronador, y<br />

sorrió. Los primeros aviones aliaos<br />

bombardiaben el castiellu. Al fondo<br />

pudo ver los primeros camiones y tanques.<br />

Por fin diba terminar too.<br />

L'exércitu aliáu tomaba un auténticu<br />

bastión del exércitu alemán y el camín<br />

a Berlín quedaba por fin llibre.<br />

Metió la contraseña y punxo la<br />

máquina en funcionamientu como-y<br />

dixeran nel cuartel. Yá sólo tenía que<br />

tirar de la palanca. Los soldaos baxaran<br />

de los camiones y tomaben posiciones<br />

pal asaltu. El ruíu de les bombes<br />

y los tanques yera agüeru d’una<br />

contundente victoria aliada. Acercóse a<br />

la palanca y coles dos manes aferróse<br />

a ella bien fuerte...<br />

Sintió un ruíu a la so<br />

espalda. Echó les<br />

manes a la pistola, xiró<br />

rápidamente y disparó.<br />

Ante él, tiráu nel suelu,<br />

el vieyu sarxentu nazi<br />

mirábalu con una sorrisa<br />

burllona na so boca<br />

ensangrentada. Fred<br />

nun entendió por qué, yá<br />

qu'acababa de rematalu.<br />

Sólo entós se decató de<br />

que la pistola del sarxentu<br />

apuntaba hacia elli y<br />

sintió un dolor perintensu<br />

nel coral, y cayó p'<br />

atrás, muertu...<br />

* * *<br />

...Sintió un dolor<br />

perintensu nel coral, y<br />

cayó p'atrás muertu. El<br />

silenciu fízose en tola sala de xuegos.<br />

De repente, naide xugaba. Toles<br />

miraes taben clavaes en Fred.<br />

Llamaron a un médicu y esti certificó<br />

que taba muertu porque'l coral parárase-y<br />

de lo nerviosu que taba.<br />

Fred, tumbáu en suelu cola boca<br />

abierta, tenía los güeyos ensin vida,<br />

pero bien abiertos, y fixos naquella<br />

pantalla que tantes y tantes tardes contemplara.<br />

Ellí taba'l cuerpu d'un soldáu<br />

muertu con un tiru nel coral, y xusto<br />

encima, escrito en lletres mayúscules:<br />

GAME OVER. INSERT COIN(S).<br />

RAMÓN IGLESIAS RIONDA (2º BACH - C)<br />

1 er Premiu - Llingua Asturiana - C<br />

43


FICCIÓN Y REALIDAD EN “EL QUIJOTE”<br />

I. El género literario del Quijote.<br />

El autor prefiere llamar historia al libro que escribe, en el sentido, no de invención<br />

ficticia, sino de historia verdadera. Cervantes plantea su obra como una narración que<br />

pretende ser históricamente verdadera, dentro del marco de la ficción, y establece la<br />

diferencia fundamental al narrar no lo que ha ocurrido, sino lo que podría ocurrir.<br />

Américo Castro describe esta paradoja entre lo ficticio y lo real del Quijote con una bella<br />

imagen crítica: "Es como la cumbre de una montaña desde la que pueden contemplarse<br />

dos laderas, la vertiente poética y la vertiente histórica".<br />

II. El narrador.<br />

Aunque el narrador del Quijote es el propio Cervantes y, como tal, empieza en primera<br />

persona: "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...", él<br />

conoce la historia por unos manuscritos traducidos del árabe y escritos por un tal Cide<br />

Hamete Benengueli, descubiertos en el Alcaná de Toledo. Esta es, según Jean<br />

Canavaggio "la más fascinante de las máscaras inventadas por Cervantes para disimularse<br />

y excitar así nuestra curiosidad". La sucesión de narrador - traductor - escritor<br />

añade un tono de verosimilitud histórica a la ficción de fondo.<br />

44<br />

III. La acción.<br />

El Quijote narra las aventuras de Alonso Quijano, un hidalgo manchego trastornado<br />

por la lectura de libros de Caballerías, que sale de su pueblo como un<br />

renovado Amadís para "desfacer entuertos" e intenta convertirse en un héroe<br />

a la manera de los de estos libros, pero en un tiempo que ya no es el de ellos,<br />

y en un lugar, la Mancha, más propicio a ver el paso de los carreteros, las ovejas<br />

o los barberos. Así, Alonso Quijano imagina que cada cosa que le pasa o<br />

cada grupo con el que se encuentra por los caminos no son lo que parecen ser,<br />

sino seres o historias fantásticas sacadas de sus lecturas. Y cuando no halla<br />

justificación para tales cambios afirma que todo es obra de encantamientos.<br />

Cervantes intercala en el libro historias que no tienen una conexión clara con el<br />

resto de la trama y alguna, como la del Capitán Cautivo, presenta claros tintes autobiográficos<br />

y despierta el recuerdo de Lepanto y el posterior cautiverio de Cervantes en<br />

Orán (Cap. XXXIX a XLI). Así, al intercalar historias y mezclar datos autobiográficos<br />

nos pone en ese límite entre la verdad y la mentira y hace aparecer la novela dentro<br />

de la novela.<br />

El libro se estructura en dos partes, de las cuales la segunda, aunque continuación<br />

en todo de la primera, presenta elementos más realistas y asiste a la<br />

mutación de caracteres de los dos protagonistas por la que la locura de uno<br />

contagia la cordura del otro y viceversa. Además, la aparición de El Quijote de<br />

Avellaneda da pie a Cervantes para introducir un nuevo elemento de falsedad<br />

disfrazado de verdad. Ha llegado a oídos de D. Quijote de boca del<br />

bachiller Sansón Carrasco que, tras su segundo retiro en su pueblo, un tal<br />

Avellaneda ha publicado sus aventuras. Tanto el caballero como su escudero,<br />

acompañados en esto por el propio narrador, insisten en la falsedad<br />

de este libro y en el hecho de que el único Quijote verdadero es el de Cide<br />

Hamete. Así, la falsa novela del Quijote se introduce en la propia historia<br />

de Cervantes, renovando el desconcierto entre verdad y falsedad.


IV. El espacio y el tiempo.<br />

Cervantes recurre a diversas estratagemas para convencer al lector de la realidad<br />

de las vivencias del Quijote, como poner un tremendo realismo en su topografía. La<br />

mayor parte de los caminos y pueblos son reales: La Mancha, Sierra Morena, incluso<br />

Barcelona con su puerto y su playa son, al igual que las ventas de los caminos, retratados<br />

con un gran realismo descriptivo. Los personajes son perfectamente verosímiles,<br />

como Maritornes, o Don Diego de Miranda; o son históricamente auténticos, como el<br />

bandolero Roque Guinart que lo asalta y luego lo acompaña en la Segunda parte.<br />

El tiempo en que transcurre la obra es un tiempo real, el tiempo de la Contrarreforma,<br />

de la expulsión de judíos y moriscos, el tiempo de la guerra contra el turco.<br />

V. Los personajes: D. quijote y Sancho.<br />

La locura de D. Quijote consiste en no querer ver la realidad, en no aceptar la realidad<br />

que le tocó vivir y añorar, en cambio, otra supuesta realidad en la que los valores<br />

morales y caballerescos predominaban sobre la corrupción e inmoralidad del momento.<br />

D. Quijote responde al barbero de una forma especialmente lúcida: "…Yo, señor barbero,<br />

no soy Neptuno, el dios de las aguas, ni procuro que nadie me tenga por discreto<br />

no lo siendo; sólo me fatigo por dar a entender al mundo el error en que está en no<br />

renovar en sí el felicísimo tiempo donde campeaba el orden de la andante caballería."<br />

(Cap. I. 2ª parte)<br />

D. Quijote pretende hacerse un nombre, pero su impulso de resolver los problemas<br />

de los demás, sin que los afectados lo soliciten, deja ver una locura lúcida que sólo trastorna<br />

el significado de lo real mediante una actitud profunda. En palabras de José<br />

Saramago, "El hidalgo manchego había intuido que la vida auténtica está en otro lugar".<br />

Para establecer un equilibrio entre la ficción del hidalgo y la realidad aparece la figura<br />

de Sancho, el contrapunto perfecto. Sin embargo, a lo largo de la segunda parte su<br />

realidad se tambalea. Engañado por la ficción que crea el hidalgo, duda del poder de<br />

sus sentidos o entra en el juego de creerse la fantasía.<br />

Es esta dualidad en los dos personajes principales uno de los grandes hallazgos<br />

de Cervantes. Como en la vida real, imaginación y realidad, fantasía y evidencia,<br />

mentira y verdad, no son poderes absolutos, sino más bien partes de un espectro<br />

continuo.<br />

45<br />

VI. CONCLUSIONES.<br />

El Quijote es una novela donde ficción y realidad se entremezclan de manera<br />

sutil, profunda y continua. A la manera de las cajas chinas o de las muñecas<br />

rusas, una ficción contiene una realidad que a su vez contiene una ficción,<br />

en una sucesión que parece llegar a aturdir tanto al lector como a los<br />

propios personajes, en ocasiones incapaces de discernir entre ambos términos.<br />

Se ha dicho que el Quijote es una parodia, una sátira o una burla, pero<br />

el blanco de la sátira no serían, como parece en una vista superficial, los<br />

libros de Caballerías, sino la credulidad humana y moral. Toda experiencia<br />

humana encierra una cuestión de matices y una de las grandezas del Quijote<br />

es la de desdibujar los límites entre historia y ficción y afirmar que la verdad<br />

es compleja e inalcanzable en toda su complejidad. Don Quijote muere<br />

lúcido, caído de bruces en la realidad, aunque Sancho nos recuerda que<br />

puede haber locura en ese trance: "No se muera vuesa merced, señor<br />

mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura<br />

que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más,<br />

sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía".<br />

ELENA DOMÍNGUEZ ROBLES (1º BACH - C)


Moda:<br />

publicidad<br />

engañosa<br />

46<br />

Hoy en día, miremos hacia donde miremos<br />

la moda nos rodea, y por ello deberíamos<br />

hacer un reflexión sobre los ideales<br />

de belleza que nos muestra este mundo.<br />

Por ejemplo, hubo un programa-concurso<br />

televisivo en el que muchas chicas participaron<br />

con el fin de convertirse en la<br />

Supermodelo 2006 de la agencia Elite<br />

Model Look.<br />

La moda ejerce una gran presión sobre<br />

la sociedad, imponiendo unos estereotipos<br />

de belleza que no tienen similitud<br />

alguna con la realidad. Pero hay quien no<br />

puede verlo y cae en el juego de querer<br />

parecerse lo más posible a esa imagen y<br />

es ahí donde comienza el peligro.<br />

Una adolescente, el público más vulnerable,<br />

querrá conseguir un cuerpo como el<br />

de las modelos que aparecen en las pasarelas<br />

o parecerse a alguna de las chicas<br />

de los anuncios y hará todo lo posible para<br />

ello, quizá arriesgando su vida, dejando<br />

de comer. No se dará cuenta de que el<br />

esfuerzo que hace es inútil porque la<br />

publicidad no es la realidad, es publicidad,<br />

es engaño y la televisión es el medio que<br />

mejor la difunde.<br />

La extrema delgadez que vemos en<br />

algunas modelos, ¿es el ejemplo a<br />

seguir? Si nos paramos a reflexionar nos<br />

daremos cuenta de que no es guapa, está<br />

enferma y no puede reflejar ningún ideal<br />

de belleza. Por ello estoy de acuerdo con<br />

la medida que se tomó en la pasarela<br />

Cibeles de poner un límite al índice de<br />

masa corporal. Un primer paso hacia la<br />

salud.<br />

Otro cambio positivo es la publicidad<br />

que nos ofrece Dove, cuyo lema es: "Por<br />

la belleza real", y enseña en sus anuncios<br />

a chicas normales, reales, dejando atrás<br />

los estereotipos esqueléticos.<br />

En Supermodelo 2006, la mujer tenía<br />

una imagen y no una personalidad. Se trataba<br />

a las competidoras como objetos,<br />

que carecían de opinión, eran otros los<br />

que decidían por ellas y no tenían la más<br />

mínima posibilidad de quejarse o de mostrar<br />

su pensamiento, lo cual llevaba a una<br />

infravaloración de la inteligencia de la<br />

mujer.<br />

En ese centro de formación se buscaba<br />

ser antes modelo que persona. Era triste<br />

ver cómo niñas, chicas aún muy jóvenes,<br />

competían por ser algo totalmente superficial,<br />

cuando ese programa podía mostrar<br />

la parte buena de la moda, sin olvidar que<br />

es un mundo duro y sacrificado, pero que<br />

existe en él algo bueno.<br />

¿Qué valores observábamos en<br />

Supermodelo 2006? Ninguno, no existía<br />

compañerismo, ni amistad, sólo competitividad<br />

cruel, castigo psicológico continuo<br />

hacia las participantes, un trato de inferioridad<br />

si no llegaban a alcanzar los objetivos<br />

que se perseguían.<br />

¿Qué futuro tendrán esas chicas y otras<br />

muchas que trabajan en ese mundo,<br />

cuando sólo les dicen que si no son modelos,<br />

no llegarán a ser nadie? Pensarán<br />

que ya no hay más opciones y que si no lo<br />

consiguen se acabará el mundo. No es<br />

así, pero eso era lo que el programa reflejaba,<br />

desgraciadamente.<br />

Por otra parte, ser modelo femenina es<br />

el único oficio en el que la mujer cobra<br />

más que el hombre y es duro ver que se<br />

trata de un trabajo en el que no se desarrolla<br />

la inteligencia, ni se muestra el<br />

conocimiento de una persona, sino sólo la<br />

imagen.<br />

Cada mujer tiene algo especial y único<br />

y por ello todas somos bellas.<br />

CRISTINA MARTÍN AMORÍN (1º BACH - B)


PREMIOS DEL CONCURSO DE<br />

FOTOGRAFÍA MATEMÁTICA 2005-2006<br />

1 er premio<br />

Polígonos, curvas, simetrías<br />

ANA VESPERINAS CASTRO<br />

2º premio<br />

DEPARTAMENTO DE MATEMÁTICAS<br />

IES “CARREÑO MIRANDA<br />

47<br />

3 er premio<br />

Simbiosis de anillos y parábolas<br />

CRISTINA ARANGO SÁNCHEZ<br />

Simetría axial viaria<br />

LUCÍA GONZÁLEZ ÁLVAREZ

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