Realidad, razón, libertad: las raíces del sentido religioso - Pontificia ...

sobre todo culturales y antropológicas, como hemos ya mencionado que
nos recuerda Benedicto XVI; en efecto, más allá del trasiego de droga y
de la criminalidad organizada hay un drama humano, hay confusión
acerca de quiénes somos, existe una cultura que impide la comprensión
de la misteriosa dignidad de la vida humana, que se intuye solo a partir
de la conciencia de ser criaturas pensadas y amadas desde la eternidad
y para la eternidad. Y esta conciencia se comunica al mundo de manera
creíble a través del testimonio de los cristianos que todavía derraman su
sangre, sobre todo en ciertas áreas de Oriente y de África, para
testimoniar la experiencia de humanidad y de vida nueva que Cristo ha
hecho posible en ellos. Giuseppe Zaffaroni trata de sacudir, en su artículo
Persecuciones y cristianismo burgués, la indiferencia ante este
fenómeno de los cristianos de Occidente, acostumbrados “a un
cristianismo intimista, tan bien acomodado en las reglas y en lo
políticamente correcto que ya no tiene incidencia en la vida personal y
social”.
Por último, presentamos un artículo que ha suscitado mucha polémica en
su momento: ¿Pobres en la UPR? Con este texto hemos entrado en un
debate que se desató en ocasión de un largo período de huelga en la
universidad del Estado. El artículo intenta refutar algunos discursos
trillados pero persistentes, como el que considera la universidad estatal
como la universidad de los pobres y la universidad privada la universidad
de los ricos o que sigue identificando “estatal” con “público”, ignorando la
enorme aportación de las instituciones educativas sin fines de lucro,
como lo es la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, a la
educación, a la cultura y al bienestar de toda la sociedad.
En el fondo, el camino recorrido y documentado en este Anuario confirma
el juicio del Santo Padre (una crisis cuyas raíces son sobre todo
culturales y antropológica) al hacernos más conscientes de que el
cambio que todos anhelamos no será el fruto de un simple proyecto
social-económico, que pretenda eliminar mágicamente todas las
deficiencias, las fallas y las injusticias de nuestros sistemas: nos espera
un trabajo paciente e infinito, que solo será posible a partir de una visión
adecuada del ser humano y de su vida en sociedad. Es esta la tarea
urgente que espera a los cristianos en estos tiempos de crisis.
Diciembre 2011