Realidad, razón, libertad: las raíces del sentido religioso - Pontificia ...
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Señor asesino… Giuseppe Zaffaroni La carta abierta de un profesor al asesino de una estudiante de su misma universidad. Arrepentimiento y perdón son la única posibilidad que nos queda a todos después de grandes errores, hasta después de una vida totalmente equivocada. Señor asesino de Adalis Batiz: soy un profesor de la universidad donde ella estudiaba, donde diariamente acuden miles de jóvenes en búsqueda de algo que, a veces, ni ellos saben qué es: una preparación Giuseppe Zaffaroni es Director del Instituto de Doctrina Social de la Iglesia y profesor de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. profesional, un título, cierto; pero también una amistad, un amor, un encuentro que ayude a entender el extraño mundo en el que les ha tocado vivir, un encuentro que cambie la vida, que le dé un rumbo, que libere el corazón de aquella soledad que de manera tan aguda y cruel se percibe sólo en ciertos años de la juventud. Miro el rostro de mis estudiantes: interrogantes, curiosidad, preocupaciones, aburrimiento, cansancio, heridas, dolor, mucho dolor que normalmente queda escondido bajo una cortina de pudor y desconfianza; dolor y espera, también espera: de que el día que empieza por fin traiga algo nuevo, algo grande, algo bello… Miro su foto y pienso en ti. ¿Cuánto te pagaron? ¿Valió la pena? ¿Qué pasa cuando oyes retumbar en tu oído los disparos que apagaron por siempre aquella estupenda sonrisa? En mis clases enseño que no existe nada en este mundo que sea más grande, más bello y valioso que un ser humano. Cualquier ser humano: sano o enfermo, viejo o joven, rico o pobre, bello o feo, inteligente o tonto, bueno o malo. “¿También un asesino?”, me preguntan los estudiantes. “Sí, también un asesino”, respondo siempre con firmeza. No sé quién eres, no conozco tu historia, ni qué te ha llevado a desfigurar en ti la grandeza y dignidad de tu persona, y por eso la persona de Adalis y la de los otros a los que disparaste con total desprecio de sus vidas. Sin embargo, bajo toneladas de escombros, tal vez está todavía vivo algo de tu humanidad: ¡no la apagues del todo! He leído que la mamá de Adalis te ha perdonado. Es un acto humanamente imposible. Pero es tu gran posibilidad, es la posibilidad que nos queda a todos después de grandes errores, hasta después de
una vida totalmente equivocada. Porque eres algo más que la nada a la que te has (o te han) reducido. Eres algo más grande que el mal enorme que has hecho. Perteneces al Misterio bueno que te ama y te da la vida en este momento (¡aquella vida que le quitaste a Adalis!) ofreciéndote una posibilidad totalmente gratuita e inmerecida: aceptar este perdón, caer de rodillas frente a tus víctimas y tener el valor de entregarte a la justicia. De lo contrario, será tu corazón al que habrás matado definitivamente; y, ya muerto, seguirás sembrando, dolorosamente, sin sentido, frutos de muerte a tu alrededor. ¿Valdrá la pena? (Artículo publicado en El Nuevo Día, 25 de noviembre de 2010, p. 94)
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Misterio bueno que te ama y te da la vida en este momento (¡aquella vida<br />
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al que habrás matado definitivamente; y, ya muerto, seguirás sembrando,<br />
dolorosamente, sin <strong>sentido</strong>, frutos de muerte a tu alrededor. ¿Valdrá la<br />
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(Artículo publicado en El Nuevo Día, 25 de noviembre de 2010, p. 94)