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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Julio De Zan<br />

de las negociaciones deriva en la confrontación y las diversas formas de<br />

luchas sociales en el ámbito doméstico, y en las tensiones de la política internacional<br />

que desembocan en la amenaza de la guerra. El límite absoluto<br />

que la ética pone a la confrontación y la lucha política es la violencia, la cual<br />

no puede justificarse nunca mediante ninguna argumentación racional. No<br />

obstante, la política ha tenido que contar siempre de hecho con este riesgo,<br />

frente al cual las naciones han institucionalizado el recaudo estratégico de<br />

las fuerzas armadas. No deberíamos abandonar nunca sin embargo el proyecto<br />

kantiano de la paz perpetua, manteniéndolo por lo menos como una<br />

idea regulativa de la razón práctica.<br />

Thomas MacCarthy ha analizado, desde la posición de una crítica inmanente<br />

a la teoría habermasiana del discurso político, el problema de estos<br />

desacuerdos y la dificultad de llegar a consensos racionales mediante el<br />

discurso práctico en el campo de lo político 21 . En este punto expondré los<br />

análisis de MacCarthy en el texto citado, agregando algunas reflexiones y<br />

puntos de vista personales que serán expresadas en primera persona. La<br />

cuestión de fondo que se plantea es si la concepción habermasiana del<br />

discurso ético y político y del consenso racional son modelos apropiados<br />

(aunque idealizados) para el debate político y para la toma de decisiones<br />

colectiva. Me parece que en líneas generales los resultados de esta discusión<br />

pueden referirse también a K.-O. Apel y a toda la ética discursiva.<br />

La conocida diferenciación entre ética y moral, que Habermas toma de Hegel,<br />

y que se ha generalizado en la filosofía contemporánea 22 , es una pieza<br />

clave para una sistematización de la Filosofía práctica que permita comprender<br />

la complejidad de las sociedades modernas. En las sociedades tradicionales<br />

los ordenamientos legal y político se encontraban entretejidos con el<br />

tácito trasfondo de certezas de una forma de vida heredada y corporizada<br />

en la eticidad concreta, para emplear el lenguaje hegeliano. Las instituciones<br />

sociales y las normas intersubjetivamente vinculantes formaban parte del<br />

21<br />

MacCarthy, Th.: “Practical Discourse: On the Relation of Morality to Politics”. En: Craig<br />

Calhoun, Habermas and the Public Sphere, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts y<br />

Londres, 1999, pp. 51-72. Las referencias a este artículo se harán en adelante en el cuerpo del<br />

texto, con la sola mención del Nº de página.<br />

Para las discusiones recientes de esta cuestión cfr. También: Stephen K. White, The Recent<br />

Work of Jurgen Habermas (Cambridge, 1988); Benhabib, Seyla y Dallmayr, Fred (eds.), The<br />

communicative Ethic Controversy (Cambridge, 1990) y Baynes, Kenneth, From Social Contract<br />

Theory to Normative Social Critciism (Albany, 1991). Ver también el número especial de<br />

Philosophical Forum, 21 (1989-1990), números 1-2, y Philosophy and Social Criticism, 14<br />

(1989), nº 3-4.<br />

22<br />

Cfr. De Zan, J.: Panorama de la Ética continental contemporánea, Madrid, Akal, 2002, Cap.<br />

1 y 6. Cfr. también, del mismo autor: La ética los derechos y la justicia, Montevideo, Fundación<br />

Konrad Adenauer, 2004, Cap. 1 y 2.<br />

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