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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Eduardo Said<br />

En paralelo a la intención de agresión, la agresividad es evocada, como su<br />

segunda condición, por imágenes de fragmentación corporal. Imágenes de<br />

las que la obra de Jerónimo Bosco es testimonio artístico. La fantasmagoría<br />

del cuerpo fragmentado de la histeria, la descomposición del lenguaje de<br />

órgano en la esquizofrenia, son algunos de sus testimonio clínicos. Se trata<br />

de una determinación estructural, que se localiza ampliamente en la fabulación<br />

y los juegos de los niños, que destripan sus muñecas, que desarman<br />

sin retorno sutiles juguetes.<br />

Se trata, entonces, de una articulación de estos dos factores determinantes<br />

de la agresividad: intención de agresión y efectos de fragmentación corporal.<br />

No denota agresividad la fragmentación corporal en ciernes frente a una<br />

operación quirúrgica en una cirugía programada.<br />

La agresividad deviene el carácter irreductible de la estructura narcisista,<br />

del que se deduce muy poca aprehensión del prójimo. En nuestra civilización<br />

occidental se confunde agresividad con fortaleza, con competitividad.<br />

“Hombre agresivo y enérgico”, puede cantar Serrat versando al ejecutivo<br />

de película.<br />

En el decurso de la morfogénesis constitutiva de la posición del sujeto en el<br />

intercambio con los otros, el operador simbolizante, ley que regula el intercambio,<br />

la identificación edípica que como efecto se deduce, puede retornar<br />

acudiendo en cierto límite y condiciones, a trascender lo más elemental<br />

de la servidumbre imaginaria, en tanto agresividad constitutiva.<br />

La mitologización edípica ordena un campo de legalidad donde el crimen,<br />

en principio, no estaría permitido. La cultura se funda en un “crimen” que<br />

pone límites al goce del Otro, decíamos, por la vía del mito de “Tótem y<br />

tabú”. Su efecto de ley emergente, adjudica culpabilidades, y puede operar<br />

como neutralizador del conflicto de rivalidad a muerte entre pares. Así expresado,<br />

solo como potencialidad.<br />

La constitución llamada normal-neurótica; esa que mejor juega los intercambios<br />

con los otros, sabe del “ser siendo pegado”, del goce del sufrimiento,<br />

del castigo expiatorio. Punto estructural de asentamiento de las<br />

formas de creencias en deidades diferenciales. Hay siempre una ficcionalización<br />

de violencia en el origen. La crucifixión es una muestra rotunda en<br />

su repetitiva vigencia.<br />

El orden de la ley puede hacer presente su estatuto normativizante y atemperar<br />

la rivalidad especular. Pero no hay garantía, lo monstruoso nos espera<br />

en su borde mismo cuando no en sus texturas. Véanse sino las leyes propias<br />

del nazismo.<br />

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