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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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La agresividad, el narcisismo y sus efectos en la conflictividad humana<br />

Si la operación que domina lo nuclear de la estructura es forclusiva, si prima<br />

el “no a lugar”, el efecto es por un lado devastador, desagregante del tejido<br />

y malla simbólica necesarios para el lazo con el prójimo. Si la restitución de<br />

la perplejidad psicótica se produce, suele ser megalómana, exhibiendo el<br />

desenfreno de la exaltación del yo en la psicosis. Siempre cerca del crimen<br />

o el suicidio. Yo o el otro, con la mayor agudeza.<br />

La paranoia es su expresión clínica mayor, que no deja de manifestarse más<br />

o menos atenuada en amplias trazas de la cultura. Las páginas finales de<br />

los diarios trenzan los aconteceres en que este límite estructural se configura<br />

en actos. La no distancia, la intimación del Otro como avasallante,<br />

intrusivo, se suelda rígida y frágilmente de la peor manera.<br />

Si la operación que domina es renegatoria, la exaltación yoica se impone<br />

no muy lejana al delirio en tanto hace del sujeto instrumento del goce del<br />

Otro, como sádico, como masoquista. Sade, Sacher-Masoch son las figuras<br />

que en la cultura, por la vía de las letras, reverberan como sus signos<br />

alusivos.<br />

Si la operación dominante es la represión, represión primaria para mayor<br />

precisión, deparará aperturas a diversidades que, golpeando la ingenuidad<br />

de la pretensión de normalidad, no excluyen lo peor de la banalidad del mal.<br />

Gente “muy normal” entra obsesivamente en los procedimientos burocráticos<br />

en orden al exterminio del designado como otro inferior.<br />

La agresividad en general no es sino un correlato de la exacerbación, hasta<br />

cierto punto irreductible, de esta constelación de operaciones agujereantes<br />

y sus soldaduras narcisistas.<br />

San Agustín (354-430) se adelanta en ese plano al psicoanálisis: “Vi con mis<br />

propios ojos y conocí bien a un pequeñuelo presa de los celos. No hablaba<br />

todavía y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada envenenada, a su<br />

hermano de leche”.<br />

Lacan en su escrito “La agresividad en psicoanálisis” de 1948 9 , despliega<br />

las condiciones que permiten precisar un cierto alcance de definición de la<br />

agresividad en tanto tal: de una parte la intención de agresión. Haciendo<br />

énfasis que no se trata de la agresión consumada, sino mostrada como<br />

intención. Las artes marciales orientales deparan en sus actos formas nítidas<br />

de agresión, sin mostración necesaria de exhibición de intencionalidad<br />

agresiva. Afectación esta adquirida en el traspaso a Occidente.<br />

9<br />

Lacan, Jacques: “La agresividad en psicoanálisis”. En: Escritos II, México, Siglo XXI, 1981.<br />

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