JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

Conflictividad y tragedia
Hasta ahora nos hemos topado con varias contraposiciones en las que está
agazapado el conflicto trágico: la tensión entre ley humana y ley divina,
entre el Estado y la familia, entre el varón (ciudadano, gobernante) y la mujer
(guardiana de la familia), y, como veremos más tarde, entre los dioses
antiguos y los dioses nuevos. A todos estos conflictos subyace la tensión
entre lo manifiesto y lo oculto de lo real y lo consciente e inconsciente en la
experiencia de la conciencia.
Para Sófocles ambas leyes se entretejen, están destinadas a espejarse mutuamente,
pero la preeminencia le es concedida a la ley divina. Hegel, en
cambio, seguramente por su teoría del origen divino del Estado, tiende a
considerarlas equivalentes, con el mismo derecho 28 .
Pero, dentro de la misma pólis, lo más natural es la familia basada en lazos
de sangre y el pueblo, frente a la sociedad civil o agrupación de ciudadanos
y el Estado. Por consiguiente, cuando habla Antígona, implica tanto a la
familia como al pueblo arcaico que habla y actúa en la sombra, mientras
que Creonte representa al gobierno y a la ciudadanía. Antígona se confiesa
“nacida para amar con” (symphilein) y deja implícito que el lado del odio,
que destaca al enemigo frente al amigo, es para el varón que preside la pólis.
Esta última perspectiva aparece en los discursos en los que Creonte se
perfila a sí mismo como gobernante, avivando el conflicto amigo-enemigo.
Sin embargo, el amor de Antígona parece limitarse al amor a los muertos. 29
También Antígona conecta con el elemento „nefas“ (lo contrario a la ley divina)
o núcleo trágico en Hölderlin. Es, según el poeta, antitheos, “alguien,
en el sentido de dios, se comporta como contra dios, y sin ley reconoce el
espíritu de lo más alto” 30 .
Pero la muerte no solo opera en la naturaleza y en la historia humana, sino
que es lo lógicamente movilizante en cuanto tal. Ella es el núcleo germinal
del espíritu y de la dialéctica en la Fenomenología y llega a plantear una
ontología trágica de la finitud por la que la fenemenología se rememora e
interioriza (er-innert) como calvario (Schädelstätte). La muerte expande la
“potencia descomunal de lo negativo” (die ungeheure Macht des Negativen),
la energía del pensar y del puro yo como fuerza de escisión, el trabajo de lo
ideal en lo real. “Pero la vida del espíritu no es la vida que rehuye (scheut)
28
Cf. Hegel, G. W. F., Vorlesungen über die Philosophie der Religion, G. Lasson (Hg.), Hamburg,
Meiner, reimpr. 1966, T. II, p. 156. Lecciones sobre la estética, p. 857; Vorlesungen über die
Ästhetik, III, p. 523.
29
Sophocle, Antigone, texte établi par A. Dain et traduit par P. Mazon, Paris, Les belles lettres, 1977,
pp. 185-190, 522 ss.; Sófocles, Antígona, trad. L. Gil, Madrid, Guadarrama, 1969, pp. 25, 50 s.
30
Hölderlin, F., “Notas sobre ‘Antígona’”, en Ensayos, p. 148. Antígona se comporta contra
Zeus en tanto “padre del tiempo” o “padre de la tierra”. Cf. ib., p. 147.
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