JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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08.11.2014 Views

Algunas reflexiones evolucionistas sobre la ética convergente hemos presupuesto implícitamente un fundamento normativo (el “principio del discurso”), y no podemos prescindir de él sin incurrir en autocontradicción performativa. El planteo de Apel reformula el imperativo categórico kantiano en clave semiótica, proponiendo que la resolución de los conflictos de intereses debe recurrir a un intercambio argumentativo en busca de un consenso, que incluya, tanto a argumentantes como a los posibles afectados por las consecuencias de la decisión moral que se determine mediante la argumentación. El carácter trascendental del fundamento es semiótico-pragmático, en tanto la pretensión de validez de los discursos prácticos, refieren al carácter ilocucionario de los “actos de habla” argumentativos. Por su carácter puramente procedimental, el principio de autocontradicción performativa se limita a indicar como se deberían legitimar las normas situacionales. Por ello, el principio supone una metanorma que define condiciones ideales dialógicas, no constatables en la comunicación argumentativa empírica. Esta metanorma funciona como una idea regulativa, ya que prescribe la búsqueda de consenso entre todos los implicados por una decisión que se plasma en una norma situacional cualquiera. La no aceptación de esta metanorma supone una autocontradicción ya que, argumenta Apel, se encuentra presupuesta en cualquier argumento racional. Más allá de dichas condiciones ideales, la realidad de los sistemas de autoafirmación en que participan los actores de los debates éticos reales, plantean la dificultad de realización efectiva de lo prescripto por dicha metanorma. Por ello existe una parte B de la ética apeliana que exige que las normas situacionales impliquen una restricción ocasional de la aplicación del principio, por parte de un agente que lo ha reconocido, teniendo que ser compensada en el sentido de contribuir con la paulatina institucionalización de los discursos prácticos para garantizar una tendencia a minimizar las situaciones en las que la aplicación del principio resulte moralmente imposible. La ética convergente asume como punto de partida esa estrategia de fundamentación a priori pero la considera insuficiente por el carácter minimalista de los principios considerados. Su propuesta filosófica se sitúa en una convergencia del paradigma de la ética discursiva de Karl-Otto Apel con el aporte de la “ética material de los valores” de Nicolai Hartmann, de la cual Maliandi rescata aportes que no habían sido retomados en la reflexión ética contemporánea. Como alternativa, Maliandi propone rescatar de la propuesta de Hartmann dos aspectos férreamente articulados: el pluriprincipialismo y el carácter a priori del conflicto. Esta segunda cuestión resulta central para comprender la originalidad de la propuesta. Dice Maliandi que hay conflicto en cualquier situación dialógica, lo que significa que el conflicto no es una contingencia disfuncional que deba disolverse, o una astucia 882

José Luis Fliguer de la dialéctica. La afirmación de que hay conflicto da cuenta, en su perspectiva, de un supuesto de todo orden o vínculo social, y que la resolución del conflicto no supone su eliminación sino su modificación buscando las consecuencias más equitativas posibles para todos los implicados. Esta conflictividad a priori -afirma Maliandi- supone también la aprioridad de principios en tensión, que estructuran la condición de posibilidad de las normas de acción. Hartmann, en su ética material de los valores, se había referido a que los valores se realizaban en escalas opuestas según su fuerza o altura. La concepción hartmaniana advierte de la posibilidad de confrontar a las posiciones relativistas que hoy están en su apogeo, con una estrategia diferente del monoprincipialismo minimalista de Apel. En efecto, las posturas relativistas aceptan una infinidad de principios relativos a las culturas o identidades en juego, de modo que la diversidad de normas situacionales posibles no pueden debatirse en función de un fundamento común. La ética convergente propone, en cambio, una diversidad finita de principios que polarizan las tensiones conflictivas de cualquier ethos posible. En la dimensión sincrónica, estos principios son el de Universalidad y el de Individualidad; en la dimensión diacrónica los principios son Conservación y Realización. Las condiciones a priori, conflictivas del ethos, explica Maliandi, requieren de una metanorma diferente a la propuesta por Apel: la convergencia significa la exigencia de tender a armonizar los diferentes principios antagónicos del ethos o no lesionar los diferentes principios en las normas situacionales concretas. Recientemente se ha planteado un muy interesante debate entre Ricardo Maliandi y Alberto Damiani respecto de la conflictividad del ethos, señalada por la ética convergente. Damiani afirma que la constatación de que el ethos presenta frecuentemente conflicto entre normas, resulta insuficiente para afirmar el carácter a priori de dicha conflictividad. En definitiva, señala Damiani, la ética convergente tiene pendiente el demostrar el carácter a priori del conflicto. En verdad no parece improbable, como observa Damiani, que la convergencia entre la ética del discurso de cuño apeliano y la ética de Hartmann ofrezca mayores dificultades que Maliandi aún no ha tramitado totalmente en su obra. En la perspectiva que adoptaremos en este trabajo, por nuestra parte, argumentaremos en apoyo de la idea de que la ética convergente podría explorar y reformular sus tesis antropológicas y etológicas para fortalecer su tesis a favor del pluriprincipialismo y la aprioridad del conflicto que defiende. En efecto, es frecuente en la obra de Ricardo Maliandi encontrar significativos excursos antropolólogicos y etológicos para dar cuenta de su propia interpretación del fenómeno normativo que no son siempre considerados 883

José Luis Fliguer<br />

de la dialéctica. La afirmación de que hay conflicto da cuenta, en su perspectiva,<br />

de un supuesto de todo orden o vínculo social, y que la resolución<br />

del conflicto no supone su eliminación sino su modificación buscando las<br />

consecuencias más equitativas posibles para todos los implicados.<br />

Esta conflictividad a priori -afirma Maliandi- supone también la aprioridad<br />

de principios en tensión, que estructuran la condición de posibilidad de<br />

las normas de acción. Hartmann, en su ética material de los valores, se<br />

había referido a que los valores se realizaban en escalas opuestas según<br />

su fuerza o altura. La concepción hartmaniana advierte de la posibilidad<br />

de confrontar a las posiciones relativistas que hoy están en su apogeo,<br />

con una estrategia diferente del monoprincipialismo minimalista de Apel. En<br />

efecto, las posturas relativistas aceptan una infinidad de principios relativos<br />

a las culturas o identidades en juego, de modo que la diversidad de normas<br />

situacionales posibles no pueden debatirse en función de un fundamento<br />

común. La ética convergente propone, en cambio, una diversidad finita de<br />

principios que polarizan las tensiones conflictivas de cualquier ethos posible.<br />

En la dimensión sincrónica, estos principios son el de Universalidad y<br />

el de Individualidad; en la dimensión diacrónica los principios son Conservación<br />

y Realización. Las condiciones a priori, conflictivas del ethos, explica<br />

Maliandi, requieren de una metanorma diferente a la propuesta por Apel:<br />

la convergencia significa la exigencia de tender a armonizar los diferentes<br />

principios antagónicos del ethos o no lesionar los diferentes principios en<br />

las normas situacionales concretas.<br />

Recientemente se ha planteado un muy interesante debate entre Ricardo<br />

Maliandi y Alberto Damiani respecto de la conflictividad del ethos, señalada<br />

por la ética convergente. Damiani afirma que la constatación de que el<br />

ethos presenta frecuentemente conflicto entre normas, resulta insuficiente<br />

para afirmar el carácter a priori de dicha conflictividad. En definitiva, señala<br />

Damiani, la ética convergente tiene pendiente el demostrar el carácter a<br />

priori del conflicto.<br />

En verdad no parece improbable, como observa Damiani, que la convergencia<br />

entre la ética del discurso de cuño apeliano y la ética de Hartmann ofrezca<br />

mayores dificultades que Maliandi aún no ha tramitado totalmente en su<br />

obra. En la perspectiva que adoptaremos en este trabajo, por nuestra parte,<br />

argumentaremos en apoyo de la idea de que la ética convergente podría explorar<br />

y reformular sus tesis antropológicas y etológicas para fortalecer su<br />

tesis a favor del pluriprincipialismo y la aprioridad del conflicto que defiende.<br />

En efecto, es frecuente en la obra de Ricardo Maliandi encontrar significativos<br />

excursos antropolólogicos y etológicos para dar cuenta de su propia<br />

interpretación del fenómeno normativo que no son siempre considerados<br />

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