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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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La cuestión del morir y la posibilidad de actitudes heroicas<br />

2. Una segunda significación se asocia con la palabra muerte: el morir como<br />

acontecimiento, como pasar, finalizar, terminar.<br />

Lo que llamamos moribundo solo es tal para quien asiste a su agonía, para<br />

quien lo asiste acaso en su agonía. Pensar en esos moribundos es imaginarme<br />

como el moribundo que seré para quienes asistan al morir.<br />

Dos situaciones imaginarias diferentes: asistir a la muerte es más preciso,<br />

más desgarrador que simplemente sobrevivir. El asistir es una prueba puntual,<br />

una prueba del acontecer. El sobrevivir es un largo trayecto, en el mejor<br />

de los casos el del duelo, es decir la separación aceptada del difunto que se<br />

aleja, se aparta del vivo para que este sobreviva. Para mí es una anticipación<br />

interiorizada, la más aterradora, la del moribundo que seré para quienes<br />

asistan a mi muerte, quienes la asistan. La anticipación de la agonía<br />

constituye el núcleo concreto del “miedo a la muerte” en toda la confusión<br />

de sus significaciones y la inclusión de unas en otras.<br />

Sin embargo, según el testimonio de los médicos especializados, los enfermos<br />

moribundos cuando están lúcidos, no se perciben como pronto muertos,<br />

sino incluso como aún vivos hasta media hora antes del morir. Lo que<br />

ocupa la capacidad del pensamiento todavía preservada no es la preocupación<br />

de lo que puede haber después de la muerte, sino la movilización de<br />

los recursos más profundos de la vida para seguir afirmándose. El testimonio<br />

médico es que hay una “gracia interior” que distingue al agonizante del<br />

moribundo que consiste en el surgimiento de lo Esencial en la trama misma<br />

del tiempo de la agonía. Lo Esencial es en cierto sentido lo religioso, lo<br />

religioso común que en el umbral de la muerte, transgrede las limitaciones<br />

consustanciales a lo religioso confesante y confesado. Según Ricoeur es la<br />

gracia concedida a algunos agonizantes de apelar a lo que ha denominado<br />

la movilización de los recursos más profundos de la vida, para la venida a<br />

la luz de lo Esencial. No es necesaria tal o cual confesión en este momento<br />

donde lo religioso se iguala a lo Esencial. El morir es transcultural y por lo<br />

tanto es transconfesional y en ese sentido transreligioso. Tal vez es la única<br />

situación en la que puede hablarse de experiencia religiosa.<br />

Combatir lo imaginario del morir ligado a la mirada del espectador para<br />

quien el agonizante es un moribundo. “Quiero -dice Ricoeur- liberarme de<br />

esa mirada desde afuera dirigida al moribundo y de la anticipación de esa<br />

mirada desde afuera dirigida a mí, moribundo”. La mirada no es la misma del<br />

que ve al moribundo del que lo ve como agonizante. Sin embargo Ricoeur<br />

apela a esa mirada que ve en el moribundo a alguien aún vivo, alguien que<br />

apela a los recursos más profundos de la vida y parece transportado por el<br />

surgimiento de lo Esencial en su vivencia de quien vive todavía. Es la mirada<br />

de la compasión, y no la del espectador que prevé al ya muerto.<br />

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