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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Graciela Fernández<br />

La teoría de desmoralización del enemigo sigue manteniendo su prestigio,<br />

aunque como bien advierte Tanaka, esta nunca ha sido demostrada. Mujeres,<br />

niños y ganado se transformaron en objetivos. Allí se empleó, posiblemente<br />

por primera vez, la idea de que los bombardeos traerían “a la larga” ventajas<br />

para los seres afectados -curiosa teoría en donde surge quizá la idea de<br />

un “humanismo militar” que Chomsky denuncia. Un ejemplo paradigmático<br />

de la teoría de la desmoralización fue la “operación Clarín”, llevada a cabo<br />

en febrero de 1945, arrasamiento a baja altura de objetivos sin ninguna<br />

defensa y por lo tanto carente de cualquier valor táctico. Fue Harry Truman<br />

quien después del bombardeo de Hiroshima afirmó que, con la deflagración<br />

nuclear inédita “se había prevenido la muerte de inocentes”. Tanaka propone<br />

considerar los “bombardeos estratégicos” lisa y llanamente como “actos<br />

de terrorismo”, genocidios de hipócrita justificación moral.<br />

7. La Paz<br />

Ganar la paz es el objetivo de todos los escritos de Kant, tanto los teóricos<br />

como los políticos. Poner fin a la guerra, entrar en La Paz Perpetua, es la<br />

gran utopía de su pensamiento. Leyendo ese pequeño tratado de 1797,<br />

tenemos, sin embargo, la impresión de haber puesto un pie en el terreno<br />

puro de Utopía. A más de doscientos años de la redacción de ese escrito<br />

no poseemos mucho más que ese escrito, en lo tocante al esfuerzo de<br />

abstracción que permita diseñar un proyecto racional para terminar con<br />

ese flagelo.<br />

Frente a ese enorme esfuerzo, debemos reconocer que el abordaje del problema<br />

de la paz no puede ser solamente abstractivo. Es decir, no puede venir<br />

solamente de la idea de un diseño de un Estado supuestamente perfecto<br />

que acabe -por el hecho mismo de ponerse en funcionamiento- con la existencia<br />

de la guerra. Este es el pecado común propio de todas las utopías:<br />

la idea (utópica) de que el mero esfuerzo racional dará por terminado un estado<br />

de cosas negativo que se aspira a superar mediante ese modelo. Sin<br />

embargo, tampoco modelo opuesto -que consistiría en un abandono del<br />

esfuerzo abstractivo- parece ser un camino viable para llegar a la deseada<br />

meta. Aunque, en lo tocante a esto último, cabría preguntarse: ¿“deseada”<br />

por quiénes? Como se ha sostenido más arriba, la guerra es un negocio<br />

muy rentable y no es solamente “el honor”, el espíritu de venganza, o los<br />

nacionalismos los que la incitan y producen. Detrás de ella hay una maquinaria<br />

cuasi- racional, instrumental, ciega, amoral, que se retroalimenta, es<br />

increíblemente compleja e implica empresas humanas de la más variada<br />

especie. Desentrañar la conexión de estos negocios y el negocio de la guerra<br />

es también un camino para alcanzar la paz, aunque este camino no se<br />

dé, exclusivamente, por el “esfuerzo abstractivo”. Pero si vamos a considerar<br />

el esfuerzo abstractivo iniciado por Kant, debe emplearse entonces toda<br />

la capacidad crítica de las generaciones para perfeccionar este proyecto.<br />

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