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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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La vida en conflicto o el conflicto con la vida<br />

alternativas. Pero esa conflictividad entre el deseo de ser feliz y su absoluta<br />

imposibilidad temporal responde a una lucha más raigal entre el hombre<br />

y la comprensión que tiene de la Vida que se le da. Si la obra se empeña<br />

en querer cumplir desde sí mismo todo lo que desea, tarde o temprano,<br />

el anhelo se agota porque nada satisface lo deseado. Si la tarea se abre a<br />

la reconciliación con los otros no se busca penetrar lo impenetrable sino<br />

querer algo diferente al deseo de ser feliz. Surge entonces la pregunta: ¿es<br />

esto posible? ¿Son la reconciliación y la felicidad algo opuesto o pueden,<br />

de algún modo, unirse? La unidad o la diferencia entre ellos edifican las<br />

alternativas éticas posibles en la Vida.<br />

Cuando el deseo se empeña, desde sí mismo y por sí mismo, en alcanzar<br />

aquello que lo cumple, nunca puede hacerlo y acontece la frustración. Esto<br />

ocurre porque lo que puede desear un ser limitado es siempre finito y nada<br />

con límite puede satisfacer lo deseado. No se puede penetrar el umbral<br />

porque el campesino habita más acá del infinito que cumple su deseo y<br />

ninguna cosa temporal alcanza lo que apetece porque se anhela el país<br />

donde el hombre se siente satisfecho y saciado gozando de la felicidad.<br />

Lo que calma un deseo abre siempre nuevas apetencias de modo tal que<br />

la infinitud buscada se aleja constantemente. Nada finito puede calmar el<br />

deseo humano en el tiempo. Puede ciertamente querer alcanzar un falso<br />

infinito haciéndose la ilusión que algo limitado no lo es. Sucede como el<br />

avaro con el dinero que nunca alcanza la suma que posee para asegurar<br />

su vida. Falsa infinitud que ante la muerte, el fracaso o el dolor que la vida<br />

dona se muestra como inútil y, cuando se vivencia esa inutilidad, acontece<br />

el sentimiento de infelicidad y frustración. Curioso equívoco de quien buscando<br />

su felicidad alcanza su contrario en una existencia que se muestra<br />

en conflicto porque la apetencia de satisfacción no se cumple por ninguna<br />

de las acciones que buscan penetrar el umbral.<br />

Pero hay otras acciones y otros campesinos que no son “insaciables” porque<br />

en lugar de buscar entrar por el impenetrable portal quieren aprovechar la luz<br />

de la vida para reconciliarse consigo mismo, con los otros, con Dios y con<br />

la tierra. Si esto es así, debe haber otro apetito que ponga límite y medida al<br />

anhelo infinito de ser feliz. Pero ¿qué otra cosa puede limitar al deseo sino el<br />

mismo deseo? Por eso, ante la apetencia infinita de felicidad debe gestarse<br />

anhelo otro que atempere y encause al hombre hacia las acciones que reconcilien<br />

a unos con los otros. En algunos pensadores medievales este deseo es<br />

el de justicia y en su ejercicio desear y tener se identifican 21 . No es como la<br />

felicidad cuyo anhelo habita infinitamente distante de su cumplimiento porque<br />

el que quiere ser justo tiene la justicia que lo impulsa al acto. Este no es<br />

un deseo infinito sino finito y se alegra por los actos justos que reconcilian.<br />

21<br />

Cf. San Anselmo: De Casu diaboli, cap. XIII y ss.<br />

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