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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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María Teresa Calatroni<br />

Agamemnón representa al héroe trágico que despierta admiración y<br />

grandeza pero que continúa todavía dentro de lo moral y así lo considera<br />

Kierkegaard, al contraponerlo con la figura de Abraham. Para Agamemnón<br />

toda expresión de lo moral tiene su “telos”, 15 cumple “casi kantianamente”<br />

con su deber de gobernante aunque para ello deba sacrificar la hija a la<br />

que ama. Obra de acuerdo con la racionalidad del príncipe, “del hombre de<br />

Estado para salvar a su pueblo” 16 .<br />

Nada de esto ocurre en el dilema de Antígona. Como Abraham, Antígona<br />

desafía lo general, quiere hacer valer su verdad, actúa conforme a ella y<br />

está dispuesta a pagar el precio de su transgresión. Su culpa trágica se<br />

concentra en un punto concreto: haber enterrado a su hermano pese a la<br />

prohibición real. Es la colisión trágica entre el amor fraternal, la piedad y una<br />

arbitraria prohibición humana.<br />

Antígona es heroica, pero sobre todo, profundamente humana. Su motivación<br />

no está ni en una filosofía ni tampoco en la teología, está en el amor a<br />

su hermano y siente que sería desleal y hasta sacrílego negarle sepultura,<br />

la que por otra parte, le correspondía por su estirpe real. Por eso en su lamento<br />

exclama: “acaso no debo más respeto a los muertos que a los que<br />

viven...”.<br />

Antígona se enfrenta a una elección trágica: vivir ignominiosamente o sufrir<br />

dignamente la pena que le impone Creonte. Es sin duda una conducta<br />

ejemplar, ya que no hay nada en toda la obra que indique que lo que ella<br />

hace es lo que toda hermana debiera hacer en una situación semejante.<br />

Su proceder es único, absolutamente personal, responde a su elección, a<br />

lo que cree que es su verdad y por eso despierta “compasión trágica”. La<br />

desobediencia civil de Antígona es comprensible, tiene sentido, por eso<br />

inspira compasión, piedad y admiración.<br />

El mismo Kierkegaard admite esta “compasión trágica” que inspiran tanto<br />

Agamemnón como Antígona y se pregunta si “habrá en el mundo un alma<br />

noble que no derrame lágrimas de compasión por el infortunio de ellos<br />

y la admiración por sus hazañas” 17 porque tanto en el dilema trágico de<br />

Agamemnón como en el de Antígona, el “nudo trágico” se ubica en un<br />

plano puramente humano, en el que las leyes y los deberes morales o<br />

civiles resultan insuficientes para determinar en cada caso la alternativa<br />

más justa.<br />

15<br />

Kierkegaard, S.: Temor y temblor, Buenos Aires, Losada, 1967, pág. 72.<br />

16<br />

Kierkegaard, S.: Temor y temblor, ob. cit., pág. 66.<br />

17<br />

Kierkegaard, S.: Temor y temblor, ob. cit., pág. 65.<br />

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