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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Cristina Ambrosini<br />

Llegando al reconocimiento del otro, vivo, al lado mío, sobre un territorio<br />

común, lo trágico, inducido por la aceptación de ese mundo conduce también<br />

al reconocimiento y a la aceptación del otro en mí mismo 7 .<br />

Internet, el viaje inmóvil<br />

Desde la época en que el hombre primitivo inventó artefactos para navegar,<br />

el mar ha sido un puente, el lugar de conexión, de comunicación, de diálogo.<br />

Son varios los nombres del mar. Para los griegos, el más común era<br />

“thálassa”. Mare nostrum, Mediterráneo, son nombres propios. “Pélagos”,<br />

en cambio, representa la vasta extensión de alta mar. El mar por excelencia,<br />

según Massimo Cacciari, es el archi-pélagos, el lugar de puente, de<br />

relación, de diálogo entre las distintas islas que lo habitan. La navegación<br />

también expresa un nuevo deseo de libertad ya que solamente sedentarizando,<br />

territorializando, es posible dominar. La idea de navegar convoca el<br />

esquema de la fuga, esquema que posee raíces arcaicas y surge en momentos<br />

específicos. La metáfora del viaje expone esta resistencia del hombre<br />

contemporáneo a confinarse en un único nombre, en una única identidad,<br />

incluso sexual. El nomadismo, hoy en día, es el recuerdo nostálgico de<br />

alguna aventura fundadora. Instalados en las postrimerías de la sociedad<br />

industrial, renacen algunos mitos que alivian la pesadez de lo instituido: el<br />

del caballero andante, la búsqueda del sol o del Santo Grial o de El Dorado.<br />

El recuerdo de una juventud virginal, de un amor puro, de un ideal incontamido,<br />

le confiere nuevo vigor a la cultura.<br />

Ulises es la figura paradigmática del viajero. El prestigioso helenista Carlos<br />

García Gual nos recuerda que si bien el rey de Ítaca ya figuraba como un<br />

caudillo entre los reyes aqueos de la Ilíada, y ya allí estaba caracterizado<br />

por su astucia y su habilidad oratoria, es en la Odisea, el poema que lleva<br />

su nombre (Odiseo), donde lo vemos actuar en su compleja personalidad.<br />

Ulises fue un valeroso combatiente en la guerra de Troya, pero la Odisea<br />

deja atrás ese aspecto bélico para evocar nuevos rasgos de su persona,<br />

para presentárnoslo como un héroe aventurero, inteligente, armado de<br />

astucia para afrontar con éxito los peligros de un complicado regreso a su<br />

isla patria. A este Ulises, como héroe moderno, ilustrado, y desengañado<br />

se han referido Adorno y Horkheimer en el primer capítulo de su Dialéctica<br />

de la Ilustración. Aquí Ulises es el héroe resignado que vuelve, cumplida<br />

su faena en la penosa guerra de Troya, a su patria. La relación del héroe<br />

con su familia es un trazo esencial en la historia. Ulises no es aoikos, no es<br />

alguien que no tiene casa y hace de la nave su casa. Por el contrario, sabe<br />

que su deber es volver a su reino donde su esposa, Penélope, lo espera<br />

con una fidelidad ejemplar. También lo espera su padre, el viejo Alertes y<br />

su hijo Telémaco.<br />

7<br />

Maffesoli, Michel: El instante eterno..., ob. cit., p. 191.<br />

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