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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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El conflicto nómades-sedentarios en el mundo globalizado<br />

diurno de la existencia. Dionisos permite la salida de sí, deshace las trabas<br />

institucionales, evoca la vida errante primitiva.<br />

Entre los medios que cada sociedad utiliza para reinstalar la movilidad, para<br />

suspender momentáneamente el esfuerzo constante de las instituciones<br />

para crear costumbres, para hacer legal el exceso, por un rato, está la fiesta.<br />

Allí se presenta el “eterno femenino” que no es feminista pero que repite<br />

lo que une al hombre con la naturaleza bajo la máscara de Dionysos, el más<br />

femenino de los dioses masculinos. Dionisos, el dios de las mujeres reintroduce<br />

la physis en el seno del nomos, violencia fundadora que es anamnesis<br />

del estar-juntos, que reasegura la estabilidad de la sociedad.<br />

Maffesoli recurre al concepto de “socialidad” para indicar un particular modo<br />

del estar juntos en sociedad. Así destaca como una nota de lo dionisíaco, lo<br />

festivo que irrumpe esporádicamente, reaparece cada tanto como una válvula<br />

de escape, por un rato, más que para destruir el orden imperante, para<br />

aflojar la tensión, para renovar las fuerzas de cohesión. Sin prohibiciones y<br />

sin normas represivas no hay comunidad posible pero tampoco este aspecto<br />

agota el fenómeno de la socialidad. Maffesoli destaca el carácter de la “socialidad”:<br />

un ser-juntos primordial, arquetípico, que pone en escena los caracteres<br />

reputados como “frívolos”, a fin de celebrar la vida, aunque sea teatralizando<br />

la muerte, como si la fiesta supusiera un gesto de burla a la muerte<br />

a la vez que renueva los cimientos del estar-juntos. Al respecto afirma:<br />

Sí, hay muerte en la exacerbación del cuerpo. Es cierto que la frivolidad y<br />

la apariencia señalan la finitud y la impermanencia de todas las cosas. Pero<br />

tal proximidad puede llegar a un exceso de vida. La decadencia, no lo repetiremos<br />

nunca lo suficiente, no es una destrucción total, sino el hecho de<br />

que ciertos elementos, que participaron en la construcción de un mundo,<br />

se saturen 6 .<br />

En este planteo se admite que Nietzsche y su decir “sí a la vida” es una<br />

fuente de inspiración para comprender nuestro tiempo. Los objetos fetiches<br />

(cualquiera que sean: vestimenta, teléfono celular, etc.) son constitutivos<br />

de las personas, en el sentido etimológico de “máscara”, en los<br />

diversos roles de la teatralidad. Estos rituales, signos de reconocimiento,<br />

constituyen los cimientos del lazo social muchos más fuertes que la moral<br />

universalista de los derechos del hombre, de la política, del contrato social.<br />

Este “lugar que hace lazo” sería el receptáculo de un destino común.<br />

En este sentido, el territorio, festivo o banal, es la metáfora del cosmos,<br />

del mundus, el mitwelt.<br />

6<br />

Maffesoli, Michel: El instante eterno. El retorno de lo trágico en las sociedades postmodernas,<br />

Buenos Aires, Paidós, 2001, p. 124.<br />

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