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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Cristina Ambrosini<br />

conflictividad impregna la cultura, es inevitable. Además de ser conflictiva,<br />

la cultura tiene conciencia de su conflictividad y así organiza instituciones<br />

destinadas a cumplir funciones anticonflictivas (la psicoterapia, el Estado,<br />

Las Naciones Unidas, entre otras). Aunque no se pueda predecir cómo<br />

será tal o cual conflicto particular, es posible establecer “formas conflictivas”,<br />

según Maliandi. En el fondo conflictivo del hombre, ubica una oposición<br />

fundamental: la tendencia permanente hacia lo que falta junto a la<br />

tendencia a proteger lo ya conquistado; lo prospectivo (la adquisición del<br />

futuro) y lo retrospectivo (la conservación del pasado) asociados, ahora, a<br />

los impulsos de ataque y defensa 3 . Maliandi cita la obra del filósofo árabe<br />

Abengaldún (1332-1406) quien elaboró la primera filosofía de la historia,<br />

según Ortega y Gasset, sobre la experiencia directa de las luchas entre<br />

nómades y sedentarios asentados en los oasis del norte de África. Allí,<br />

nomadismo y sedentarismo son vistos como actitudes humanas conflictivas,<br />

que se excluyen pero, a la vez, son complementarios, simbolizan lo<br />

prospectivo y lo retrospectivo, respectivamente. El enfrentamiento entre<br />

estas dos tendencias constituye el inevitable conflicto intrínseco de la cultura,<br />

afirma Maliandi.<br />

El sedentarismo construye murallas. Piedra sobre piedra, la muralla aísla y<br />

protege a la vez que delata la codiciabilidad de lo que guarda intramuros.<br />

Los nómades, en cambio, construyen puentes que les permiten sortear<br />

los penosos obstáculos de sus rutas migratorias. Toda técnica bélica no<br />

es más que una prolongación de la necesidad básica de tender puentes<br />

o construir murallas. Cuando el nómade logra vencer la muralla, el sedentario<br />

la perfecciona. “Volar un puente” equivale a levantar una muralla,<br />

a restituir el obstáculo natural mientras que “perforar la muralla” implica<br />

crear un puente a través del obstáculo cultural. El puente levadizo es parte<br />

de la muralla medieval cuando busca detener al invasor. El “asedio”, a<br />

diferencia del “asalto” es la paciente espera de que la muralla sea abierta<br />

desde adentro, lo que prueba que el sedentarismo puro, el aislamiento<br />

completo, la protección perfecta, no existe. El sedentario necesita salir<br />

del encierro cada tanto lo que evidencia la precariedad de toda muralla.<br />

Una síntesis de nomadismo y sedentarismo da origen a los grandes imperios,<br />

según se admite en este análisis. La muralla encierra y, a la vez,<br />

despierta la necesidad de expansión. La fuerza del imperio es la fuerza<br />

ciega de crecer y cuando se detiene el crecimiento, comienza su decadencia.<br />

El impulso expansivo proviene del nomadismo ancestral que late<br />

en el sedentario amurallado. La sucesión nomadismo, sedentarismo, imperialismo<br />

está determinada por la ineliminable conflictividad fundamental<br />

entre lo prospectivo y lo retrospectivo, entre la necesidad conflictiva de<br />

expansión y conservación.<br />

3<br />

Maliandi, Ricardo: “El puente y la muralla”. En: Cultura y conflicto, Buenos Aires, Biblos, 1984.<br />

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