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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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El conflicto de las interpretaciones en torno de la técnica: Ortega y Heidegger<br />

del correlato Ge-stell-Ereignis, surge para Ortega “como pregunta de un sujeto<br />

y, por ello, como elemento de la vida del hombre” 51 . Es decir, el “ser”<br />

sería una idea filosófica, “algo inventado por el hombre -como aclara José<br />

Ferrater Mora- (para responder a una cierta situación vital, especialmente a la<br />

situación en la cual se produjo un vacío dejado por la falta de creencia en los<br />

dioses)” 52 . Si esto es así, García Astrada está en lo cierto al afirmar que:<br />

[Para Ortega] la metafísica, en su búsqueda de la verdad primaria, en la cual<br />

se anticipen las otras verdades, no puede partir de la idea de Ser. Este no<br />

es la realidad radical que puede justificar las otras realidades; es, contrariamente,<br />

una interpretación, una idea derivada, necesitada en sí misma de<br />

justificación. Por eso en nuestra búsqueda [...] simplemente hay que detenerse<br />

en lo que verdaderamente hay sin ningún supuesto. Tal es la vida en<br />

toda su ingenuidad y espontaneidad 53 .<br />

Y lo que “verdaderamente hay”, más que un ser completo como el que parecería<br />

absorber la búsqueda de Heidegger, es para Ortega algo incompleto,<br />

tan solo un “intento de ser”. Tal vez esta sea, entre otras razones, la que<br />

llevara a Heidegger a concluir que los pocos escritos de Ortega que conocía<br />

solo en traducciones “participaban de una especie de positivismo” 54 .<br />

V. Conclusión<br />

Sabemos que especialmente a partir de 1945, a raíz de las explosiones atómicas<br />

de Hiroshima y Nagasaki, y más próximo a nosotros, los fenómenos<br />

globalizados de la cibercultura y la ecología, impusieron a la humanidad<br />

en general, y a los filósofos en particular, la necesidad interrogarse por el<br />

sentido de la técnica. También sabemos que esta suscitó y aún suscita<br />

posiciones de rechazo y de apología que han recibido diferentes nombres.<br />

Entre ellos, los más conocidos son tecnófobos y tecnófilos, humies (humanistas)<br />

y techies (instrumentalistas), apocalípticos e integrados, expresión<br />

que titula, según vimos, un conocido libro de Umberto Eco.<br />

Nos proponemos tomar en esta conclusión el texto de Eco como marco<br />

conceptual para la cuestión de la técnica. Para ello, reproduciremos a continuación<br />

un párrafo de la “Introducción” a esa obra que sirve a modo de<br />

caracterización muy general de los “apocalípticos” y de los “integrados”:<br />

51<br />

García Astrada: ob. cit., p. 47.<br />

52<br />

Ferrater Mora, José: Diccionario de Filosofía, Buenos Aires, Sudamericana, Tomo II, 1975,<br />

p. 348.<br />

53<br />

García Astrada: ob. cit., pp. 47-8.<br />

54<br />

Heidegger, Martin: “Encuentros con Ortega...”, p. 2.<br />

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