JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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El conflicto de las interpretaciones en torno de la técnica: Ortega y Heidegger de una “razón histórica” que entra en ecuación con una “razón narrativa”, 47 ausentes en Ser y tiempo. También desde una perspectiva cronológica, es fácil advertir que las reflexiones de Ortega sobre la técnica apenas se solapan con los inicios del “segundo Heidegger” para quien el olvido del ser entra explícitamente en ecuación con el imperio de la técnica, cuestión también ausente en Ser y tiempo. Tan precursoras son estas reflexiones que según López Peláez “Ortega no manifiesta en sus escritos una conciencia clara de la ‘Kehre’ heideggeriana, marco -conforme vimos- de la reflexión de Heidegger sobre la esencia de la técnica.” 48 Para ser justos habría que añadir que si bien creemos haber demostrado ser conscientes de que las reflexiones de Heidegger en torno la técnica no pueden limitarse a una exégesis del texto fundamental dedicado al problema, “Die Frage nach der Technik” (1953), este texto central es cronológicamente posterior a la conferencia de Ortega sobre “El mito...” (1951), disertación que marca, a su vez, la culminación y el complemento de sus meditaciones y lecciones de principios de los años 30 mayormente desconocidas por Heidegger. Hechas estas puntualizaciones, surge explícitamente de nuestro desarrollo previo que tanto Ortega como Heidegger comparten el carácter no instrumental de la “esencia” de la técnica. Como afirma con acierto López Peláez “para Ortega la técnica se revela como lugar hermenéutico fundamental: en este punto, el paralelismo entre la obra de ambos autores [Ortega y Heidegger] es notable” 49 . En efecto, a diferencia de una definición meramente instrumental que reivindicara la técnica como mero medio, para ambos filósofos la técnica implica la dimensión de la finalidad. Hasta aquí llega el mentado paralelismo. A partir de aquí las divergencias. Mientras Ortega entiende la finalidad como un “bienestar en el mundo”, como la ///tr. Amelia Valcárcel, 1989; Ricoeur, Paul, Tiempo y narración III. El tiempo narrado, Madrid, Siglo XXI Editores, tr. Agustín Neira, 1996, pp. 994-1002; id., “Identidad narrativa”. En: id., Historia y narratividad, Barcelona, Paidós, tr. Gabriel Aranzueque Sahuquillo, 1999, pp. 215-30; id.: Sí mismo como otro, Madrid, Siglo XXI, tr. Agustín Neira Calvo, 1996. 47 Como recuerda Mario Presas, “Ya en 1940, en una conferencia en la Universidad de Buenos Aires, Ortega anunciaba enfáticamente al advenimiento de la razón narrativa. Para ilustrarlo, además de destacar [...] que el Disours de la méthode es en sus tres cuartas partes narración, recurre a otros ilustres ejemplos de algunas recientes teorías científicas que se ven compelidas a ‘relatar’ algo para ser comprensibles; cita al matemático Brower, a Pièrre Boutroux, a Huyghens, a Louis de Broglie, etc. [...] La razón pura [...] tiene que ser sustituida por una razón narrativa. [...] Y esa razón narrativa es ‘la razón histórica’” [el resaltado es del autor], Presas, Mario A., “Identidad narrativa”. En: Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXVI, Nº 2, Buenos Aires, primavera de 2000, pp. 225-238, p. 229. 48 Ibíd., p. 190, nota al pie. 49 López Peláez, Antonio: ob. cit., p. 189. 714

Silvia Cristina Gabriel “felicidad” del hombre, para Heidegger la finalidad es el “otorgar en tanto desocultar”, “patentizar”, “traer a la presencia”, en pocas palabras, el brillar del Ereignis donde aparece el ser, la aletheia o la verdad en sentido ontológico. Esta divergencia entre finalidades sirve para dar cuenta que mientras para Ortega la cuestión de la técnica solo deviene inteligible -según confirmáramos con García Astrada- cuando se realiza a la luz de una teoría antropológica, Heidegger afirma la insuficiencia y, en consecuencia, la incorrección de una definición meramente antropológica y la inscribe, en cambio, en una dimensión ontológica. Pensamos que esta divergencia de enclaves tiene cuanto menos dos corolarios. El primero gira en torno a la concepción que ambos pensadores ofrecen de la techné griega. Mientras para Heidegger el peligro que encierra la técnica contemporánea es ahuyentar la posibilidad primigenia de la techné que operaba como lugar de desocultamiento o desvelación del ser y de la verdad, Ortega ve a la techné como un estadio felizmente superado. Si la finalidad de la técnica es el bienestar del hombre en el mundo, y el hombre es “proyecto”, “quehacer”, en suma, “autofabricación”, una técnica que no vaya unida a la novedad ni a la libre imaginación creadora, sino a la tradición, como sería el caso de la techné, coartaría las posibilidades del hombre en principio ilimitadas. El segundo corolario, tal como anticipáramos en la Introducción, es que por un camino algo distinto al que toma Habermas, es decir, por la senda abierta por la totale Mobilmachung -de la que dimos cuenta más arribamás que por la de la “historia sublimada”, pensamos que el cambio de la visión antropológica de Ortega por una ontológica se deja leer como una renuncia a la responsabilidad ético-política del hombre, y en particular, del filósofo, frente a la cuestión de la técnica cuya autoría última terminaría siendo adscripta, como dice Habermas, “a una autoridad aurática, pero indeterminada” 50 , es decir, al destino del Ser del que, según Heidegger en “Die Kehre”, somos “pastores” en cuanto nos subordinamos a él en virtud de nuestra disponibilidad a la obediencia. Por último, aún cuando ya indicamos que el núcleo de la meditación heideggeriana sobre la esencia de la técnica resulta absolutamente desconocida para el madrileño, cabe hacerse una pregunta contrafáctica: de haberla conocido, ¿la habría suscrito al punto de variar su propia posición? Creemos que la respuesta no pude ser sino negativa. Tanto como la vida es para Ortega la realidad radical, el “ser” que Heidegger cree desocultar por vía 50 Habermas: ob. cit., 715

El conflicto de las interpretaciones en torno de la técnica: Ortega y Heidegger<br />

de una “razón histórica” que entra en ecuación con una “razón narrativa”, 47<br />

ausentes en Ser y tiempo.<br />

También desde una perspectiva cronológica, es fácil advertir que las reflexiones<br />

de Ortega sobre la técnica apenas se solapan con los inicios del<br />

“segundo Heidegger” para quien el olvido del ser entra explícitamente en<br />

ecuación con el imperio de la técnica, cuestión también ausente en Ser<br />

y tiempo. Tan precursoras son estas reflexiones que según López Peláez<br />

“Ortega no manifiesta en sus escritos una conciencia clara de la ‘Kehre’<br />

heideggeriana, marco -conforme vimos- de la reflexión de Heidegger sobre<br />

la esencia de la técnica.” 48 Para ser justos habría que añadir que si<br />

bien creemos haber demostrado ser conscientes de que las reflexiones de<br />

Heidegger en torno la técnica no pueden limitarse a una exégesis del texto<br />

fundamental dedicado al problema, “Die Frage nach der Technik” (1953),<br />

este texto central es cronológicamente posterior a la conferencia de Ortega<br />

sobre “El mito...” (1951), disertación que marca, a su vez, la culminación y<br />

el complemento de sus meditaciones y lecciones de principios de los años<br />

30 mayormente desconocidas por Heidegger.<br />

Hechas estas puntualizaciones, surge explícitamente de nuestro desarrollo<br />

previo que tanto Ortega como Heidegger comparten el carácter no<br />

instrumental de la “esencia” de la técnica. Como afirma con acierto<br />

López Peláez “para Ortega la técnica se revela como lugar hermenéutico<br />

fundamental: en este punto, el paralelismo entre la obra de ambos autores<br />

[Ortega y Heidegger] es notable” 49 . En efecto, a diferencia de una definición<br />

meramente instrumental que reivindicara la técnica como mero medio, para<br />

ambos filósofos la técnica implica la dimensión de la finalidad. Hasta aquí<br />

llega el mentado paralelismo. A partir de aquí las divergencias. Mientras<br />

Ortega entiende la finalidad como un “bienestar en el mundo”, como la<br />

///tr. Amelia Valcárcel, 1989; Ricoeur, Paul, Tiempo y narración III. El tiempo narrado, Madrid,<br />

Siglo XXI Editores, tr. Agustín Neira, 1996, pp. 994-1002; id., “Identidad narrativa”. En: id.,<br />

Historia y narratividad, Barcelona, Paidós, tr. Gabriel Aranzueque Sahuquillo, 1999, pp. 215-30;<br />

id.: Sí mismo como otro, Madrid, Siglo XXI, tr. Agustín Neira Calvo, 1996.<br />

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Como recuerda Mario Presas, “Ya en 1940, en una conferencia en la Universidad de Buenos<br />

Aires, Ortega anunciaba enfáticamente al advenimiento de la razón narrativa. Para ilustrarlo,<br />

además de destacar [...] que el Disours de la méthode es en sus tres cuartas partes narración,<br />

recurre a otros ilustres ejemplos de algunas recientes teorías científicas que se ven compelidas<br />

a ‘relatar’ algo para ser comprensibles; cita al matemático Brower, a Pièrre Boutroux, a<br />

Huyghens, a Louis de Broglie, etc. [...] La razón pura [...] tiene que ser sustituida por una razón<br />

narrativa. [...] Y esa razón narrativa es ‘la razón histórica’” [el resaltado es del autor], Presas,<br />

Mario A., “Identidad narrativa”. En: Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXVI, Nº 2, Buenos<br />

Aires, primavera de 2000, pp. 225-238, p. 229.<br />

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