JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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El conflicto de las interpretaciones en torno de la técnica: Ortega y Heidegger I. Introducción En su presentación de “El mito del hombre allende la técnica” (1951) de José Ortega y Gasset, Máximo Serrano advierte que el pensamiento del filósofo madrileño es pionero de un modelo de indagación que, junto con las ideas de Martin Heidegger, debe ser tomado como punto de referencia ineludible de toda especulación sobre el sentido de la técnica y su papel en la vida humana 1 . Aproximar las reflexiones de Ortega y de Heidegger en torno de la técnica no es un hecho arbitrario ni casual, si bien muy poco transitado 2 . Por un lado, el madrileño expone su pensamiento ya maduro sobre la técnica en “El mito...” 3 en el marco del coloquio de Darmstadt en el que Heidegger participa con la conferencia titulada “Construir, habitar, pensar” 4 . Si hablamos de “pensamiento maduro” es porque “El mito...” es en rigor corolario y complemento de las ideas rectoras de Ortega, cronológicamente anteriores a las reflexiones de Heidegger sobre la cuestión de la técnica, que se remontan a los albores de los años 30 y que fueron reunidas en Meditación de la técnica (1939) 5 . Por otro lado, ese primer encuentro fue seguido de un segundo y último conocido como la “disputa pública de Bühlerhöhe” donde Ortega presenta un trabajo titulado “El hombre español y la muerte” y Heidegger “...Poéticamente habita el hombre...” 6 . Ambos encuentros son recordados emotivamente por Heidegger en una necrológica breve y honorífica a Ortega titulada “Encuentros con Ortega y Gasset” (1956) 7 . Justificado históricamente el entrecruzamiento de ambas reflexiones, nuestra primera tarea consistirá en exponer en líneas generales el pensamiento de Ortega y de Heidegger en torno al fenómeno de la técnica intentando recortarlo del trasfondo de sus respectivas filosofías (apartados II y III, respectivamente). 1 Serrano, Máximo: “Presentación y selección de ‘El hombre allende la técnica’ de José Ortega y Gasset”, Teorema. Revista internacional de filosofía, Madrid, Tecnos, Vol. XVII/3 1998. 2 El trabajo más específico que hemos encontrado sobre el tema es el de Antonio López Peláez, “La técnica como lugar hermenéutico privilegiado: Ortega y Heidegger”, Éndoxa: Series Filosóficas, Nº 4, Madrid, UNED, 1994, pp. 179-203, sobre el que volveremos más adelante. 3 V. Ortega y Gasset, José: “El hombre allende la técnica”. En: id., Obras completas, Tomo IX, Madrid, Alianza-Revista de Occidente, 1983, pp. 617-624. 4 V. Heidegger, Martin: “Construir, habitar, pensar” En: Conferencias y artículos, Barcelona, Serbal, tr. de Eustaquio Barjau, 1994, 107-119. 5 Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica y otros ensayos, Madrid, Revista de Occidente, 1977. 6 Heidegger, Martin: “...Poéticamente habita el hombre...”. En: Conferencias..., pp. 139-170. 7 Heidegger, Martin: “Encuentros con Ortega y Gasset”. En: Clavileno, Madrid, Vol. 7, Nº 39, 1956, pp. 1-2. 704

Silvia Cristina Gabriel A partir de esa presentación sumaria, la hipótesis a defender es que ambos pensadores coinciden en rechazar una definición meramente instrumental de la técnica, pero mientras Ortega se inclina por una visión de fuerte tinte antropológico, Heidegger rechaza, junto a la concepción instrumental, cualquier percepción humanista para terminar defendiendo una concepción ontológica de la esencia de la técnica (apartado IV). Es como corolario de esta ontologización que pensamos, muy próximos a Jürgen Habermas, que en Heidegger se produce una declinación de la responsabilidad ético-política del hombre, en particular, del filósofo, frente a la técnica, cuya autoría termina por ser adscripta “a una autoridad aurática, pero indeterminada” 8 , es decir, al destino del Ser del que somos “pastores” en cuanto nos subordinamos a él gracias a nuestra “disponibilidad a la obediencia” 9 . Por último, concluiremos este trabajo intentando tipificar las actitudes de sendos filósofos en los términos tan genéricos como polémicos que propone Umberto Eco en Apocalípticos e Integrados 10 : la reacción positiva y optimista ante la técnica de los “integrados” versus el mito nostálgico que ella despierta en los “apocalípticos” (apartado V). II. La meditación de la técnica en el raciovitalismo de Ortega Sin negar cierta continuidad en la filosofía de Ortega, se suelen distinguir dos grandes períodos en su pensamiento: el perspectivista y circunstancialista que comprendería su doctrina entre 1910-1923, y el “raciovitalista”, desde 1923 hasta su muerte en 1955. Dado que sus reflexiones más agudas en torno a la técnica datan de principios de los años 30 en adelante, ellas se inscriben en el período “raciovitalista”, posición con la que Ortega intenta superar críticamente los excesos “irracionalistas” (intuitivistas) del vitalismo y los abusos “antivitales” (naturalistas y fisicalistas) del racionalismo. Ante esta disyuntiva de época propone conjugar la vida y la razón, intento plasmado en su noción de “razón vital” o “razón viviente” que terminará por consumarse como “razón histórica”. Los aspectos más significativos de la “razón vital” son, por un lado, la primacía ontológica de lo vital sobre la razón, adquiriendo la “vida” el locus de la realidad radical de la que la razón pasa a ser cronista o narradora 11 . Por 8 V. Habermas, Jürgen: “Heidegger: Socavación del racionalismo occidental en términos de crítica a la metafísica”. En: íd., El discurso filosófico de la modernidad, Buenos Aires, Taurus, tr. Manuel Jiménez Redondo, 1990, pp. 163-195. 9 Ibíd. 10 Eco, Umberto: Apocalípticos e integrados en la cultura de masas, Barcelona, Lumen, tr. A. Boglar, 1999. 11 Es conocida la profunda influencia de los trabajos de Dilthey en el correlato “vida”-“razón histórica” que presenta aquí Ortega. Máxime teniendo en cuenta que el madrileño califica a Dilthey como “el filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XIX”. V. Ortega y Gasset, José: “Kant, Hegel, Dilthey”, Revista de Occidente, Madrid, 1958, pp. 125-203. 705

Silvia Cristina Gabriel<br />

A partir de esa presentación sumaria, la hipótesis a defender es que ambos<br />

pensadores coinciden en rechazar una definición meramente instrumental de<br />

la técnica, pero mientras Ortega se inclina por una visión de fuerte tinte antropológico,<br />

Heidegger rechaza, junto a la concepción instrumental, cualquier<br />

percepción humanista para terminar defendiendo una concepción ontológica<br />

de la esencia de la técnica (apartado IV). Es como corolario de esta ontologización<br />

que pensamos, muy próximos a Jürgen Habermas, que en Heidegger<br />

se produce una declinación de la responsabilidad ético-política del hombre, en<br />

particular, del filósofo, frente a la técnica, cuya autoría termina por ser adscripta<br />

“a una autoridad aurática, pero indeterminada” 8 , es decir, al destino del Ser<br />

del que somos “pastores” en cuanto nos subordinamos a él gracias a nuestra<br />

“disponibilidad a la obediencia” 9 . Por último, concluiremos este trabajo intentando<br />

tipificar las actitudes de sendos filósofos en los términos tan genéricos<br />

como polémicos que propone Umberto Eco en Apocalípticos e Integrados 10 : la<br />

reacción positiva y optimista ante la técnica de los “integrados” versus el mito<br />

nostálgico que ella despierta en los “apocalípticos” (apartado V).<br />

II. La meditación de la técnica en el raciovitalismo de Ortega<br />

Sin negar cierta continuidad en la filosofía de Ortega, se suelen distinguir<br />

dos grandes períodos en su pensamiento: el perspectivista y circunstancialista<br />

que comprendería su doctrina entre 1910-1923, y el “raciovitalista”,<br />

desde 1923 hasta su muerte en 1955. Dado que sus reflexiones más agudas<br />

en torno a la técnica datan de principios de los años 30 en adelante,<br />

ellas se inscriben en el período “raciovitalista”, posición con la que Ortega<br />

intenta superar críticamente los excesos “irracionalistas” (intuitivistas) del<br />

vitalismo y los abusos “antivitales” (naturalistas y fisicalistas) del racionalismo.<br />

Ante esta disyuntiva de época propone conjugar la vida y la razón,<br />

intento plasmado en su noción de “razón vital” o “razón viviente” que terminará<br />

por consumarse como “razón histórica”.<br />

Los aspectos más significativos de la “razón vital” son, por un lado, la primacía<br />

ontológica de lo vital sobre la razón, adquiriendo la “vida” el locus de<br />

la realidad radical de la que la razón pasa a ser cronista o narradora 11 . Por<br />

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V. Habermas, Jürgen: “Heidegger: Socavación del racionalismo occidental en términos de<br />

crítica a la metafísica”. En: íd., El discurso filosófico de la modernidad, Buenos Aires, Taurus, tr.<br />

Manuel Jiménez Redondo, 1990, pp. 163-195.<br />

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Ibíd.<br />

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Eco, Umberto: Apocalípticos e integrados en la cultura de masas, Barcelona, Lumen, tr. A.<br />

Boglar, 1999.<br />

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Es conocida la profunda influencia de los trabajos de Dilthey en el correlato “vida”-“razón<br />

histórica” que presenta aquí Ortega. Máxime teniendo en cuenta que el madrileño califica<br />

a Dilthey como “el filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XIX”. V. Ortega y<br />

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