JORNADAS NACIONALES DE ÃTICA 2009 - UCES
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Multimedia y conflictividad Al respecto, en Historia y crítica de la opinión pública, libro que lamentablemente no perdió vigencia, Habermas señala varias etapas que alejaron la publicidad del principio kantiano y de la perspectiva de Mill. La intención de formación imparcial de la opinión en el espacio público y de la voluntad política en términos de deliberación, se reemplazaron por las perspectivas gerenciales de los discursos neocorporativos, en los que la “publicidad manipulativa” reemplaza a la “ficción de la publicidad burguesa” 10 . En el capítulo referido a “La transformación política de la publicidad”, Habermas considera que la formación de las corporaciones económicas impacta en la esfera pública en tanto ejercen una transformación de la política en términos antidemocráticos 11 . Habermas identifica una serie de etapas que van desde la función crítica de la prensa de opinión a su posterior construcción como empresa comercial corriente mediante la inserción de los anuncios comerciales y, finalmente, a la total mercantilización de la prensa con su transformación en sociedades anónimas que culmina en el proceso de oligopolización de los medios, apenas frenado en algunos países europeos por la organización de los medios públicos para proteger “su función publicística frente a su función privadacapitalista” 12 . Ahora “el consenso fabricado -expresa Habermas- tiene poco en común con la opinión pública” en el sentido de búsqueda del interés público. Por el contrario, instala como públicos los intereses privados privilegiados. Por ///un partido de orden y de progreso, distinguiendo lo que merece ser conservado de lo que debe ser barrido. Cada uno de estos modos de pensar deriva su utilidad de las deficiencias del otro; pero es, en gran medida, esta oposición la que mantiene a cada uno dentro de los límites de la razón y la prudencia. A menos que las opiniones favorables a la democracia y a la aristocracia, a la propiedad y a la igualdad, a la cooperación y a la competencia, al lujo y a la abstinencia, a la sociedad y a la individualidad, a la libertad y a la disciplina y a todos los demás antagonismos de la vida práctica, sean expresados con igual libertad y energía, no hay posibilidad ninguna de que los dos elementos obtengan lo que les es debido; un platillo en la balanza subirá y el otro bajará...” John Stuart Mill Sobre la libertad, Madrid, Alianza, 2001, p. 116. 10 Habermas, Jürgen: Historia y crítica de la opinión pública, Barcelona, Gili, 1994, cf. p. 257. 11 “A los actores que, por así decir, surgen del público y participan en la reproducción de ese espacio público mismo, hemos de distinguirlos de los actores que ocupan un espacio público ya constituido, con el fin de servirse de él (...). Las opiniones públicas que no pueden ser lanzadas sino gracias a un empleo no declarado de dinero o de poder organizativo, pierden su credibilidad en cuanto se hacen públicas estas fuentes de poder social”. A juicio de Habermas, la información pública no debería ser solamente el acceso a la información de las agencias del Estado y del financiamiento de los partidos políticos, sino también la publicidad sobre el financiamiento de aquellos poderes indirectos capaces de generar un “consensus ficticio” a través de una propaganda “manipulativa”. Cf. Historia y crítica de la opinión pública, pp. 256 y 257. 12 Habermas, Jürgen: Historia y crítica de la opinión pública, cf. pp. 212-215. 690
Javier Flax eso prefiere asumir la distinción entre public opinion y la moderna publicity, posibilitada por el proceso de refeudalización, que nosotros denominamos poliarquía neocorporativa 13 . La democracia de masas elitizada deviene entonces en procesos inestables de negociación entre intereses. De la publicidad en el sentido liberal kantiano queda poco o nada. Los sujetos individuales y colectivos que no acceden a los medios de comunicación ni siquiera pueden participar de los procesos de negociación. No tienen poder de incidencia política por carecer de poder comunicativo. Habermas considera que en ese escenario neocorporativo el Estado es un actor principal, pero no es el único gran actor de la política, en la medida en que es permeable a toda clase de influencias y constituye un escenario de disputas entre intereses contrapuestos. Esos poderes, operan precisamente sobre aquellos “sujetos menos dispuestos a constituir mediante la discusión una opinión pública y más susceptibles son a dejarse influir en sus concepciones por la publicidad “representativa” o manipulativa fabricada por los organizadores del sufragio”. Es decir, sobre los que consumen las noticias políticas del día de manera impolítica, lo cual tiene un impacto político decisivo 14 . No hay más que recordar en la Argentina la interpelación permanente de Bernardo Neustadt a una interlocutora difusa, “doña Rosa”, a los efectos de propagandizar las políticas de la Escuela de Chicago -que luego fueran plasmadas en el denominado Consenso de Washington- para formar un sentido común que allanara las realización de las transformaciones neoliberales, particularmente las privatizaciones, la flexibilización laboral, la apertura de la economía, etc. Como veremos, no fue casual que la privatización de los medios de comunicación audiovisual haya estado entre las primeras. 4. Decisionismo, concentración mediática y derecho a la comunicación La única alternativa democrática para reconstruir la publicidad política -considera Habermas- es mediante la construcción del poder comunicativo de las organizaciones sociales para que puedan enfrentar el poder comunicacional de las corporaciones y su influencia sobre los gobiernos electos, de modo de poder incidir en la construcción de la agenda pública, en sus 13 Cf. Habermas, Jürgen: Historia y crítica de la opinión pública, p. 222 y p. 227, donde expresa precisamente: “La moderna publicity está completamente emparentada con la feudal publicness. Las public relations no tienen que ver propiamente con la public opinion, sino con opinión en aquel viejo sentido, ya estudiado aquí de reputation”. 14 Cf. Habermas, Jürgen: Historia y crítica de la opinión pública, pp. 240-241. 691
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Javier Flax<br />
eso prefiere asumir la distinción entre public opinion y la moderna publicity,<br />
posibilitada por el proceso de refeudalización, que nosotros denominamos<br />
poliarquía neocorporativa 13 .<br />
La democracia de masas elitizada deviene entonces en procesos inestables<br />
de negociación entre intereses. De la publicidad en el sentido liberal<br />
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acceden a los medios de comunicación ni siquiera pueden participar de los<br />
procesos de negociación. No tienen poder de incidencia política por carecer<br />
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Habermas considera que en ese escenario neocorporativo el Estado es un<br />
actor principal, pero no es el único gran actor de la política, en la medida en<br />
que es permeable a toda clase de influencias y constituye un escenario de<br />
disputas entre intereses contrapuestos.<br />
Esos poderes, operan precisamente sobre aquellos “sujetos menos dispuestos<br />
a constituir mediante la discusión una opinión pública y más susceptibles<br />
son a dejarse influir en sus concepciones por la publicidad “representativa”<br />
o manipulativa fabricada por los organizadores del sufragio”.<br />
Es decir, sobre los que consumen las noticias políticas del día de manera<br />
impolítica, lo cual tiene un impacto político decisivo 14 .<br />
No hay más que recordar en la Argentina la interpelación permanente de<br />
Bernardo Neustadt a una interlocutora difusa, “doña Rosa”, a los efectos<br />
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particularmente las privatizaciones, la flexibilización laboral, la apertura<br />
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La única alternativa democrática para reconstruir la publicidad política<br />
-considera Habermas- es mediante la construcción del poder comunicativo<br />
de las organizaciones sociales para que puedan enfrentar el poder comunicacional<br />
de las corporaciones y su influencia sobre los gobiernos electos,<br />
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precisamente: “La moderna publicity está completamente emparentada con la feudal<br />
publicness. Las public relations no tienen que ver propiamente con la public opinion, sino con<br />
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Cf. Habermas, Jürgen: Historia y crítica de la opinión pública, pp. 240-241.<br />
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