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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Daniel Trapani<br />

la acción: 1: esto de aquí ... es tal y cual; en segundo lugar, una Regla: 2: lo<br />

que es tal y cual es, por lo general, un A. Estas mediaciones yacen habitualmente<br />

olvidadas, como en el niño que cree saber su lengua desde siempre,<br />

y nos dan entonces la apariencia de un contacto directo con la conclusión:<br />

3: ‘estoy haciendo A’.<br />

El que estas mediaciones hayan recaído en la inmediatez no las vuelve simples<br />

premisas, pues hay una mediación descripcional basada en estereotipos<br />

aprendidos para saber que ‘tal y cual es por lo general un A’. Así como<br />

cierta teoría del significado asocia los significados a ciertos estereotipos<br />

descripcionales 19 mediante los cuales alguien es competente en los significados<br />

de un lenguaje, en el caso de las intenciones agentivas también<br />

cabe considerar estas mediaciones estándares a través de las cuales se ha<br />

socializado al agente. Si hubiera un contacto directo con la intención, no<br />

tendría sentido la pretensión de clarificarla ni sería viable solicitarle a alguien<br />

que examine su conciencia. Es el carácter mediador del estereotipo agentivo<br />

en el que nos han educado el que nos permite reconocer faliblemente<br />

lo que estamos haciendo, y de un modo no tan distinto al que usamos para<br />

conocer lo que otro hace.<br />

V. De la transparencia de la intención a la opacidad del trasfondo motivacional<br />

Para concluir nos interesa mostrar cómo estas cuestiones, de ser repensadas,<br />

podrían rehabilitar la controversia racional en las cuestiones de<br />

microética. Tomemos dos casos hipotéticos presentados por Georg Von<br />

Wright y que han de servir para ilustrar el desarrollo de este punto. El primer<br />

caso es el de un agente (P1) que ha prometido hacer algo y que, además,<br />

espera recibir una recompensa a cambio de cumplir lo prometido. Aquello<br />

que el agente prometió hacer es algo turbio, vergonzoso e incluso criminal.<br />

Y arguye P1, una vez que realizó la acción, que actuó como actuó porque<br />

lo había prometido, esgrimiendo eso como su razón para hacer lo que hizo.<br />

El segundo caso es el de alguien (P2) invitado a una fiesta, invitación que<br />

rehúsa dando como razón que tiene otro compromiso, hecho que es real<br />

y no un mero invento. Pero resulta, además, que P2 es tímido, muy poco<br />

sociable, y tendría que encontrarse en la fiesta con cierto invitado que presume<br />

que irá y que le resulta poco agradable.<br />

Presentados así los casos, cabe señalar dos aspectos a tener en cuenta: a)<br />

no siempre es fácil decir qué razones pertenecen al trasfondo motivacional<br />

19<br />

El estereotipo es una categoría claramente epistémica. Cuando se aprende el significado de<br />

un término, junto a su referente, se aprenden ciertos rasgos prototípicos que conforman lo que<br />

el hablante sabe acerca del objeto. El hecho de que una descripción se incluya en el estereotipo<br />

no implica su verdad para todo ejemplar referido por el término. Nuestro acceso al referente<br />

está siempre mediado por el estereotipo descripcional que nos marca la ruta del significado.<br />

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