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JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Daniel Trapani<br />

la historia de las opiniones, el mismo destino que ha encontrado la autoridad<br />

externa? (Peirce, 1991:36. Énfasis nuestro).<br />

Cuando sostenemos que la autoatribución no recurre a evidencias, nos asemejamos<br />

a testigos en un estrado judicial, Peirce nos recuerda al respecto<br />

lo difícil que es para los testigos de un juicio “distinguir entre lo que ellos<br />

han visto y lo que ellos han inferido”. 15 Para ilustrar esta falta de capacidad<br />

infalible para distinguir una aparente premisa de una conclusión efectiva<br />

puede también servir el caso de un truco de un ilusionista. El caso del niño<br />

es también un buen ejemplo, según Peirce, para ilustrar la confusión, ya no<br />

ocasionada por los trucos del ilusionista sino por la recaída en la inmediatez<br />

que obvia la mediación de la génesis.<br />

Un niño tiene, hasta donde sabemos, todas las capacidades perceptivas de<br />

un hombre. Pero pregúntele un poco cómo sabe él lo que hace. En muchos<br />

casos, le dirá que nunca aprendió la lengua materna; la supo siempre, o la<br />

supo en cuanto tuvo uso de razón. Parece, entonces, que él no posee la<br />

facultad de distinguir, por simple contemplación, entre una intuición y una<br />

cognición determinada por otras (Peirce, 1991: 38. Énfasis nuestro).<br />

Ni siquiera la autoconciencia de la existencia de un yo es, según Peirce,<br />

fruto de una intuición ya que “no es necesario suponer una autoconciencia<br />

intuitiva, pues la autoconciencia puede ser fácilmente el resultado de una<br />

inferencia” 16 , más aún, parece que no hay ninguna razón para suponer una<br />

capacidad de introspección y, que por tanto, la única manera de investigar<br />

una cuestión psicológica es por medio de la inferencia a partir de hechos<br />

externos (Peirce, 1991: 49).<br />

El pragmatista norteamericano sostiene que nuestras cogniciones (entre las<br />

que figuran los estados de actitud proposicional como los vinculados a la<br />

intención del agente) son siempre conclusiones inferenciales de previas cogniciones.<br />

La creencia que el agente tiene respecto de lo que está haciendo<br />

es una cognición inferencial determinada, no una intuición, si bien es una<br />

cognición inferencial más viva, más cierta, que la cognición premisa que actúa<br />

como cognición determinante y cuya presencia se tiende a obviar. Pero,<br />

¿de qué tipo de inferencia se trata? Quizás la abducción se encuentre agazapada<br />

tras la cognición determinada, esto es, tras la conclusión con exclusiva<br />

apariencia de premisa. Y es que la abducción como recurso inferencial<br />

15<br />

Peirce, 1991: 37. Hay que cuidarse, sin embargo, de la idea tan popular consistente en que<br />

estoy todo el día calculando, con un homúnculo oculto en mi mente y provisto de un ábaco,<br />

el cual ante cada situación está infiriendo, sin advertir la importancia que tienen los hábitos en<br />

nuestra cotidiana existencia.<br />

16<br />

Peirce, 1991: 46.<br />

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