JORNADAS NACIONALES DE ÉTICA 2009 - UCES

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Conflictos constitucionales, inconmensurabilidad y resolución racional estrategia para entender a Raz tenga que presuponer una idea de racionalidad objetiva. Más bien, la estrategia más plausible podría ser la de acudir a la idea de racionalidad subjetiva, esto es, aquella parasitaria del conjunto de deseos y/o creencias de un agente. Desde este punto de vista, la elección entre estas alternativas inconmensurables se basará, finalmente, en lo que al agente le guste o le “guste más” 37 . Esto no parece ser racional en sentido “objetivo”, es decir, en función de razones impersonales independientes de los deseos del agente. En todo caso puede que sea racional en sentido “subjetivo” pues los deseos del agente forman parte del contenido de sus razones para elegir bananas o peras 38 . Conforme lo anterior, Raz parece pensar más bien en términos de lo que el agente quiere en términos de lo que “siente gusto” hacer 39 . Si es así, la idea de Raz no parece tan misteriosa y es un sucedáneo -más sofisticado- de la idea que Sastre sugirió a aquél estudiante enfrentado a la disyuntiva de quedarse a cuidar a su madre o unirse a la resistencia nazi en el sentido de que tenía que “elegir” y hacerse cargo de las consecuencias 40 : si hay alternativas inconmensurables no queda otra cosa que seguir el curso de acción influenciado por el sentimiento que “tira más” en esa dirección. En términos más técnicos se podría decir que ese sentimiento que tira más es una versión de la idea de querer en tanto que “disposición” o “tendencia” a actuar en determinado sentido. En cualquier caso, sea cual fuere el sentido que adquiera la idea de “querer” de Raz (sentir gusto, disfrutar, tendencia o disposición, etc. 41 .) no es claro plenamente porqué la “elección” sería inteligible. Sí parece claro porqué el agente “tiene que” elegir (aunque en ciertas ocasiones pudiera abstenerse). Tener que elegir obedece a una motivación práctica en el sentido de no seguir el destino del “asno de Buridán”. Sin embargo, puede que este “elegir” no sea inteligible como dice Raz y ni siquiera sea racional en el sentido subjetivo, pues el querer del agente puede también estar indeterminado y la situación de inconmensurabilidad no ser más que un síntoma del 37 Si esta fuese la interpretación, incluso habría un argumento para mostrar que en realidad no hay inconmensurabilidad o incomparabilidad (recuérdese que Raz trata como indistintas estas dos categorías) dado que el hecho de que al agente le “guste más” A que B podría presuponer algún tipo de comparación. No discutiré, empero, esta posibilidad. 38 Chang, Ruth: “Personal and Impersonal Reasons”, Draft for Berkeley Workshop, 20/04/2006, p. 36, nota pie de página 34. 39 Ver Chang, Ruth: “Personal and Impersonal Reasons”, ob. cit, p. 26. 40 Analizo la posición de Sartre en “Conflictos trágicos genuinos y Derecho: posibles desafíos”, Doxa, Cuadernos de Filosofía del Derecho, 27, Alicante, 2004. 41 Ver Regan, Donald: “Value, Comparability and Choice”. En: Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, ob. cit., pp. 145-149. 588

Guillermo Lariguet fenómeno. La última posibilidad para volver caritativa la oscura tesis de Raz sería quitando peso a la idea de que la elección entre inconmensurables es “racional” y quedándose con que es “inteligible”. Empero, si la situación de inconmensurabilidad existe efectivamente quizás ni siquiera sea posible esta “inteligibilidad” o entendimiento: el agente podría percibir, como percibían varios de los personajes de las tragedias, que su elección fue más algo “que le pasó” que algo que “él hizo” o eligió. Si esta percepción del agente no fuese una alucinación habría que reconsiderar, incluso, dos ideas con que Raz fundamenta la tesis de que allí donde reina inconmensurabilidad hay elección inteligible en vez de una irracional y/o ininteligible. Por una parte la idea de “control” del agente sobre sus deseos; por la otra, la idea de que la razón cumple el rol de delimitación de opciones elegibles. Respecto de la primera idea lo mínimo que hay que decir es que el surgimiento de alternativas inconmensurables, articuladas generalmente bajo la forma de un dilema para un agente, puede obedecer a hechos del mundo o de la personalidad del agente que resultan contingentes, no previsibles siempre y difícilmente controlables. Piénsese en la situación de Fedra que descubre estar enamorada de Hipólito, hijo de su marido Teseo y esto la enfrenta no solo a un dilema sino a deseos que le hacen “hervir la sangre” y ella admite no poder controlar. Respecto de la segunda idea es necesario concebir la posibilidad de que no siempre es la razón la que delimita opciones. Piénsese en el caso de Sofía que tiene que decidir cuál de sus dos hijos, alojados junto con ella en un campo de concentración, debe matar a resultas de un marco de opciones impuestas por un guardia nazi y que difícilmente puedan verse como emanación de la razón. Frente a las dificultades que veo en la posición de Raz se opone una concepción no menos problemática como la de Donald Regan que él mismo admite es calificada de “excéntrica”. La presunta “excentricidad” radicaría en que este autor defiende una concepción comparativista fuerte 42 en cuanto acepta la tesis de la “completa comparabilidad del valor”. Esta tesis está compuesta de dos proposiciones que aquí simplemente voy a presentar. a) Hay una y solo una clase de valor que importa a la razón práctica en un análisis final 43 . Este valor único final es el equivalente a la idea de 42 Ver Regan, Donald: “Value, Comparability and Choice”. En: Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, ob. cit., p. 129. 43 “Análisis final” por la siguiente idea que Regan suscribe. El objetivo último y propio de la razón práctica es producir el mejor estado de cosas posible (el cual depende tanto de nuestros sentimientos como de nuestros actos) dadas ciertas circunstancias en que las elecciones tienen lugar. El punto es que, dado que la idea de bien es la mooreana, el bien al que se apele será el último y definitivo en un análisis final. Ver Regan, Donald: “Value, Comparability and/// 589

Conflictos constitucionales, inconmensurabilidad y resolución racional<br />

estrategia para entender a Raz tenga que presuponer una idea de racionalidad<br />

objetiva. Más bien, la estrategia más plausible podría ser la de acudir a la<br />

idea de racionalidad subjetiva, esto es, aquella parasitaria del conjunto de<br />

deseos y/o creencias de un agente. Desde este punto de vista, la elección<br />

entre estas alternativas inconmensurables se basará, finalmente, en lo que<br />

al agente le guste o le “guste más” 37 . Esto no parece ser racional en sentido<br />

“objetivo”, es decir, en función de razones impersonales independientes<br />

de los deseos del agente. En todo caso puede que sea racional en sentido<br />

“subjetivo” pues los deseos del agente forman parte del contenido de sus<br />

razones para elegir bananas o peras 38 .<br />

Conforme lo anterior, Raz parece pensar más bien en términos de lo que el<br />

agente quiere en términos de lo que “siente gusto” hacer 39 . Si es así, la idea<br />

de Raz no parece tan misteriosa y es un sucedáneo -más sofisticado- de<br />

la idea que Sastre sugirió a aquél estudiante enfrentado a la disyuntiva de<br />

quedarse a cuidar a su madre o unirse a la resistencia nazi en el sentido<br />

de que tenía que “elegir” y hacerse cargo de las consecuencias 40 : si hay<br />

alternativas inconmensurables no queda otra cosa que seguir el curso de<br />

acción influenciado por el sentimiento que “tira más” en esa dirección. En<br />

términos más técnicos se podría decir que ese sentimiento que tira más es<br />

una versión de la idea de querer en tanto que “disposición” o “tendencia” a<br />

actuar en determinado sentido.<br />

En cualquier caso, sea cual fuere el sentido que adquiera la idea de “querer”<br />

de Raz (sentir gusto, disfrutar, tendencia o disposición, etc. 41 .) no es claro<br />

plenamente porqué la “elección” sería inteligible. Sí parece claro porqué el<br />

agente “tiene que” elegir (aunque en ciertas ocasiones pudiera abstenerse).<br />

Tener que elegir obedece a una motivación práctica en el sentido de no<br />

seguir el destino del “asno de Buridán”. Sin embargo, puede que este “elegir”<br />

no sea inteligible como dice Raz y ni siquiera sea racional en el sentido<br />

subjetivo, pues el querer del agente puede también estar indeterminado<br />

y la situación de inconmensurabilidad no ser más que un síntoma del<br />

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Si esta fuese la interpretación, incluso habría un argumento para mostrar que en realidad no<br />

hay inconmensurabilidad o incomparabilidad (recuérdese que Raz trata como indistintas estas<br />

dos categorías) dado que el hecho de que al agente le “guste más” A que B podría presuponer<br />

algún tipo de comparación. No discutiré, empero, esta posibilidad.<br />

38<br />

Chang, Ruth: “Personal and Impersonal Reasons”, Draft for Berkeley Workshop, 20/04/2006,<br />

p. 36, nota pie de página 34.<br />

39<br />

Ver Chang, Ruth: “Personal and Impersonal Reasons”, ob. cit, p. 26.<br />

40<br />

Analizo la posición de Sartre en “Conflictos trágicos genuinos y Derecho: posibles desafíos”,<br />

Doxa, Cuadernos de Filosofía del Derecho, 27, Alicante, 2004.<br />

41<br />

Ver Regan, Donald: “Value, Comparability and Choice”. En: Incommensurability, Incomparability<br />

and Practical Reason, ob. cit., pp. 145-149.<br />

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