¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler

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08.11.2014 Views

Capítulo ocho L.T. ]EVACHANDRAN OS cristianos de occidente vivimos en una cultura que L está cada vez más influida por las filosofías y prácticas de la Nueva Era y de otras religiones orientales. Algunas per~ sonalidades famosas han adoptado religiones y estilos de vida iconoclastas (p.ej. Shirley MacLaine y muchas otras perso~ nas), popularizando esta fascinación novelera. Deepak Chopra, un médico originario de la India y que ahora ejerce en los Estados Unidos, promueve técnicas de meditación para bajar la presión sanguínea y para contrarrestar el estrés en aquellas personas que llevan vidas llenas de tensión y que adoptan estilos de vida frenéticos. Sus libros pueden adqui~ rirse en cualquier librería. El reiki, una técnica japonesa de sanación de la Nueva Era, sugiere que la energía infinita del universo puede concentrarse sobre un tumor y que, de adoptarse la metodología adecuada, la sanación es posible. Es posible obtener por correo numerosos talismanes con poderes mágicos y aun en los periódicos más serios figuran colum~ nas dedicadas a los horóscopos. En los dos siguientes capítulos, trataré las preguntas que tienen que ver con el hinduis~ mo, el budismo y las cosmovisiones panteístas orientales con la intención de entender y contrarrestar estas perspectivas. 191

PREGUNTAS DIFÍCILES ACERCA DEL HINDUÍSMO Y... 193 El propósito de este libro no se limita a ayudar al lector a discernir los errores en estas visiones del mundo que desafían las verdades de la fe cristiana histórica, sino a brindarle herramientas para que pueda testificar de Cristo a aquellas personas que propugnan estas ideas. En este contexto, resulta útil identificar la relación entre la verdad y el error, entre lo original y lo falso. Es interesante notar que cualquier error siempre tiene un elemento de verdad. Un ejemplo simple, tomado de la aritmética, servirá para ilustrar este punto. El resultado correcto de la suma 2 + 2 es 4. Llamémoslo T. Hay solo una respuesta correcta, pero en teoría hay un número infinito de respuestas incorrectas. Si tomamos una respuesta incorrecta, supongamos 5, veremos que, aunque es incorrecta, en cierto sentido depende de la respuesta correcta: no tiene existencia original sino que deriva de agregar 1 a Tj es decir, T + 1. De la misma manera, otra respuesta incorrecta, 3, sería T - 1. Por lo tanto, podría decirse que, si bien la repuesta correcta es absoluta, las respuestas incorrectas son relativas a la respuesta correcta porque podemos llegar a estas sumando o restando cantidades de la respuesta correcta. ¡Cómo no va a mandarnos la Biblia no agregar ni quitar nada de lo que Dios nos ha revelado (cf. Apocalipsis 22: 18-19)! No se trata de teorizar sin argumentos. Consideremos las siguientes dos implicancias inmediatas: 1. El error es un parásito de la verdad. Nuestro encuentro con cualquier falsedad debería conducirnos a preguntarnos: «¿Cuál es el original cristiano de esta falsificación?». La respuesta a esta pregunta es crítica porque iluminará la posición cristiana con respecto a ese asunto en particular, poniéndola de relieve, lo que a su vez podría ayudarnos a articular nuestra respuesta a la falsedad. La verdad, cuando no se cuestiona, se convierte en un dogma libre de toda crítica. Necesitamos aprovechar la multitud de errores que nos aho- gan en la actualidad para reaprender nuestra fe desde diferentes perspectivas y salir así fortalecidos. Pablo aconsejó a sus lectores que su ministerio consistía en confirmar el evangelio tanto como defenderlo (cf. Filipenses 1:7). 2. También descubriremos que las falsedades son producto de distorsiones de puntos fundamentales de la verdad. En otras palabras, todos los errores contienen elementos de verdad. Este elemento común debería ayudarnos a tender puentes hacia nuestro antagonista y afirmar cualquier verdad de sus puntos de vista. A partir de esto, deberíamos ser capaces de demostrar (con cuidado y respeto, como enseña 1 Pedro 3: 15) en qué punto vital se han apartado de la verdad y llegado a una conclusión errónea. Las respuestas a las preguntas planteadas a continuación siguen este mismo esquema sin necesariamente explicitar la metodología en cada etapa del argumento. Se esboza también una respuesta evangelizadora en los lugares apropiados para que estos capítulos no sean solo teóricos (si bien esto es crucial), sino que puedan ser útiles en la práctica, en cualquier conversación. Al final de esta serie de preguntas, nuestra fe debería emerger más robusta, fortalecida en la Singularidad de Cristo y más sensible hacia quienes no tienen esta fe. ¿POR QUÉ ESTÁN TAN INTERESADOS LOS OCCI­ DENTALES EN LAS RELIGIONES ORIENTALES? El suceso más memorable que inauguró la entrada del pensamiento hindú en el occidente fue la visita a los Estados Unidos de Swami Vivekananda, en 1893, cuando arrasó el Congreso Mundial de Religiones que se celebraba en Chicago. Comenzó su exposición con una frase políticamente correcta: «Hermanos y hermanas», la que fue recibida con varios minutos de estruendosos aplausos. A continuación, se explayó sobre la unidad esencial de todas las cosas y los seres,

PREGUNTAS DIFÍCILES ACERCA DEL HINDUÍSMO Y... 193<br />

El propósito <strong>de</strong> este libro no se limita a ayudar al lector a<br />

discernir los errores en estas visiones <strong>de</strong>l mundo que <strong>de</strong>safían<br />

las verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la fe cristiana histórica, sino a brindarle<br />

herramientas para que pueda testificar <strong>de</strong> Cristo a aquellas<br />

personas que propugnan estas i<strong>de</strong>as. En este contexto, resulta<br />

útil i<strong>de</strong>ntificar la relación entre la verdad y el error, entre<br />

lo original y lo falso.<br />

Es interesante notar que cualquier error siempre tiene un<br />

elemento <strong>de</strong> verdad. Un ejemplo simple, tomado <strong>de</strong> la aritmética,<br />

servirá para ilustrar este punto. El resultado correcto<br />

<strong>de</strong> la suma 2 + 2 es 4. Llamémoslo T. Hay solo una respuesta<br />

correcta, pero en teoría hay un número infinito <strong>de</strong> respuestas<br />

incorrectas. Si tomamos una respuesta incorrecta, supongamos<br />

5, veremos que, aunque es incorrecta, en cierto sentido<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la respuesta correcta: no tiene existencia original<br />

sino que <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> agregar 1 a Tj es <strong>de</strong>cir, T + 1. De la misma<br />

manera, otra respuesta incorrecta, 3, sería T - 1. Por lo tanto,<br />

podría <strong>de</strong>cirse que, si bien la repuesta correcta es absoluta, las<br />

respuestas incorrectas son relativas a la respuesta correcta<br />

porque po<strong>de</strong>mos llegar a estas sumando o restando cantida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la respuesta correcta. ¡Cómo no va a mandarnos la<br />

Biblia no agregar ni quitar nada <strong>de</strong> lo que <strong>Dios</strong> nos ha revelado<br />

(cf. Apocalipsis 22: 18-19)!<br />

No se trata <strong>de</strong> teorizar sin argumentos. Consi<strong>de</strong>remos las<br />

siguientes dos implicancias inmediatas:<br />

1. El error es un parásito <strong>de</strong> la verdad. Nuestro encuentro<br />

con cualquier falsedad <strong>de</strong>bería conducirnos a preguntarnos:<br />

«¿Cuál es el original cristiano <strong>de</strong> esta falsificación?». La respuesta<br />

a esta pregunta es crítica porque iluminará la posición<br />

cristiana con respecto a ese asunto en particular, poniéndola<br />

<strong>de</strong> relieve, lo que a su vez podría ayudarnos a articular nuestra<br />

respuesta a la falsedad. La verdad, cuando no se cuestiona,<br />

se convierte en un dogma libre <strong>de</strong> toda crítica.<br />

Necesitamos aprovechar la multitud <strong>de</strong> errores que nos aho-<br />

gan en la actualidad para reapren<strong>de</strong>r nuestra fe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> diferentes<br />

perspectivas y salir así fortalecidos. Pablo aconsejó a sus<br />

lectores que su ministerio consistía en confirmar el evangelio<br />

tanto como <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo (cf. Filipenses 1:7).<br />

2. También <strong>de</strong>scubriremos que las falseda<strong>de</strong>s son producto<br />

<strong>de</strong> distorsiones <strong>de</strong> puntos fundamentales <strong>de</strong> la verdad. En<br />

otras palabras, todos los errores contienen elementos <strong>de</strong> verdad.<br />

Este elemento común <strong>de</strong>bería ayudarnos a ten<strong>de</strong>r puentes<br />

hacia nuestro antagonista y afirmar cualquier verdad <strong>de</strong><br />

sus puntos <strong>de</strong> vista. A partir <strong>de</strong> esto, <strong>de</strong>beríamos ser capaces<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar (con cuidado y respeto, como enseña 1 Pedro<br />

3: 15) en qué punto vital se han apartado <strong>de</strong> la verdad y llegado<br />

a una conclusión errónea.<br />

Las respuestas a las preguntas planteadas a continuación<br />

siguen este mismo esquema sin necesariamente explicitar la<br />

metodología en cada etapa <strong>de</strong>l argumento. Se esboza también<br />

una respuesta evangelizadora en los lugares apropiados para que<br />

estos capítulos no sean solo teóricos (si bien esto es crucial),<br />

sino que puedan ser útiles en la práctica, en cualquier conversación.<br />

Al final <strong>de</strong> esta serie <strong>de</strong> preguntas, nuestra fe <strong>de</strong>bería<br />

emerger más robusta, fortalecida en la Singularidad <strong>de</strong> Cristo y<br />

más sensible hacia quienes no tienen esta fe.<br />

¿POR QUÉ ESTÁN TAN INTERESADOS LOS OCCI­<br />

DENTALES EN LAS RELIGIONES ORIENTALES?<br />

El suceso más memorable que inauguró la entrada <strong>de</strong>l pensamiento<br />

hindú en el occi<strong>de</strong>nte fue la visita a los Estados<br />

Unidos <strong>de</strong> Swami Vivekananda, en 1893, cuando arrasó el<br />

Congreso Mundial <strong>de</strong> Religiones que se celebraba en<br />

Chicago. Comenzó su exposición con una frase políticamente<br />

correcta: «Hermanos y hermanas», la que fue recibida con<br />

varios minutos <strong>de</strong> estruendosos aplausos. A continuación, se<br />

explayó sobre la unidad esencial <strong>de</strong> todas las cosas y los seres,

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