¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler
¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler
¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
54 i H I i ~ ~ ~ [~ n ~ I ~ P<br />
PREGUNTAS DIFíCILES ACERCA DE LA MALDAD 55<br />
tancias dolorosas que se atraviesan en nuestra vida, aun<br />
cuando se escapen a nuestra comprensión.<br />
<strong>Geisler</strong> nos da algo importante para pensar a este respecto:<br />
«Aun <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nuestra finitud, es posible que los humanos<br />
<strong>de</strong>scubramos algunos propósitos buenos para el dolor,<br />
como podría ser una advertencia <strong>de</strong> un mal peor (basta con<br />
que un infante toque una sola vez los fuegos <strong>de</strong> una cocina<br />
para que no los vuelva a tocar), y para protegernos <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción<br />
propia (las terminaciones nerviosas nos permiten<br />
<strong>de</strong>tectar el dolor para que, por ejemplo, no continuemos sosteniendo<br />
una olla caliente). Si el ser humano finito pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>scubrir algunos propósitos buenos para el dolor; seguramente<br />
un <strong>Dios</strong> Sabio e Infinito tendrá buenos propósitos<br />
para todo el sufrimiento»4o. Tal vez no entendamos ese propósito<br />
ahora, en la temporalidad «<strong>de</strong>l presente», pero sin<br />
duda que existe. Nuestra incapacidad para discernir por qué<br />
a veces nos pasan cosas malas no contradice la benevolencia<br />
<strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, no hace más que exponer nuestra ignorancia. 41<br />
Es bueno tener presente la dimensión <strong>de</strong>l tiempo. De la<br />
misma manera que evaluamos una visita al <strong>de</strong>ntista a la luz<br />
<strong>de</strong> los beneficios a largo plazo que dicha visita producirá, las<br />
Escrituras exhortan a los cristianos a apreciar los sufrimientos<br />
actuales a la luz <strong>de</strong> la eternidad. Como observó el apóstol<br />
Pablo: «De hecho, consi<strong>de</strong>ro que en nada se comparan los<br />
sufrimientos actuales con la gloria que habrá <strong>de</strong> revelarse en<br />
nosotros» (Romanos 8: 18; cf. 2 Corintios 4: 1 7; Hebreos<br />
12:2; 1 Pedro 1:6-7) 42.<br />
y no nos olvi<strong>de</strong>mos que aun cuando tengamos que sufrir,<br />
<strong>Dios</strong>, como Gobernador Soberano <strong>de</strong>l universo, pue<strong>de</strong> hacer<br />
que el mal redun<strong>de</strong> para bien (cf. Romanos 8:28). Tenemos<br />
un ejemplo en la vida <strong>de</strong> José. Sus hermanos le tenían celos<br />
(cf. Génesis 37:11), lo odiaban (cf. v. 4,5,8), querían matarlo<br />
(cf. v. 20), lo metieron <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un pozo (cf. v. 24), y lo<br />
vendieron como esclavo (cf. v. 28). Sin embargo, más a<strong>de</strong>-<br />
lante, pudo <strong>de</strong>cirles a sus hermanos: «En realidad fue <strong>Dios</strong><br />
quien me mandó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s para salvar vidas»<br />
(c. 45:5), y «es verdad que uste<strong>de</strong>s pensaron hacerme mal,<br />
pero <strong>Dios</strong> transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy<br />
estamos viendo: salvar la vida <strong>de</strong> mucha gente» (c. 50:20). A<br />
pesar <strong>de</strong> todas las cosas malas que le sucedieron, <strong>Dios</strong> tenía<br />
un propósito provi<strong>de</strong>ncial al haberlas permitido.<br />
Es seguro que al apóstol Pablo no le agradaba estar encarcelado,<br />
pero <strong>Dios</strong> tenía un propósito provi<strong>de</strong>ncial al permitir<br />
que así sucediera. Al fin <strong>de</strong> cuentas, fue en la cárcel que escribió<br />
las epístolas a los Efesios, Filipenses, Colosenses, y a<br />
Filemón (cf. Efesios 3:1, Filipenses 1:7; Colosenses 4:10; y<br />
Filemón 9). Resulta claro que <strong>Dios</strong> hizo que el sufrimiento <strong>de</strong><br />
Pablo redundara para bien.<br />
A veces el «bien» que <strong>Dios</strong> produce, a partir <strong>de</strong> nuestro<br />
sufrimiento, implica acercarnos más a él. Joni Eareckson<br />
Tada, que se quebró la espina dorsal en un acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> natación<br />
y quedó cuadripléjica, dice que su tragedia la acercó<br />
mucho más a <strong>Dios</strong>. Incluso se la cita diciendo que preferiría<br />
estar en una silla <strong>de</strong> ruedas con <strong>Dios</strong> antes que caminar sin<br />
él.<br />
A veces el «bien» que <strong>Dios</strong> produce, a partir <strong>de</strong> nuestro<br />
sufrimiento, implica un cambio positivo en nuestro carácter.<br />
Pedro se refiere a esto cuando dice: «Esto es para uste<strong>de</strong>s<br />
motivo <strong>de</strong> gran alegría, a pesar <strong>de</strong> que hasta ahora han tenido<br />
que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque<br />
perece<strong>de</strong>ro, se acrisola al fuego. Así también la fe <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s,<br />
que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas<br />
<strong>de</strong>mostrará que es digna <strong>de</strong> aprobación, gloria y honor<br />
cuando Jesucristo se revele» (1 Pedro 1 :6-7; paráfrasis mo<strong>de</strong>rna:<br />
«Al que quiere celeste, que le cueste»).<br />
Todo esto preten<strong>de</strong> subrayar la necesidad <strong>de</strong> la fe en medio<br />
<strong>de</strong> este mundo <strong>de</strong> sufrimiento. <strong>Dios</strong> ciertamente está obran-