¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler
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PREGUNTAS DIFÍCILES ACERCA DE DIOS 33<br />
y un espíritu <strong>de</strong> amor (el Espíritu Santo). Por lo tanto, el<br />
amor mismo es una unidad tripartita.<br />
Otra ilustración <strong>de</strong> la Trinidad es que <strong>Dios</strong> es como mi<br />
mente, las i<strong>de</strong>as, y las palabras. Hay una unidad entre éstas y,<br />
sin embargo, es posible diferenciarlas unas <strong>de</strong> otras.<br />
Por supuesto, la Trinidad es un misterio. No es posible<br />
compren<strong>de</strong>rla con la razón pero tampoco es contraria a la<br />
razón. Po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>rla, pero no po<strong>de</strong>mos llegar a compren<strong>de</strong>rla<br />
en toda su plenitud. Alguien, con mucha sabiduría,<br />
ha dicho: «Si intentáramos enten<strong>de</strong>r a <strong>Dios</strong> completamente,<br />
podríamos llegar a per<strong>de</strong>r el juicio, pero si no creemos<br />
sinceramente en la Trinidad, ¡per<strong>de</strong>remos el alma!».<br />
¿CÓMO PUEDE UN DIOS BUENO MANDAR A LAS<br />
PERSONAS AL INFIERNO?<br />
Esta preg1.J.nta supone que <strong>Dios</strong> envía a las personas al<br />
infierno contra la voluntad <strong>de</strong> ellas. Pero no es ese el caso.<br />
<strong>Dios</strong> quiere que todos sean salvos (d. 2 Pedro 3:9). Quienes<br />
no son salvos es porque no <strong>de</strong>sean serlo. Jesús dijo:<br />
« ¡J erusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a<br />
los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos,<br />
como reúne la gallina a sus pollitos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sus alas, pero<br />
no quisiste!» (Mateo 23:37).<br />
Como lo expresó C.S. Lewis: «La puerta <strong>de</strong>l infierno se<br />
cierra <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro». Todos aquellos que se encuentran<br />
allí lo hacen por <strong>de</strong>cisión propia. A<strong>de</strong>más agrega: «En<br />
última instancia, hay solo dos tipos <strong>de</strong> personas: aquellas que<br />
le dicen a <strong>Dios</strong>: "Hágase tu voluntad" y aquellas a quien <strong>Dios</strong><br />
les dice: "Hágase tu voluntad". Todas las personas que eligen<br />
hacer su propia voluntad acabarán en el infierno». Lewis<br />
creía que «sin esa <strong>de</strong>cisión personal no habría infierno.<br />
N ingún alma que quiera ferviente y constantemente tener<br />
gozo quedará <strong>de</strong>fraudada. Quienes buscan, encontrarán. A<br />
quienes llamen, se les abrirá»5.<br />
<strong>Dios</strong> es Justo y <strong>de</strong>be castigar el pecado (cf. Habacuc 1:13;<br />
Apocalipsis 20: 11-15), pero es también Amor (d. 1 Juan 4: 16),<br />
y este no pue<strong>de</strong> obligar a nadie a amarlo. El amor no obra por<br />
coerción sino solo por persuasión. Amar por obligación es una<br />
contradicción <strong>de</strong> términos. Por lo tanto, el amor <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> exige<br />
que haya un infierno don<strong>de</strong> aquellas personas que no <strong>de</strong>sean<br />
amarlo puedan experimentar el gran divorcio cuando él les<br />
diga: «¡Hágase tu voluntad!».<br />
¿CÓMO PUEDE DIOS SER AMANTE Y JUSTO A LA<br />
VEZ?<br />
Pue<strong>de</strong> parecer que el amor y la justicia son atributos<br />
incompatibles. Si <strong>Dios</strong> es Justo, <strong>de</strong>be castigar el pecado. Pero<br />
si es un <strong>Dios</strong> <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong>bería perdonar el pecado. ¿Cómo<br />
pue<strong>de</strong> tener a la vez ambos atributos?<br />
Los atributos (o características) <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> no son contradictorios.<br />
Él es absolutamente Justo y, no obstante, incondicionalmente<br />
un <strong>Dios</strong> <strong>de</strong> amor. Ambos atributos se complementan.<br />
<strong>Dios</strong> es «Santo por ser Justo» yes «Justo por ser Santo».<br />
Es <strong>de</strong>cir, imparte su justicia con amor, y propaga su amor con<br />
justicia.<br />
El perfecto ejemplo <strong>de</strong> cómo el amor y la justicia <strong>de</strong> <strong>Dios</strong><br />
se concilian lo encontramos en la cruz. En su amor, <strong>Dios</strong><br />
envió a su Hijo para pagar el castigo <strong>de</strong> nuestros pecados para<br />
que su justicia fuera satisfecha y su amor se manifestara.<br />
Porque «la paga <strong>de</strong>l pecado es muerte» (Romanos 6:23). Y el<br />
pecado contra el <strong>Dios</strong> eterno exige la muerte eterna (d.<br />
Apocalipsis 20: 14-15). Por eso, cuando Cristo murió por<br />
nuestros pecados como leemos en Romanos 5:8, el Justo<br />
sufrió por los injustos (cf. 1 Pedro 3:18) para llevamos a <strong>Dios</strong>.<br />
«Al que no cometió pecado alguno, por nosotros <strong>Dios</strong> lo trató