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—Buenas noches —farfulló Skyler.<br />
En cuanto su anfitrión salió de la habitación, Skyler corrió a la mesilla, cogió la foto<br />
enmarcada de Tizzie, la examinó minuciosamente y, sin apartar la vista de ella, se sentó<br />
en el borde de la cama. Su pulso estaba cada vez más acelerado.<br />
El cabello era distinto, más largo y ondulado. Las mejillas eran menos redondas y los<br />
ojos parecían reflejar mayor madurez. Pero, aparte de ésas, no había otras diferencias<br />
importantes. No cabía duda, el rostro que lo miraba sonriente desde el otro lado del cristal<br />
era el rostro de Julia.<br />
Cuando despertó en el sofá, a Jude le dolía la cabeza y tenía la boca seca como<br />
estopa. Durante unos momentos, la resaca fue su única preocupación y se impuso a toda<br />
otra consideración. Los absurdos sucesos de la noche anterior permanecían de momento<br />
escondidos en un remoto recoveco de su cabeza. Pero no siguieron allí por mucho<br />
tiempo. Los recuerdos cobraron súbitamente vida y ocuparon el centro de su atención,<br />
sumiéndolo en una mezcla de asombro e incredulidad.<br />
¿Sería todo aquello real?, se preguntó casi esperando que el incidente no hubiera<br />
sido más que un sueño.<br />
Pero en aquel momento oyó a Skyler moviéndose por el apartamento.<br />
Lo encontró en la cocina, sentado a la mesa, sin hacer nada. Parecía exhausto y<br />
tenía grandes círculos amarillos en torno a los ojos. A la luz del día se advertían las<br />
imperfecciones del corte de pelo de la noche anterior. Tenía el cabello lleno de<br />
trasquilones y la barba le rozaba la parte alta del pecho. Seguía llevando el pijama azul a<br />
rayas. Entre eso y la expresión de sorpresa que mostraba, Skyler tenía aspecto de niño<br />
perdido. Lo cual, se dijo Jude, no estaba muy lejos de la realidad.<br />
—¿Café? —preguntó quitando de la cafetera los posos del día anterior.<br />
—No.<br />
Jude dejó la cafetera en el fuego y en la pila se salpicó el rostro con agua. Con la<br />
cara mojada buscó el trapo y vio que estaba sobre la repisa, lleno de pelos de Skyler, así<br />
que optó por secarse con papel de cocina. Luego se tomó cuatro aspirinas.<br />
—Bueno, ya veo que por las mañanas no estás muy locuaz —comentó Jude—. Es<br />
curioso. A mí me ocurre lo mismo.<br />
Skyler lo miró sin decir nada.<br />
—Vale, si no quieres hablar, no hables —dijo Jude.<br />
Preparó para ambos un copioso desayuno: jugo de naranja, tostadas, beicon y<br />
huevos fritos. Skyler volvió a comer vorazmente, aunque no con la zafiedad de la noche<br />
anterior. Al terminar fue a dejar el plato en la pila y luego volvió a sentarse a la mesa.<br />
—Quiero decirte que... —comenzó inseguro—. O sea, te agradezco todo esto, la<br />
comida, la cama... Pero la verdad es que... —Se interrumpió y apartó la mirada—. No sé<br />
qué hacer, ni adónde ir, ni de qué viviré...<br />
La voz de Skyler temblaba ligeramente, y Jude se dijo que cuando él estaba nervioso<br />
la suya sonaba igual.<br />
—Vamos, tranquilo —le dijo Jude, cuyo dolor de cabeza había desaparecido—. No<br />
tengas miedo. Nadie te hará nada, yo me encargo de ello. Los dos estamos juntos en<br />
esto.<br />
No tenía la absoluta certeza de que todo aquello fuera cierto, pero pensó que sus<br />
palabras animarían a Skyler, quien parecía cada vez más apesadumbrado. De pronto<br />
Skyler lo agarró por el brazo y apretó tan fuerte que los dedos se le hundieron en el<br />
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