Darnton, John - Experimento
Darnton, John - Experimento Darnton, John - Experimento
Skyler no le había dado ni una sola pista. Lo único que sabía decir era que el avión lo había depositado en aquella pequeña ciudad de Georgia. Ni siquiera sabía cuánto había durado el vuelo, pues se había pasado casi todo el trayecto dormido, lo cual era tan absurdo que Jude se sentía inclinado a creerlo. El periodista se proponía conseguir información sobre la capacidad de los depósitos de combustible de distintos tipos de avioneta, y sobre la autonomía de vuelo de cada uno de los aparatos. Eso le permitiría trazar el radio máximo de la distancia recorrida. Con ello lograría al menos reducir la búsqueda de posibles candidatos a una zona de... ¿Cuánto? Quizá ochocientos kilómetros, aunque, para conseguir tal propósito, necesitaría disponer de más datos. Y, mientras tanto, debía decidir qué hacía con Skyler, quien parecía temer incluso por su vida. —Esos tipos... ¿cómo los has llamado? Ordenanzas. Es un nombre muy peculiar, a saber a qué viene. Hace un momento has comentado que eran brutales. ¿Qué has querido decir? —Simplemente eso. Los ordenanzas se ocupaban de nosotros. Cuando éramos pequeños, se mostraban cariñosos. Nosotros los teníamos por una especie de hermanos mayores. Pero más adelante me di cuenta de que los ordenanzas nos mantenían en la isla a la fuerza, y de que si intentábamos irnos de allí, nos perseguirían. —¿Para haceros qué? ¿Serían capaces de mataros? —No lo sé. —¿Y para qué supones que te persiguen ahora? ¿Crees que quieren matarte? Skyler se encogió de hombros y asintió con la cabeza. —Pero eso es absurdo. ¿Por qué iban a querer matarte? ¿Sólo por haber huido de la isla? —Quizá haya otra razón. —¿Cuál? —Quizá pretendían evitar que sucediese lo que ya ha sucedido. —¿El qué? —Que yo te encontrase. A Jude le desconcertó la respuesta, y reflexionó unos momentos sobre sus implicaciones. Era un disparate. Aun en el caso de que él tuviera un gemelo idéntico del que, intencionada o accidentalmente, fue separado al nacer, ¿por qué demonios iba a tomar nadie medidas tan drásticas para evitar que ambos se encontraran? Y, por otra parte, ¿por qué lo habían seguido los tipos del metro? Miró a Skyler, que sentado frente a él al otro lado de la mesa parecía exhausto. Jude empujó en su dirección la botella de whisky. —Toma. Prueba esto. Te levantará el ánimo. Skyler se llevó la botella a los labios, dio un largo trago y notó en la garganta la quemazón del alcohólico brebaje. Se puso en pie tosiendo y, con las manos en torno al cuello, corrió a la pila, abrió el grifo y se amorró a él. Volvió a la mesa con la camisa empapada y los ojos muy abiertos. —Cristo bendito —exclamó. Jude no pudo evitar unas sonoras carcajadas. Al verlo, el propio Skyler sonrió e incluso soltó una risita que sonó exactamente igual que una risita de Jude. —Bueno, siéntate —dijo Jude separando una de las sillas que estaban arrimadas a la mesa—. Antes de que sigamos, hay algo que tengo que hacer. 97
Skyler se sentó en la silla, que era de madera y respaldo recto. Jude sacó de un cajón unas tijeras de cocina. Las abrió y cerró un par de veces en el aire, cogió un trapo de cocina, se colocó detrás de Skyler, le puso el trapo en torno a la garganta y se lo remetió por dentro del cuello de la camisa. Luego apoyó una mano sobre el flaquísimo hombro y al hacerlo se dio cuenta de que era la primera vez que tocaba a Skyler. Gruesos mechones de pelo cortado comenzaron a caer sobre el trapo, sobre los hombros de Skyler y sobre el suelo de linóleo. —No te voy a hacer un corte a la moda —dijo Jude, que se había situado frente a Skyler y le estaba examinando con mirada crítica el pelo de los lados—. Mañana irás a una peluquería a que te corten el pelo como es debido. Esto sólo es provisional, por esta noche. No te puedes quedar aquí con este aspecto. Si los vecinos te vieran, mi reputación se resentiría. Con el pelo cortado, Skyler tenía un aspecto casi presentable. Y se parecía aún más a Jude, a pesar de que era más flaco y huesudo que éste. Por otra parte, se dijo Jude, también parece más joven que hace un rato. Quizá se debiera al licor, pero lo cierto era que Jude comenzaba a sentir un cierto afecto hacia Skyler, aunque en sus sentimientos había una extraña ambivalencia. En ciertos momentos, sentía deseos de protegerlo, como si Skyler fuera un desventurado niño salvaje. En otros, le daba repelús e incluso se ponía furioso, como si Skyler fuera un intruso que no tuviera el menor derecho a alterar de aquel modo su vida. Se daba cuenta de que su percepción física de Skyler oscilaba al unísono con sus actitudes. Pasaba de reconocer que ambos eran prácticamente idénticos, a hacer caso omiso de tal parecido y recriminarse por estar alimentando y atendiendo a un perfecto desconocido. En resumidas cuentas: estaba totalmente confundido. De todos modos ya había tomado la decisión de ayudar a Skyler a salir de su apuro, fuera éste cual fuera. Tratando de anticipar acontecimientos, se preguntó si él mismo podía encontrarse en peligro y qué riesgos estaría dispuesto a correr llegado el caso. No lo sabía. Qué cosa tan extraordinaria. Aunque sólo conozco a Skyler desde hace media hora, en cierto modo tengo la certeza de que este encuentro va a suponer un gran cambio en mi vida. Quizá un cambio irrevocable. —Más vale que duermas un poco —dijo—. Puedes usar mi dormitorio. Yo me acostaré en el sofá. De todas maneras, aún no tengo sueño. Le puso a Skyler una mano en el hombro y lo condujo hasta el dormitorio. Una vez allí, sacó de la cómoda un pijama azul a rayas y lo tiró sobre la cama. Miró el rostro de Skyler, con el que ya estaba familiarizado, y captó el desconcierto de su compañero. —Esto se llama pijama —le explicó—. Nos lo ponemos para dormir. Bienvenido al siglo XX. Después le mostró el cuarto de baño, particularmente el funcionamiento de los grifos, pensando que el otro se sentiría impresionado por el hecho de que hubiera agua fría y caliente. Ignoraba que Skyler había dejado de escuchar, que ya no prestaba atención a nada de lo que decía. Skyler sentía una vorágine en su interior. Tenía el pulso acelerado y le costaba un inmenso esfuerzo mantener la calma, controlar sus emociones, hacer como si no ocurriera nada. Algo que acababa de ver había vuelto su mundo del revés. Cuando entró en el dormitorio detrás de Jude, le echó un vistazo a toda la habitación. Vio la cómoda, los estantes de pino llenos de libros, la gran cama... Y luego se fijó en algo que había en una de las mesillas de noche. —Buenas noches —le deseó Jude. 98
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cajón unas tijeras de cocina. Las abrió y cerró un par de veces en el aire, cogió un trapo<br />
de cocina, se colocó detrás de Skyler, le puso el trapo en torno a la garganta y se lo<br />
remetió por dentro del cuello de la camisa. Luego apoyó una mano sobre el flaquísimo<br />
hombro y al hacerlo se dio cuenta de que era la primera vez que tocaba a Skyler.<br />
Gruesos mechones de pelo cortado comenzaron a caer sobre el trapo, sobre los<br />
hombros de Skyler y sobre el suelo de linóleo.<br />
—No te voy a hacer un corte a la moda —dijo Jude, que se había situado frente a<br />
Skyler y le estaba examinando con mirada crítica el pelo de los lados—. Mañana irás a<br />
una peluquería a que te corten el pelo como es debido. Esto sólo es provisional, por esta<br />
noche. No te puedes quedar aquí con este aspecto. Si los vecinos te vieran, mi reputación<br />
se resentiría.<br />
Con el pelo cortado, Skyler tenía un aspecto casi presentable. Y se parecía aún más<br />
a Jude, a pesar de que era más flaco y huesudo que éste. Por otra parte, se dijo Jude,<br />
también parece más joven que hace un rato.<br />
Quizá se debiera al licor, pero lo cierto era que Jude comenzaba a sentir un cierto<br />
afecto hacia Skyler, aunque en sus sentimientos había una extraña ambivalencia. En<br />
ciertos momentos, sentía deseos de protegerlo, como si Skyler fuera un desventurado<br />
niño salvaje. En otros, le daba repelús e incluso se ponía furioso, como si Skyler fuera un<br />
intruso que no tuviera el menor derecho a alterar de aquel modo su vida. Se daba cuenta<br />
de que su percepción física de Skyler oscilaba al unísono con sus actitudes. Pasaba de<br />
reconocer que ambos eran prácticamente idénticos, a hacer caso omiso de tal parecido y<br />
recriminarse por estar alimentando y atendiendo a un perfecto desconocido. En<br />
resumidas cuentas: estaba totalmente confundido.<br />
De todos modos ya había tomado la decisión de ayudar a Skyler a salir de su apuro,<br />
fuera éste cual fuera. Tratando de anticipar acontecimientos, se preguntó si él mismo<br />
podía encontrarse en peligro y qué riesgos estaría dispuesto a correr llegado el caso. No<br />
lo sabía. Qué cosa tan extraordinaria. Aunque sólo conozco a Skyler desde hace media<br />
hora, en cierto modo tengo la certeza de que este encuentro va a suponer un gran cambio<br />
en mi vida. Quizá un cambio irrevocable.<br />
—Más vale que duermas un poco —dijo—. Puedes usar mi dormitorio. Yo me<br />
acostaré en el sofá. De todas maneras, aún no tengo sueño.<br />
Le puso a Skyler una mano en el hombro y lo condujo hasta el dormitorio. Una vez<br />
allí, sacó de la cómoda un pijama azul a rayas y lo tiró sobre la cama. Miró el rostro de<br />
Skyler, con el que ya estaba familiarizado, y captó el desconcierto de su compañero.<br />
—Esto se llama pijama —le explicó—. Nos lo ponemos para dormir. Bienvenido al<br />
siglo XX.<br />
Después le mostró el cuarto de baño, particularmente el funcionamiento de los grifos,<br />
pensando que el otro se sentiría impresionado por el hecho de que hubiera agua fría y<br />
caliente. Ignoraba que Skyler había dejado de escuchar, que ya no prestaba atención a<br />
nada de lo que decía.<br />
Skyler sentía una vorágine en su interior. Tenía el pulso acelerado y le costaba un<br />
inmenso esfuerzo mantener la calma, controlar sus emociones, hacer como si no<br />
ocurriera nada.<br />
Algo que acababa de ver había vuelto su mundo del revés. Cuando entró en el<br />
dormitorio detrás de Jude, le echó un vistazo a toda la habitación. Vio la cómoda, los<br />
estantes de pino llenos de libros, la gran cama... Y luego se fijó en algo que había en una<br />
de las mesillas de noche.<br />
—Buenas noches —le deseó Jude.<br />
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