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El propio Skyler se hacía la misma pregunta. Y, por otra parte, seguía sintiendo<br />
fuertes recelos. Y no le faltaban razones para ello. A él no le había impresionado tanto<br />
como a Jude encontrarse frente a su doble, ya que fue el deseo de encontrarle lo que le<br />
impulsó a ir a Nueva York, donde ya llevaba casi dos semanas buscándolo. Sin embargo,<br />
recordaba bien la gran impresión que le produjo ver a Jude por primera vez en persona.<br />
Oculto en un portal, lo vio con toda claridad saliendo de su edificio, y pudo darse perfecta<br />
cuenta de que tenía exactamente su mismo aspecto e incluso su misma forma de<br />
caminar.<br />
Skyler tenía sobrados motivos para actuar con cautela. Sabía tan poco acerca de<br />
Jude como Jude parecía saber acerca de él. Pero... ¿qué papel podía haber<br />
desempeñado Jude en los terribles sucesos de la isla? ¿Estaría acaso relacionado con el<br />
Laboratorio o con el doctor Rincón? ¿Y si también tenía algo que ver con la muerte de<br />
Julia? Cada vez que recordaba aquella muerte, Skyler sentía una cuchillada de dolor. Una<br />
cuchillada como la que él le había asestado a la foto del doctor Rincón.<br />
Durante su viaje en autobús hacia el norte, mientras contemplaba por la ventanilla el<br />
desconocido y extraño paisaje de carreteras y tendidos ferroviarios, no había dejado de<br />
pensar en la foto del desconocido Jude. El viaje había sido angustioso. Las ciudades de<br />
extraños nombres carentes para él de todo significado se sucedían unas a otras. Había<br />
permanecido todo el tiempo pegado a la ventanilla. De los orificios de ventilación situados<br />
sobre su asiento salía un aire helado que lo mantenía continuamente aterido. A su lado se<br />
habían sentado un montón de desconocidos en sucesión, unos parlanchines y otros<br />
taciturnos, pero todos almas perdidas. Una noche, cuando las luces principales del interior<br />
del autobús estaban ya apagadas, un hombre cuyo aliento olía a tabaco alargó la mano y<br />
le tocó la pierna. Skyler le apartó la mano y se cambió de asiento.<br />
No tenía la menor idea de cómo reaccionaría Jude, en el caso de que lograse dar<br />
con él. Ignoraba si el hombre que tanto se le parecía era un amigo o un enemigo. Luego<br />
pasó ocho o diez días infernales en la ciudad, buscando comida en los cubos de basura y<br />
durmiendo en Central Park. Localizó a Jude gracias a que un vagabundo que conoció en<br />
un banco del parque le aconsejó que buscase su apellido en la guía telefónica. Fue la<br />
única vez que alguien habló con él. A fin de cuentas, era un extranjero, y no hubiera sido<br />
raro que la gente se pusiera a tirarle piedras. Llegó a sentir auténtica desesperación. En<br />
un periódico encontró un anuncio de la firma de libros y fue a la librería, pero se asustó al<br />
ver a Jude de cerca. Después esperó en las cercanías del edificio de la calle Setenta y<br />
cinco, logró meterse en el portal entrando tras uno de los inquilinos y se escondió debajo<br />
de la escalera. Decidió ponerse en manos de Jude del mismo modo que un náufrago<br />
decide agarrarse a un clavo ardiendo.<br />
Y, además, había otra cosa. Skyler había advertido que los ordenanzas estaban<br />
siguiendo a Jude. Cuando se dio cuenta de ello, experimentó un verdadero pánico al<br />
entender que era a él a quien los hombres del mechón buscaban. Sin embargo, este<br />
descubrimiento no dejó de tener su parte tranquilizadora. Los ordenanzas no estarían<br />
siguiendo a Jude si éste fuera uno de los suyos. El enemigo de mi enemigo es mi amigo,<br />
reflexionó Skyler, y de momento decidió confiar en Jude... aunque sólo hasta cierto punto.<br />
Jude trataba de sacarle más información.<br />
—¿Cómo me encontraste?<br />
—Por la guía telefónica.<br />
—Lo que quiero decir es cómo te enteraste de mi existencia.<br />
—En un periódico encontré un anuncio de tu libro.<br />
—¿Y dónde viste ese periódico?<br />
—En un sitio llamado Valdosta.<br />
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