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Normalmente, Jude no hubiera hecho caso de las habladurías. Pero lo cierto era que<br />
estaban consiguiendo ponerlo nervioso. Experimentaba una vaga sensación de ansiedad.<br />
Todo había comenzado con aquella inquietante charla con Bashir. Un hombre con un<br />
mechón blanco en el cabello. El pequeño afgano parecía tan seguro de lo que decía... Y<br />
ahora aquellos rumores de que él tenía un doble. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?<br />
Jude no utilizaba con facilidad el término paranoico. Siendo un purista en lo referente<br />
al uso del lenguaje, consideraba que la palabra se utilizaba con excesiva frecuencia. Sin<br />
embargo, si alguien le hubiese preguntado cómo se sentía, y si él hubiera contestado a la<br />
pregunta con sinceridad, su respuesta habría sido: «Paranoico.»<br />
Durante el fin de semana, el domingo, Tizzie y él tuvieron su primera pelea.<br />
El sábado por la noche estuvieron en un restaurante de la Tercera Avenida. Durante<br />
toda la cena Tizzie se mostró distante y distraída. En cierto momento, Jude advirtió que su<br />
compañera miraba algo por encima de su hombro y también notó que, antes de apartar la<br />
vista, hizo un gesto de sorpresa. Jude se volvió y, a través de la ventana, le pareció ver a<br />
alguien, quizá un hombre, o tal vez sólo una sombra, fundiéndose con la oscuridad. Tizzie<br />
no le dio importancia al incidente y dijo que no había sido nada, sólo un hombre de<br />
horrible aspecto que miraba hacia el interior del local. Poco después, salieron del<br />
restaurante.<br />
A la mañana siguiente, Jude se sintió indispuesto y decidió quedarse en la cama.<br />
Tizzie acudió al apartamento, utilizando para entrar la llave que él le había dado hacía<br />
poco. Para Jude eso fue indicio de que habían llegado a un punto crucial en su relación,<br />
mientras que ella consideró que simplemente era una cuestión de comodidad. A él, por su<br />
parte, y aunque se abstuvo de comentarlo, le dolió que ella no le hubiera dado una llave<br />
de su propio apartamento.<br />
Jude tenía unas décimas y Tizzie se metió en la cocina para prepararle sopa y té.<br />
Cuando ella le llevó la comida, él no quiso tomar nada. Entonces Tizzie trató de ponerle el<br />
termómetro y él no quiso. Le puso otra manta y Jude se la quitó. Todos aquellos<br />
cuidados, aquella solicitud tan femenina, no lograron sino fastidiarlo.<br />
—Lo único que necesito es que me dejen en paz —dijo de forma casi grosera.<br />
Tizzie respingó y por su rostro cruzó una expresión dolida que inmediatamente se<br />
convirtió en enfado. La joven giró sobre sus talones y salió del apartamento dando un<br />
portazo.<br />
¿Por qué demonios había tenido que portarse de aquel modo?, se reprendió Jude.<br />
Más tarde la llamó para disculparse. Pareció que aceptaba la disculpa, pero su tono<br />
siguió siendo frío, lo cual era intranquilizador. A Jude le inquietaba lo mucho que Tizzie<br />
había llegado a importarle. Se conocían desde hacía menos de dos semanas, y él —cosa<br />
absolutamente insólita—, ya se preocupaba por ella más que por sí mismo. Se dijo que tal<br />
vez eso se debiera a que Tizzie le gustaba demasiado y, a causa de ello, le costaba<br />
aceptar sus cuidados.<br />
Por primera vez se sentía cómodo con una mujer, era capaz de hablar y actuar con<br />
sinceridad y abandonar las poses que había adoptado con otras. Descubrió, no sin cierta<br />
sorpresa inicial, que a ella parecía gustarle él, y no la imagen de él que ella se había<br />
forjado, y le encantaba la fluidez que eso daba a la relación entre ambos. Quizá Tizzie<br />
consiguiera que se abriese totalmente a ella, cosa que otras muchas mujeres habían<br />
intentado antes en vano.<br />
Pero... ¿eran recíprocos tales sentimientos? Aquélla era la gran pregunta. A él le<br />
parecía que las cosas iban viento en popa. Por él, comenzarían inmediatamente a vivir<br />
juntos, pero no se atrevía a proponérselo por temor a que ella no aceptase. En Tizzie<br />
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