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Sentado a su escritorio de la redacción, Jude tuvo que admitir que estaba algo<br />
inquieto. ¿Quién no lo estaría después de enterarse de que alguien lo sigue? Repasó<br />
mentalmente las posibles explicaciones. ¿Alguien a quien le sentó mal alguno de mis<br />
artículos? ¿El novio o el amante de alguna amiga mía? ¿Un viejo enemigo? No se le<br />
ocurrió nadie y decidió que resultaba inútil pensar en ello. Seguro que no ocurre nada. Lo<br />
que sucede es que Bashir es un poco... bueno, como es Bashir.<br />
Sería de gran ayuda que le encargasen un trabajo mínimamente decente. Llevaba<br />
casi dos semanas sin tener uno, desde lo del cuerpo mutilado de New Paltz. Aquello sí<br />
había sido una buena historia, que él investigó con rapidez y escribió divinamente,<br />
aunque luego se la hicieran pedazos. Bah, qué demonios... La historia que le había<br />
quitado a lo de New Paltz la primera plana no había sido una completa pérdida de tiempo,<br />
pues gracias a ella había conocido a Tizzie. Y encontrar a Tizzie era lo mejor que le había<br />
pasado en mucho tiempo.<br />
Tras el paseo dominical por Brighton Beach, la acompañó a su apartamento en el<br />
West Side y ella lo invitó a la proverbial taza de café. Apenas hubieron dado los primeros<br />
sorbos de la bebida, comenzaron a besarse en el sofá. Era evidente que a Tizzie la<br />
habían enternecido las confidencias de Jude. Cuando hicieron el amor, se mostró<br />
apasionada y receptiva, pero, pese a ello, a Jude le dio la sensación de que la joven no<br />
deseaba entregarse del todo. En cuanto a él, se sentía excitado como un adolescente,<br />
pero no quiso pedirle más, pues Tizzie le importaba demasiado y no quería cometer<br />
errores. Quería que todo ocurriese suave y naturalmente.<br />
Tras un cálido buenas noches, al día siguiente volvieron a verse y estuvieron<br />
recorriendo los bares de Greenwich Village. Aquella noche iban a volver a encontrarse.<br />
Para Jude, tres citas en el espacio de una semana era todo un récord.<br />
Vio que los jefes de sección estaban conferenciando y decidió investigar de nuevo la<br />
historia de New Paltz, por si había ocurrido algo digno de un seguimiento.<br />
Se dispuso a llamar a Raymond La Barrett, un agente del FBI que era una de sus<br />
mejores fuentes de información policial; a decir verdad, era su única fuente de información<br />
policial. Jude no hacía buenas migas con la policía ni con los federales. Conoció a<br />
Raymond tres años atrás, mientras efectuaba la investigación previa para un reportaje<br />
sobre los diez narcotraficantes más poderosos de Nueva York, tipos que se dedicaban al<br />
negocio de la droga más o menos descaradamente. La cooperación entre ambos fue<br />
intensa y exigió confianza por ambas partes. Sorteando las leyes antidifamación, Jude<br />
logró decir en el reportaje sobre los narcotraficantes lo suficiente para que a la policía no<br />
le quedara más remedio que intervenir. A consecuencia de ello, se formularon cargos<br />
contra seis personas y hubo cuatro condenas. Jude y Raymond lo celebraron tomándose<br />
unas copas en McSorley's y, a partir de entonces, trabaron una relación de trabajo que<br />
hasta el momento había resultado ventajosa para ambos.<br />
Raymond era ocho años mayor que Jude y, valiéndose de ello, le llamaba chico.<br />
Hasta el año pasado, cuando el agente del FBI fue trasladado a Washington y puesto al<br />
frente de una división que recibía el torvo nombre de Operaciones Especiales, los dos<br />
hombres se veían una vez cada dos meses, y en un par de ocasiones hasta fueron de<br />
pesca. Trabajaron juntos en varios reportajes e incluso desarrollaron una especie de clave<br />
telefónica para concertar las reuniones: si uno de ellos decía «¿Qué tal unas cervezas?»,<br />
ésa era la señal. Alternaban el lugar de encuentro, una vez se veían en un bar cerca del<br />
apartamento de Jude, y a la siguiente en un bar cerca de la casa de Raymond. «Es tan<br />
simple, que ya verás cómo funciona», comentó Raymond cuando acordaron la clave.<br />
Jude se sabía el número telefónico de memoria.<br />
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