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Darnton, John - Experimento

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CAPÍTULO 10<br />

Jude se llevó una alegría cuando, a la mañana siguiente, Tizzie lo llamó para decirle<br />

que le había gustado su artículo. Como muchos periodistas, él decía menospreciar su<br />

profesión. No estaba bien visto mostrar idealismo hacia nada, y menos aún hacia el<br />

Mirror. Pero por dentro el sentimiento era distinto. Jude creía que los periódicos trataban<br />

de cumplir una saludable función social y que, de cuando en cuando, incluso lo<br />

conseguían.<br />

—En primer lugar, has reproducido los datos con exactitud, lo cual tiene su mérito —<br />

dijo la joven—. Y, además, tu estilo me gusta. Directo y al grano, sin andarte por las<br />

ramas.<br />

—Bueno, a ti te gusta mi estilo y a mí me gusta el tuyo. La cosa no va mal.<br />

Antes de que ella colgase, Jude hizo acopio de valor y la invitó a cenar. Para su<br />

sorpresa, tras una breve vacilación, ella aceptó. Y así empezó la relación entre ambos.<br />

Ahora los dos caminaban por el paseo marítimo entarimado de Brighton Beach. Por un<br />

lado, las olas batían contra la parda arena, y por el otro, se veía una mezcolanza de<br />

tiendas de todo tipo: puestos de souvenirs, pastelerías rusas, locales de comida basura.<br />

Y, además, infinidad de personas, en su mayoría de edad avanzada, que tomaban el sol o<br />

charlaban en una docena de idiomas distintos. Jude y Tizzie acababan de almorzar en<br />

Primorsky, un restaurante ruso que se alzaba a la sombra del tren elevado, y que era uno<br />

de los lugares favoritos de Jude. En cuanto uno ponía el pie en él, todo le recordaba a<br />

Moscú: desde las botellas de vodka sin tapón y las ensaladas de remolacha hasta los<br />

cabellos cardados y las indumentarias chillonas de las rechonchas mujeres. Primorsky<br />

nunca defraudaba.<br />

Estrictamente hablando, aquello no era una cita, sino más bien una tarde de<br />

domingo que ambos habían decidido pasar juntos. Sólo se conocían desde hacía una<br />

semana. Tizzie nunca había estado en Brighton Beach y Jude, que conocía bien la zona<br />

debido a una serie de reportajes que había publicado el Mirror acerca de la mafia rusa, se<br />

había ofrecido a hacer de cicerone.<br />

Estaban sentados uno al lado del otro en un banco. Tizzie tenía la mirada perdida en<br />

el océano.<br />

—Esto ayuda a ver las cosas en perspectiva, ¿no te parece? —preguntó ella<br />

indicando el océano con leve movimiento de cabeza.<br />

—¿A qué te refieres?<br />

—Pues a todo. El trabajo, el amor, los padres, los amigos, la capa de ozono.<br />

Como ya le había ocurrido anteriormente en varias ocasiones, a Jude le resultó difícil<br />

entender las palabras de la joven.<br />

—¿Estás preocupada por algo? —preguntó.<br />

—No —dijo ella. Y luego se corrigió—: Bueno, sí.<br />

—Cuenta.<br />

—No hay mucho que contar. Se trata de mis padres. Son mayores y están delicados<br />

de salud, sobre todo mi padre. Me resulta muy doloroso porque durante toda la vida había<br />

pensado que siempre los tendría junto a mí.<br />

Jude asintió con la cabeza y, como su compañera, él también quedó con la vista en<br />

el mar. Las gaviotas planeaban en lo alto y el aire olía fuertemente a sal.<br />

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