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Darnton, John - Experimento

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CAPÍTULO 5<br />

Skyler llamó a la puerta de la cabaña de Kuta. Sabía que el anciano estaba dentro<br />

porque había visto su viejo bote amarrado al embarcadero, y el mugriento motor<br />

fueraborda colocado sobre un cercano tocón, sometido como siempre a reparaciones. En<br />

la pequeña bahía, el fuerte viento hacía aumentar el tamaño de las olas.<br />

Estaba asustado. Se había sentido así durante toda la mañana y luego durante la<br />

tarde, mientras llevaba las cabras a pastar. Sus temores comenzaron cuando se encontró<br />

con Julia y ella le susurró lo de la clave de acceso. Skyler esperó a la muchacha en las<br />

proximidades de la pista de aterrizaje todo el tiempo que pudo. Como Julia no apareció, él<br />

le dejó un mensaje en el buzón indicándole que se reuniera con él por la tarde en casa de<br />

Kuta. Era la primera vez que se atrevía a hacer algo así, tan desesperado se sentía.<br />

Ahora se disponía a esperarla. Quería ver con sus propios ojos que la muchacha estaba<br />

bien, porque le embargaban los malos presentimientos.<br />

Se abrió la puerta y Kuta lo miró con ojos enrojecidos.<br />

—Chico, estás hecho un asco. ¿En qué andas metido?<br />

Sin esperar respuesta, el negro se hizo a un lado y lo dejó pasar. El interior de la<br />

cabaña era fresco.<br />

—Siéntate —dijo señalando él sillón, y puso agua a calentar para el té.<br />

Skyler permaneció un rato sentado en silencio, y luego, poco a poco, fue<br />

desahogándose. Le contó a Kuta lo de la muerte de Patrick, y le explicó que Julia y él<br />

habían descubierto el cuerpo en el depósito de cadáveres del sótano; habló del servicio<br />

fúnebre, de las averiguaciones que Julia estaba haciendo. Habló en términos muy<br />

generales de los temores que sentía por ella, pero hacerlo le resultó difícil, y las palabras<br />

se le atascaron en la garganta. Al fin, el muchacho quedó en silencio.<br />

Kuta movió lentamente la cabeza.<br />

—Están pasando muchas cosas extrañas —dijo al fin—. Llevo años y años<br />

diciéndolo. Un montón de cosas extrañas. Y ésta es una más. No es natural que un<br />

muchacho tan joven muera. Creo que los tipos del Laboratorio son una especie de<br />

adoradores satánicos. Seguidores del Anticristo.<br />

Desde hacía unos años a Kuta le había dado por la religión, e incluso había<br />

intentado enseñarle a Skyler las Escrituras, para contrarrestar lo que él llamaba «toda esa<br />

falsa instrucción».<br />

El negro se levantó, cogió dos viejas tazas de una alacena, puso una bolsa de té en<br />

una de ellas y las llenó de agua caliente. Al cabo de un minuto, pasó la bolsa de té a la<br />

otra taza.<br />

—Eso explica lo del avión —continuó—. Parece que cada vez que se produce una<br />

muerte, el aparato despega. Lo oí regresar hace menos de dos horas.<br />

Se refería a una avioneta de hélice que permanecía encerrada en un pequeño<br />

hangar situado en las proximidades de la pista de aterrizaje. Skyler había oído el ruido del<br />

motor en diversas ocasiones, pero nunca le prestó atención.<br />

—¿Cómo que eso lo explica? ¿Para qué crees que utilizan el avión, aparte de para<br />

llevar el correo?<br />

—No lo sé. Lo que sí sé es que me he dado cuenta de que el avión despega siempre<br />

que hay algún problema. Quiero decir algún problema médico.<br />

—¿Qué quieres decir? ¿Adónde quieres ir a parar?<br />

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